Prólogo
A José Juan Tablada
Uncioso amante de opulentos Cofres cuajados de ornamentos, Donde guardar mis pensamientos, Viví en el místico santuario Del arte, y mudo y solitario Como paciente lapidario, En las sortijas y diademas Rimé sonetos y poemas Con las estrofas de las gemas, Puliendo joyas de oro fino Para que ardiera mi divino Sueño en esmalte peregrino. Por su tersura y transparencia Grabé en la clara refulgencia De los diamantes mi paciencia. Mi fe es el jaspe veteado, Y en el zafiro inmaculado Está mi anhelo cincelado. Con el carbunclo que derrama Su luz más roja que una llama De mi amor digo la flama. En la turquesa de agua pura Ríe destellos mi ventura Y llora el ónix mi amargura, Y así, labrando en la faceta De los cristales o en la veta De oro el ensueño del poeta, Al pensamiento más sencillo Le transmití pureza y brillo Con los cinceles y el martillo.
De Cuarzos (1896-1901)
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