Material de Lectura

carlosdrummond-45.jpg Carlos Drummond
de Andrade



Selección,
traducción
y nota
de Maricela Terán



VERSIÓN PDF

Nota introductoria

 

Carlos Drummond de Andrade nace en Itabira, Minas Gerais, en 1902. A los 23 años de edad edita con otros escritores la publicación literaria llamada La Revista. La obra de Drummond en esa época respira el clima, los ordenamientos y los principios de la nueva dimensión poética que propugna el modernismo.

Innovación del lenguaje poético y rompimiento con estructuras arcaizantes que rigen la mentalidad de los poetas del siglo XIX y principios del XX, son las características del modernismo brasileño que se inicia con la llamada Semana de Arte Moderna1. Los postulados del modernismo se extienden a través de tres etapas fundamentales: en el año 22; la de los años 30 —a la que pertenece Drummond— y finalmente, la denominada "Generación del 45".

Drummond, puente entre la primera época del modernismo y el redescubrimiento de la poesía de los años posteriores, enlaza, a manera de un rompecabezas armándose, el lenguaje coloquial de la primera fase, con la nueva revigorización y la depuración de las formas poéticas. Esa primera fase se apoyaba en el acervo cultural específico del Brasil: su geografía, las costumbres de cierta región, cuya resultante fue la afirmación de un portugués abrasileñado. Drummond inicia una búsqueda consciente de mayor dimensión universal; estructura su obra con base en procedimientos donde la innovación y la originalidad son un mero recurso expresivo; estabiliza el uso del verso libre; elabora el soneto ante perspectivas estéticas —en relación al lenguaje— de mayor contenido vital. Replantea, por tanto, los procesos de creación del poema sujetándolos a una visión individual crítica vinculada con su mundo circundante.

Mario de Andrade valoraba los inicios del modernismo así: "…existe un mérito innegable, aunque aquellos primeros modernistas… de las cavernas… hayamos servido apenas de altoparlantes de una fuerza universal y nacional mucho más compleja que nosotros"2. La necesidad de superar una época que le exige nuevos ordenamientos estéticos, lleva a Drummond a aprehender y fundamentar una poética personal, que le convierte no únicamente en un puente sino en el consolidador de los principios de una nueva poesía más rigurosa y al mismo tiempo multidimensional.

La poesía de Drummond se bifurca, por una parte, en temas que aluden a la subjetividad, como es el caso del poema con el que Drummond es reconocido por la crítica literaria de la época como el creador de un lenguaje particular y de gran expresividad: "No meio do caminho", escrito en 1930.

Y por la otra se caracteriza por el acento social con que enfoca sus textos. En este sentido, la obra drummoniana corresponde a una estética que se inscribe en el orden de la conciencia crítica, cuya gran virtud es la de proyectar poéticamente temas tradicionalmente ásperos a la poesía.

Para estructurar su obra Drummond utiliza —formalmente— la imagen sugestiva con valores que van desde ritmos muy sencillos hasta la profundidad orquestal del poema; recurre al especulamiento musical y tonal tensando las voces de la manifestación poética. No se trata de un juego de palabras: es el matiz esencial de un lenguaje particular.

onda e amor, onde amor, ando indagando…

Otro rasgo de importancia en su obra es el recurso de la repetición que se constituye en el eje arquetípico de su obra:


nas praias nu nu nu nu nu
tu tu tu tu tu no meu coração
Este procedimiento tiene las particularidades de la poesía hermética, abordable solamente a través de "interpretaciones", pero sin duda alguna es la resultante natural de los modernistas en contra de la retórica y la ramplonería entonces oficial. Por otra parte Drummond imprime en su obra la ironía y el humorismo, clásicos en él, que revelan un espíritu tímido siempre insatisfecho de su propia expresión:

Jo ão que amava Teresa que amava Raimundo
que amava María que amava Joaquín que amava Lili
que não amava ninguén.
 

Hay poemas de Drummond que aparentemente tienen una función tan sólo contemplativa y rítmica; sin embargo con un lenguaje sorprendente, tomado de la técnica de los anuncios comerciales, la sensación sonora es denunciada como una anticipación a las experiencias de la poesía concreta que constituye una de las derivaciones de la tercera fase del modernismo y cuyo auge se sitúa en Brasil en 1950. Drummond no es ajeno, por consiguiente, a la constante renovación, escribe en 1962 poemas que corresponden a esta vertiente como: "Os materias da vida", "Massacre"…

La obra de Carlos Drummond de Andrade es vasta. Las traducciones se realizaron siguiendo el orden cronológico de publicación de sus libros. La importancia de su obra en la lírica brasileña es extraordinaria, por cuyas profundas resonancias tiene un lugar especial en la poesía latinoamericana contemporánea. Es por tanto imperdonable su desconocimiento en nuestro idioma; de ahí la justificación de las presentes traducciones como un tardío homenaje a su obra.

 

 

Maricela Terán

 


1 La Semana de Arte Moderna, realizada en 1922, fue un movimiento que reunió a todas las artes originando el modernismo brasileño. Tuvo lugar en São Paulo y fue la preconciencia y después la convicción de un arte nuevo preconizado en tres principios fundamentales: el derecho permanente a la investigación estética; la actualización de la inteligencia artística brasileña y la estabilización de una actitud creadora nacional. La importancia del movimiento logró la conjugación de tres normas en la conciencia colectiva, participaron entre otros, los poetas Mario de Andrade y Osvalde de Andrade, la pintora Anita Malfatti y el escultor Víctor Brecheret.

2 Andrade Mario de, "O movimento modernista", Aspectos da literatura brasileira, Livraria Martins Editora, São Paulo, p. 231.

 

 

Poema de siete faces

 

Cuando nací, un ángel tuerto
de esos que viven en la sombra
dijo: ve, Carlos! sé gauche en la vida.1

Las casas espían a los hombres
que corren tras de mujeres.
La tarde tal vez fuese azul
si no hubiesen tantos deseos.

El camión pasa lleno de piernas:
Piernas blancas, negras, amarillas.
Para qué tanta pierna, Dios mío, pregunta mi
corazón.

Entretanto mis ojos
no preguntan nada.

El hombre tras el bigote
es serio, simple y fuerte.
Casi no conversa.
Tiene pocos, raros amigos.
El hombre tras de los lentes y del bigote.

Dios mío por qué me abandonaste
si sabías que yo no era Dios
si sabías que yo era débil.

Mundo mundo vasto mundo,
si yo me llamase Raimundo
sería una rima, no sería una solución.
Mundo mundo vasto mundo,
más vasto es mi corazón.

Yo no debía decírtelo,
pero esa luna
pero ese coñac
lo ponen a uno conmovido como un demonio.



1Gauche, en portugués, significa torpe, poco apto, etcétera.

 

Yo también fui brasileño

 

Yo también fui brasileño,
moreno como ustedes.
Punteé la guitarra, guié ganado
y aprendí en la mesa de los bares
que el nacionalismo es una virtud.
Pero hay una hora en que los bares se cierran
y todas las virtudes se niegan.

Yo también fui poeta.
Bastaba mirar a la mujer,
pensar luego en las estrellas
y otros celestes sustantivos.
Pero eran tantas, el cielo tan grande,
que mi poesía se turbó.

Yo también tuve mi ritmo.
Hacía esto, decía aquello.
Y mis amigos me querían
y mis enemigos me odiaban.
Yo, irónico, me escurría
satisfecho en mi ritmo.
Pero acabé confundiéndolo todo.
Hoy no me deslizo más,
no soy irónico más,
ya no tengo ritmo.

 


 

Nota social

 

El poeta llega a la estación.
El poeta se baja del tren.
El poeta toma un auto.
El poeta va al hotel.
Y mientras hace eso
como cualquier hombre común,
una ovación lo persigue
como una rechifla.

Banderolas se apartan.
Bandas de música. Cohetes.
Discursos. El pueblo se pone su sombrero de paja.
Cámaras fotográficas afocan.
Coches parados.
Bravos…
El poeta está melancólico.

En un árbol del paseo público
(mejora de la actual administración)
árbol gordo, prisionero
de anuncios coloridos,
árbol banal, árbol que nadie ve,
canta una cigarra,
canta una cigarra que nadie oye,
un himno que nadie aplaude.
Canta, bajo un sol endemoniado.

El poeta entra en el elevador,
el poeta sube,
el poeta se encierra en su cuarto.

El poeta está melancólico.

 


 

Cuadrilla

 

Juan amaba a Teresa que amaba a Raimundo
que amaba a María que amaba a Joaquín que amaba a Lili
que no amaba a nadie.
Juan se fue a los Estados Unidos, Teresa entró a un
convento,
Raimundo murió en un desastre, María se quedó soltera,
Joaquín se suicidó y Lili se casó con J. Pinto Fernández
que no había entrado en la historia.

 


 

Explicación

 

Mi verso es mi consolación.
Mi verso es mi bebida. Todo mundo tiene su bebida.
Para beber en copa de cristal, en jarra de hojalata,
hoja de plátano, poco importa: todo sirve.

Para alabar a Dios, aliviar el pecho,
lamentar el desprecio de la morena, contar mi vida y
trabajos,
hago mis versos. Y mi verso me agrada.

Mi verso me agrada siempre…
Tiene, a veces, el aire desvergonzado de quien va a dar
una pirueta
mas no es para el público, es para mí mismo.
Yo me entiendo bien.
No soy alegre: hasta soy muy triste.
La culpa es de las bananeras de mi país, esta sombra
blanda, floja.
Hay días en que ando en la calle con los ojos bajos
para que nadie desconfíe, nadie se dé cuenta
que pasé la noche entera llorando.
Estoy en el cine viendo una película de Hoot Gibson,
de repente oigo la voz de una guitarra…
salgo desanimado.
Ah, ser hijo de hacendado!
A la vera de San Francisco, de paraíba o de cualquier
arroyuelo vagabundo,
es siempre la misma sen-si-bi-li-dad.
Y uno viajando por la patria, siente saudades por la patria.
Aquella casa de nueve pisos comerciales
es muy interesante.
La casa colonial de la hacienda también era…
En el elevador pienso en el campo,
en el campo pienso en el elevador.
Quien me hizo así fue mi gente y mi tierra,
me gusta haber nacido con esa tara.
Para mí, de todas las necedades, la mayor es suspirar
por Europa.
Europa es una ciudad muy vieja donde sólo hacen caso
del dinero
y tienen unas actrices de piernas adjetivas que engañan
a uno.
El francés, el italiano, el judío hablan una lengua de
harapos.
Aquí, al menos, uno sabe que todo es una canalla
solamente.
Lee su periódico, ataca al gobierno,
se queja de la vida (la vida está tan cara)
y al final acierta.

Si mi verso no es, fue su oído que no oyó;
¿No dije a usted que no soy sino poeta?

 


 

Necrología de los desilusionados del amor

 

Los desilusionados del amor
están descargando tiros en el pecho.
De mi cuarto oigo la fusilería.
Las amadas se retuercen de gozo.
Oh cuánto material para los periódicos.

Desilusionados pero fotografiados,
escribieron cartas explicativas,
tomaron todas las providencias
para el remordimiento de las amadas.
Pum pum pum adiós, melindrosa.
Yo me voy, tú te quedas, mas nos veremos
en el claro cielo o en el turbio infierno.

Los médicos están haciendo la autopsia
de los desilusionados que se mataron.
Qué grandes corazones tenían ellos.
Vísceras inmensas, tripas sentimentales
y un estómago lleno de poesía…

Ahora vamos hacia el cementerio
a llevar a los cuerpos de los desilusionados
encajonados debidamente
(pasiones de primera y de segunda clase).

Los desilusionados siguen ilusos,
sin corazón, sin tripas, sin amor.
Única fortuna: sus dientes de oro
no servirán de depósito financiero,
y cubiertos de tierra perderán el brillo;
en cuanto a las amadas, bailarán una samba
brava, violenta, sobre sus tumbas.

 


Sentimiento del mundo

 

Tengo tan sólo dos manos
y el sentimiento del mundo.
Pero estoy lleno de esclavos:
mis recuerdos que escapan
y lo que el cuerpo concilia
en la confluencia del amor.

Cuando me levante, el cielo
estará muerto y saqueado,
yo mismo estaré muerto,
muerto mi deseo, muerto
el pantano.

Los camaradas no me dijeron
que había guerra
y era necesario
traer fuego y alimento.

Humildemente les pido me perdonen:
me siento disperso.
Anterior a las fronteras.

Cuando los cuerpos pasen,
yo quedaré solito
deshilachando el recuerdo
del campanillero, de la viuda, del microcopista
que habitaban la barraca
y no fueron encontrados
al alba:
alba más oscura que la noche.

 


Los hombros soportan el mundo

 

Llega una época en que no se dice más: Dios mío.
Época de absoluta depuración.
Época en que no se dice más: amor mío.
Porque el amor resultó inútil.
Y los ojos no lloran.
Y las manos tejen apenas su rudo trabajo.
Y el corazón está seco.

En vano mujeres golpean la puerta: no abrirás.
Te quedaste solo; la luz se apagó,
pero en la sombra tus ojos brillan enormes,
Eres todo certeza; ya no sabes sufrir
y de tus amigos no esperas nada.

Poco importa que llegue la vejez, ¿qué es la vejez?
Tus hombros soportan el mundo:
y no pesa más que la mano de un niño.
Las guerras, las hambres, las discusiones dentro de los
edificios
prueban apenas que la vida prosigue
y no todos se liberan todavía.
Algunos, encontrando bárbaro el espectáculo,
preferirían (los delicados) morir.
Llegó una época en que da igual morir.
Llegó una época en que la vida es una orden.
La vida apenas, sin mistificación.

 


Con las manos enlazadas

 

No seré el poeta de un mundo caduco.
Tampoco cantaré el mundo futuro.
Estoy preso a la vida y observo a mis compañeros:
están taciturnos mas nutren grandes esperanzas.
Junto a ellos considero la enorme realidad.
El presente es tan grande, no nos apartemos.
No nos apartemos mucho, vayamos con las manos
enlazadas.

No seré el cantor de una mujer, de una historia;
no hablaré de suspiros al anochecer, el paisaje visto desde la ventana,
no distribuiré enervantes o cartas de suicida.
No huiré a las islas ni seré raptado por serafines.
El tiempo es mi materia, el tiempo presente, los hombres
presentes,
la vida presente.

 


El luchador

 

La lucha más vana
es luchar con las palabras.
Mientras tanto luchamos
mal rompe el alba.
Son muchas, yo solitario.
Algunas, tan fuertes
como el jabalí.
No me juzgo loco.
Si lo fuera, tendría
el poder de encantarlas.
Mas frío y lúcido,
aparezco y quiero
asir algunas
para mi aumento
en un día de vida.
Se dejan enlazar,
tontas a la caricia
y de súbito huyen
y no hay un mal presagio
y no hay crueldad
que las traiga de nuevo
al centro de la plaza.

Insisto, astuto
Busco persuadirlas.
Fingirme esclavo
de rara humildad.
Guardaré sigilo
de nuestro comercio.
En la voz, ningún amargor
de aversión o disgusto.
Sin oírme se deslizan,
continúan levísimas
y me vuelven el rostro.
Luchar con las palabras
parece sin fruto.
No tienen carne ni sangre…
Entretanto, lucho.
Palabra, palabra
(digo exasperado),
si me desafías,
acepto el combate.
Quisiera poseerte
en este descampado,
sin seña de uña
o marca de diente
en esa piel clara.
Prefieres el amor
de una pose impía
y que venga el gozo
de la mayor tortura.

Lucho cuerpo a cuerpo,
lucho todo el tiempo,
sin mayor provecho
que el de la caza al viento
No encuentro indumentaria
ni formas seguras,
es fluido enemigo
que me dobla los músculos
y se ríe de las normas
de la buena pelea.

Me eludo a veces,
presiento que la entrega
se consumará.
Ya veo palabras
en coro sumiso:
ésta ofreciéndome
su viejo calor,
otra su gloria
y su misterio,
otra su desdén,
otra sus celos;
y un experto amor
me enseña a disfrutar
de cada palabra
su esencia,
el sutil gemido.
Mas es ¡ay! el instante
de entreabrir los ojos:
entre beso y boca,
todo se evapora.

El ciclo del día
ora se concluye
y el inútil duelo
jamás se resuelve.
Tu bello rostro,
oh palabra, resplandece
en la curva de la noche
que me envuelve.
Tamaña pasión
y ningún peculio.
Cerradas las puertas,
la lucha prosigue
en las calles del sueño.

 


 

Consideración sobre el poema

 

No rimaré la palabra sueño,
con la inadecuada palabra otoño.
Rimaré con la palabra carne
o cualquier otra: todas me convienen.
Las palabras no nacen amarradas,
ellas saltan, se besan, se disuelven;
en el cielo libre a veces un diseño;
son puras, largas, auténticas, indestructibles.

Una piedra en medio del camino
o apenas un rastro, no importa.
Estos poetas son míos. Con todo orgullo,
con toda precisión se incorporaron
a mi fatal lado izquierdo. Hurto a Vinicius
su más límpida elegía. Bebo en Murilo.
Que Neruda me dé su corbata
flameante. Me pierdo en Apollinaire. Adiós Maiakovski.
Todos son hermanos míos, no son periódicos
ni se deslizan en lancha entre camelias:
son la vida que arriesgué.

Estos poemas son míos. Son mi tierra
y son todavía más que ella. Son cualquier hombre
al mediodía en cualquier plaza. Son la linterna
de cualquier posada, si todavía las hay.
—¿Hay muertos? ¿Hay mercados, hay dolencias?
Todo es mío. Ser explosivo, sin fronteras;
¿Por qué falsa mezquindad me afligiría?
Que se depositen los besos en la faz blanca, en las
principiantes arrugas.
El beso aún es un signo ausente
de comercio,
flotando en tiempos sucios.

Poeta de lo finito y de la materia,
cantor sin piedad, sí, sin frágiles lágrimas,
boca tan seca, pero ardor tan casto.
Dar todo por la presencia de los distantes,
sentir que hay ecos, pocos, mas cristal,
no sólo roca; peces circulando
bajo el navío que lleva este mensaje,
y aves de pico largo verificando
su derrota, y dos o tres faroles
últimos: ¡esperanza del mar negro!

Comenzar este viaje es mortal.
Saber que hay todo. Y moverse en medio
de millones y millones de formas raras,
secretas, duras. He aquí mi canto.

Es tan bajo que apenas lo escucha
el oído pegado al suelo. Pero es tan alto
que las piedras lo absorben. Está en la mesa:
en libros, cartas y remedios.
Se filtró por la pared. El camión, la calle,
el uniforme del colegio se transforman:
son oleadas de cariño envolviéndote.

¿Cómo huir al objeto mínimo
o negarse al grande? Los temas pasan,
Yo sé que pasarán, pero tú resistes,
y creces como fuego, como casa,
como rocío entre los dedos
de la hierba en que reposan.

Ahora te sigo a todas partes,
y te deseo y te pierdo; estoy completo,
me destino, me hago tan sublime,
tan natural y lleno de secretos,
tan firme, tan fiel… Como un cuchillo,
el pueblo, mi poema, te atraviesa.

 


 

Procura de poesía

 

No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte frente a la poesía.
Ante ella la vida es un sol estático:
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales
no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo:
ese excelente, completo y confortable cuerpo tan indefenso
a la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu máscara de gozo o de dolor en lo oscuro
son indiferentes.
No me reveles tus sentimientos
que se aprovechan de lo equívoco e inducen al largo viaje.
Lo que piensas y sientes, eso todavía no es poesía.
No cantes tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni es el
secreto de las casas.
No es música oída de paso; rumor del mar en las calles
junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza nada significan.
La poesía (no saques poesía de las cosas)
elude sujeto y objeto.

No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
vuestras mazurcas y supersticiones, esqueletos de familia
desaparecen en la curva del tiempo: es algo fútil.
No reconstruyas
tu sepulta y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y la
memoria en desaparición.
Se disipó: no era poesía.
Se partió: cristal no era.

Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allí están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, pero no hay desesperación,
hay calma y frescura en su superficie intacta.
Helos solos y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas antes de escribirlos.
Ten paciencia, si oscuros. Calma, si te provocan.
Espera que cada uno se realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No recojas del suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo,
como él aceptará su forma definitiva y concentrada
en el espacio.

Inclínate y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil fases secretas bajo la faz neutra,
y te pregunta, sin interés por la respuesta
pobre o terrible que le des:
¿Trajiste la llave?

Observa:
Yermas de melodía y sentido
ellas se refugian en la noche, las palabras.
Todavía húmedas e impregnadas de sueño,
fluyen en un río difícil y se transforman en desprecio.

 


 

La flor y la náusea

 

Pertenezco a mi clase y a algunas ropas,
voy de blanco por las calles sucias.
Melancolías, mercaderías me acechan.
¿Debo seguir hasta la náusea?
¿Puedo rebelarme sin armas?

Ojos turbios en el reloj de la tarde:
no, no ha llegado el tiempo de completa justicia.
El tiempo aún es de heces, malos poemas, alucinaciones
y espera.

El tiempo pobre y el poeta pobre
se funden en un mismo impasse.
En vano intento explicarme. Los muros son sordos.
Bajo la piel de las palabras hay cifras y códigos.
El sol consuela a los enfermos y no los restablece.
Las cosas. ¡Qué tristes son las cosas, consideradas sin
énfasis!

Vomitar este tedio sobre la ciudad.
Cuarenta años y ningún problema
resuelto, ni siquiera ubicado.
Ninguna carta escrita ni recibida.

Todos los hombres vuelven a casa.
Son menos libres pero llevan periódicos
y deletrean el mundo, sabiendo que lo pierden.

Crímenes de la tierra, ¿cómo perdonarlos?
Tomé parte en muchos y otros oculté.
Algunos vi bellos, fueron publicados.
Crímenes suaves que ayudan a vivir.
Ración diaria de engaño distribuida en casa.
Los feroces panaderos del mal.
Los feroces lecheros del mal.

Prender fuego a todo, incluso a mí.
Al joven de 1918 lo llamaban anarquista.
Sin embargo mi odio es lo mejor de mí.
Con él me salvo:
a casi nadie doy una esperanza mínima.

¡Una flor ha nacido en la calle!
Pasan de largo, camiones, omnibuses, ríos de acero del
tránsito.

Una flor todavía descolorida
elude a la policía: rompe el asfalto.
¡Guarden completo silencio, paralicen los negocios,
aseguro que ha nacido una flor!

Su color no se percibe.
Sus pétalos no se abren.
Su nombre no está en los libros.
Es fea. Pero es realmente una flor.
Me siento en el suelo de la capital del país a las cinco de
la tarde
y lentamente acaricio esta forma insegura.
Del lado de las montañas, nubes espesas van
agrandándose.
Una lluvia menuda agita el mar como gallina espantada.
Es fea. Pero es una flor. Ha roto el asfalto, el tedio, la
náusea y el odio.

 


 

Vida menor

 

La fuga de lo real,
todavía más grande la fuga de lo mágico,
más grande que todo, la fuga de sí mismo,
la fuga de la fuga, el exilio
sin agua y sin palabra, la pérdida
voluntaria del amor y la memoria,
el eco
ya no correspondiendo al llamado, y este fundiéndose,
la mano tornándose enorme y desapareciendo
desfigurada, todos los gestos al final imposibles,
si no fútiles,
la inutilidad del canto, la limpieza
del color, ni brazo a moverse ni uña creciendo.
Con todo, no la muerte.

Mas la vida captada en su forma irreductible,
ya sin ornato o comentario melódico,
vida a que aspiramos como paz en el cansancio
(no la muerte),
vida mínima, esencial; un inicio; un sueño;
menos que tierra sin calor; sin ironía ni ciencia;
lo menos cruel que se puede desear: vida
en que el aire, no respirado, todavía, me envuelva;
ningún gasto de tejidos; ausencia de ellos;
confusión entre mañana y tarde, ya sin dolor,
porque el tiempo no se divide más en secciones; el
tiempo
eludido, domado.

No lo muerto ni lo eterno o lo divino,
apenas lo vivo, lo pequeñito, lo callado, indiferente
y solitario vivo.
Eso procuro.

 


 

Legado

 

¿Qué recuerdo dejaré al país que me dio
todo lo que recuerdo y soy, todo cuanto sentí?
En la noche infinita, el tiempo breve olvidó
mi incierta medalla, y mi nombre se ridiculiza.

¿Merezco esperar más que los otros?
Tú no me engañas mundo, y yo no te engaño a ti.
Esos monstruos actuales, no los cautiva Orfeo,
vagan taciturnos, en lo incierto.
No dejaré ningún canto radiante,
una voz matinal palpitando en la bruma
que arranque a cualquiera su más secreta espina.

De todo cuanto fue mi paso caprichoso
en esta vida, quedará,
una piedra en medio del camino:
el resto se esfuma.

 


 

Sonetillo del falso Fernando Pessoa

 

Donde nací, morí.
Donde morí, existo.
Y de las pieles que visto
muchas hay que no vi.

Sin mí como sin ti
puedo durar. Renuncio
a todo cuanto sea turbio
que odié o sentí.

Ni Fausto ni Mefisto
a la diosa que ríe
de nuestro íntimo juego

heme diciendo: habito
más allá, soy aquí, ninguno,
mas no soy yo, ni esto.

 


 

Entre el ser y las cosas

 

Al amor amor ando indagando
al largo viento a la suave rosa
y a todo me aventuro cuando
hay la frescura de la cosa viva.

Las almas no, ellas van soportando,
olvidando la lección ya perdida.
Vuelven amor, humor, vago y blando
lo que es naturaleza corrosiva.

En agua y piedra amor graba sus
jeroglíficos y mensajes y sus
verdades más secretas, más desnudas.

Y ni los elementos encantados ,
ven el amor que duele y provoca
una hoguera en agotado día.

 


 

Conocimiento de Jorge De Lima



Era la negra Fulô que llamaba1
de su negro vergel. Eran trompetas,
salmos, carros de fuego, murmullos de
Dios a sus elegidos, eran puras

canciones de lavandera al pie de la
fuente y era ella misma; nostálgicas
emanaciones de infancia y porvenir,
era un ay portugués deshecho en caña.

Era un fluir de esencias y de formas
más allá de la tierra, en torno al hombre.
Invención de amor en tiempo atómico.

Era el consultorio mítico, lunar
(poesía antes de la luz, después de ella),
era Jorge de Lima, eran sus ángeles.



1Alusión al poema "Esa negra Fulô", del poeta Jorge de Lima.

 


 

Los materiales de la vida

 

Drls? Hago mi amor en vidrotil
nuestros coitos serán de modernfold
hasta que la lanza de interflex
vivax nos separe
en clavilux
camabel camabel el valle divulga el eco
sobre el vacío de ondalit
la noche asfáltica
Plkx

 


 

Masacre

 

Eran mil que atacaban
el objeto indefendible
y pa y pe y ui
y vupt y rrr
y la risa del pajarraco en el aire
graznando
mil que espiaban
los alfabetos purpúreos
desatándose
sin rumbo
y llmn y nss y yn
eran mil que sentían
que la vida refugia
del acto de vivir
y ahora circulaban
sobre toda ruina.


 

Amar-amargo

 

Por qué amó por qué a!mó
si sabía
p r o h i b i d o p a s e a r s e n t i m i e n t o s
tiernos o desesperados
en este museo Del Prado indiferente
dígame: pero por qué
amar, sufrir, tal vez como se muere
de viruela voluntaria peste ev
idente?

Ah! PORQUEAMÓ
y se abrasó
todo por dentro por fuera en los rincones en los ecos
herman (a,o) retrato espejo por qué amó?
Si era para
o era por
como si entretanto todavía
toda vida, pero toda vida
fuera la indagación de lo hallado y el agudo descuartizar
de la carne del conocimiento, faltaba más!

Permita caballer (o,a)
amig (o,a) relévame
de este malestar
cantarino escarnizante piadoso
este querer consolar sin mucha convicción
lo que es inconsolable de oficio
la muerte esconsolable consolatrix consonantísima
la vida también
todo también
mas el amor car (o,a) colega, este no consuela
nunca de nuncamás.

 


 

Mario distante1

 

En el marfil de tu ausencia
permanece la luz brillante
martillo
vibrando en el verso y en la carta:
El propio dolor es una felicidad.

(Lo real, frente a frente,
de perfil o de cabeza,
fruto gordo cosechado
y triturado, transformado
por sobre las altas verjas que cercan
la muerte).

Mario aparición, Mario problema?
A esa distancia lunar
de todo y de todos, menos
de tus múltiples retratos parlantes
cascadas enmarañadas confidencias
cilicios didácticos
travesuras
proverbios paulistas de madura melancolía,
guardas la familiaridad y el sigilo
que alternan los losangos
con la piel seca del Arlequín.

De lejos, sin contorno,
se revela la alta ofrenda
a nadie en particular, murmullo deshecho
en el corazón de los desconocidos
que viven al poeta negándole existencia
rayo de amor general barroco sollozante.

Mario arco-iris, mas tan exacto
para mitigar sus colores y dolores
allá donde, sordamente,
turbación, paciencia y angustia se mezclaron.

Tan mezquino tu recuerdo
registrado en los archivos de la melancolía!
Te veo libre, respirando
la fina luz del día universal.



1El poema alude a los libros: Losango caqui y Arlequinal, del poeta Mario de Andrade.

 


 

Caza nocturna

 

En lo oscuro
el alto zumbido del escarabajo
carcome los cristales del sueño.
¿Qué avión es ese, que lleva hacia Teherán
una amistad un amor un muro de ochenta indiferencias
que no acaba de pasar y rodea
la casa perdida en la floresta
inmueble?

Va el oído filtrando
en la trama del rumor sus nervaduras.
Insecto múltiple reunido
para formar el sordo zumbido,
circular opresivo
zunzin de mil zonzons zumbando en medio
de la masa de calor
de la noche en blanco.

Son las electrobombas en servicio.
La música de la sequía.
Pickup que no para de girar.
Gato que no cansa de ronronear.
¡Ah, cómo los conozco!
Hacen parte de la vida esos poderosos
motores de emboscada
en la cacería lunar de agua, liebre esquiva
atraída
por un canal de desesperación e insomnio.

¿Qué gemido ligero, apenas zi,
tímido, se incorpora al zon compacto?
¿Qué vocecilla medrosa suspira,
que no zumba en el cóncavo nocturno?
El motorcillo del poeta,
pobre galgo de casa,
1/4 de HP, cazando en vano.

 


 

Palabra

 

Forma
Forma
Forma
que se escurre
por eso mismo viva
en el muerto que la procura
El corazón no posa
ni la densidad habita
en esa que antes de ser
ya
dejó de ser noserá
mas es
forma
fiesta
fuente
flama
filme
.

Y no encontrarte no es ninguna angustia
pues abarrotas el largo almacén de lo factible
donde lo real es mayor que la realidad.