Material de Lectura

Vende caro tu amor

 

Si la música de Agustín Lara era escuchada por las arrobadas abuelas de provincia y por las quinceañeras ansiosas de la capital, las verdaderas admiradoras del autor eran las prostitutas.

Más de una vez se reunieron para aclamarle acudiendo a los lugares en donde él cantaba.

Agustín afirmaba que gracias a sus canciones se había conseguido elevar el precio de los servicios en muchas casas.

 

Vende caro tu amor, aventurera;
da el precio de tu dolor a tu pasión,
y aquel que de tus labios la miel quiera,
que pague con brillantes tu pecado.
 

—¿Tú crees, Agustín, que ha subido tanto el precio como para llegar a pagar con brillantes?

Él me miraba socarronamente:

—Hermano del alma, gracias a Dios las cosas no se han puesto tan imposibles.

Las prostitutas habían encontrado a su cantante de prostíbulo quien afirmaba que la venta del cuerpo tiene más de sacrificio que de pecado.

Por una vez las abuelas, las quinceañeras y las prostitutas parecían bailar al mismo son.


(Agustín Lara
,
Leega, México, 1985)