Material de Lectura

 

Nota introductoria


Salvador Espriu nació en 1913 en Santa Coloma de Farners, pueblo de montaña que pertenece a la provincia de Gerona, y su infancia transcurrió entre su ciudad natal y dos puertos, Barcelona y Arenys de Mar, cuyo nombre transmutaría más tarde en aquella pequeña área geográfica en la que se centra buena parte de su obra: Sinera. Realizó estudios de derecho e historia antigua en la Universidad de Barcelona, que profundizó hasta adquirir un amplio conocimiento de las grandes mitologías clásicas del Mediterráneo (Egipto, Grecia, Palestina, Roma). En esos años publicó diversos libros de cuentos y novelas: Israel (1929), El doctor Rip (1931) —dolorosa contemplación de una lenta muerte—, Laia (1931), Aspectes (1934), Ariadna al laberint grotesc (1935), Letizia i altres proses (1937). Estamos ya en plena guerra civil española, en aquella época en la que los hombres de ideas habrían de callar. Los acontecimientos políticos padecidos por toda la península (¡oh, Sepharad!) han de ser objeto de profunda meditación. Cataluña, la Cataluña de la derrota y de la desesperanza, es el contexto histórico y geográfico del que surge una recreación personal, incluso condicionada por anécdotas y circunstancias particulares, en la que todo lo cubre la preocupación por el país. Para Antoni Comas, uno de los jóvenes de la segunda generación de posguerra que en los cincuenta redescubrió el mundo de la literatura catalana leyendo a Espriu, éste "nos decía, sin eufemismos, cómo eran y cómo habían sido las cosas y que los caminos estaban realmente cerrados porque eran cerrados. Además de enseñarnos la lección del rigor, de la fidelidad y de la continuidad, echaba sobre nuestras espaldas conciencia y responsabilidad". Aquel mismo hombre "que había muerto cívicamente el año de 1936", Salvador Espriu, regresaba y exigía seguir adelante, paradójicamente sin que por ninguna parte surgiera camino alguno ni tampoco esperanza. Por ese entonces había logrado publicar por fin una Antígona escrita en 1939 (se editó en 1955 y estrenó en 1958), un libro de poesía (Cementiri de Sinera, 1946) y otra obra teatral que quizá fue la que despertó esa inquietud y ese afán que llevaron a Antoni Comas y a otros compañeros a publicar la revista Curial: Primera história d'Esther (publicada en 1948 y estrenada en 1957); a éstos seguirían otros libros de poemas de no menor trascendencia: Les cangons d'Ariadna(1949), Les hores (1952), Mrs. Death (1952), El caminant i el mur (1954), Final del laberint (1955).

Ya Salvador Espriu no era un escritor conocido por unos pocos. Adquiere fuerza ante el público lector, pero sobre todo su obra plantea ya a los futuros hombres de letras una gran exigencia literaria acompañada de actitudes cívicas muy concretas. Era la hora de un nuevo renacimiento de la literatura catalana, promovido, tanto como por el mismo Espriu, por la obra de un Caries Riba y un J. V. Foix, pero también la hora de un nuevo planteamiento para Cataluña.

Salvador Espriu, al generalizar sobre su obra, la califica de "meditación de la muerte" y aunque críticos de la talla de Josep María Castellet consideran esta frase demasiado restrictiva para comprender la complejidad y el planteamiento cultural de Espriu, porque "de hecho, Espriu se ha propuesto asumir la tradición literaria de la humanidad en una recreación personal escrita a partir de una perspectiva de totalidad", otros, como Esyllt T. Lawrence, creen que "reduce su comentario sobre la vida, que es esperar la muerte, a la forma literaria más comprimida que resulte expresable en forma de arte", sin olvidar que "la capacidad de Espriu para trasmutar el mundo real; miniaturizado en forma de pueblo marinero [Sinera] con su cementerio, en microcosmos de las verdades eternas, o sea convertir la concreción en signos de universalidad y volver a transformar esta abstracción de nuevo en un mundo aparentemente concreto, la captamos en la sensación que su poesía nos inspira de un espectáculo caleidoscópico, intercambiable, de lo que es material y lo que es intangible". Pero este microcosmos se ensancha más tarde y a partir de Primera história d'Esther, obra nacida de supuestos netamente personales sobre una de las preocupaciones capitales de Espriu: la persecución de los judíos. En algunos de los poemas incluidos en esta mínima antología encontraremos esta preocupación, que danza con la de la muerte, y sentiremos desde las entrañas la vida de todos los transterrados: "Pero ya no queremos llorar / más al templo / ni sufrir por la infinita añoranza / de nuestra ciudad". Es la hora de La pell de brau (1960, de la que hay una edición bilingüe publicada en París con traducción de Luis Goytisolo) y del Llibre de Sinera (1963), donde más que en ninguna otra parte la problemática espiritual del hombre se concilia con su destino de miembro de una colectividad sometida a tensiones sociales y políticas —según Castellet.

Todavía publicó, incluidos en el primer volumen de las Obres completes, textos que habían ido quedando inéditos: Per al llibre de salms d'aquests vells cees —recreación del famoso cuadro de Rembrandt—: "El ciego es... una de las imágenes de la desesperación humana más impresionantes y más dramáticas de la obra de Espriu —comenta Lawrence. El ciego, el hombre que no sabe a dónde va ni por qué se mueve. Encarna la mirada ciega de Dios o, si se prefiere decirlo así, del no-destino", y un cajón de sastre: Fragments. Versots. Intencions. Matisos. Aquí incluimos íntegro el primero de ellos. Pero su obra prosigue: A Setmana Santa (1971), donde se recrea de un modo metafísico la procesión ritual, Evocado de Roselló-Porcet i altres notes, en el que se reúnen diversos escritos de crítica y ensayo, y Una altra Fedra, si us plau, obra estrenada en 1978 y que provocó una polémica tal que todavía resuenan sus ecos.

De todo lo publicado sobre Espriu, debemos destacar una Introducción a la poesía de Salvador Espriu, de Joan Fuster (prólogo a la edición de Obra poètica, Barcelona, S. Albertí, 1963), que coloca la obra de Espriu dentro de la historia y tendencias de la literatura catalana; la Introducció de Josep María Castellet (prólogo al primer volumen de Obres completes, Barcelona, Edicions 62, 1968), ensayo de crítica literaria que desmenuza formas, palabras e influencias, renovado y ampliado en Iniciació a la poesía de Salvador Espriu (Barcelona, Edicions 62, 1971), y Salvador Espriu: entre Sinera i el seu cementiri, de Esyllt T. Lawrence (en Serra d'Or, año XX, núm. 225, 15 de junio de 1978, pp. 13-19), donde se examina minuciosamente el tema de la muerte. El personaje Salvador Espriu, en Homenots, de Josep Pla (Barcelona, Selecta, 1960), y el artículo de Antoni Comas con motivo de habérsele concedido el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, cuyo título es Salvador Espriu i els anys cinquanta (en Serra d'Or, año XIV, núm. 154, 15 de julio de 1972, pp. 12-15), nos redondean la idea acerca del nombre y del poeta. Un libro muy importante a este respecto es el de Maria-Aurèlia Capmany: Salvador Espriu (Barcelona, Dopesa, 1972), publicado simultáneamente en catalán y en castellano.



Martí Soler