Material de Lectura

Elegía bufa


...Acuso!

¡Ay, vida sin alegría,
Sin desespero ni nada!
La gente se acuesta... es de noche;
Se levanta la gente... es de día;
Y la misma puerta cerrada
Del lado de cada vía,
De cada lado, de cada...
Finge que es guía.

Así, ¿qué puedo yo hacer
De mi alegría?
Sólo comparables
A mis desánimos...
...Los tengo
Mas esos dones inefables
Me suben hasta la boca,
Se me vuelven acidez;
Que yo tengo dientes postizos
Con caries de verdaderos.

¡Protesto!...y como todo lo mío,
¿De qué me vale?
Sólo como
Lo que me dan de comer
Los carceleros.
Sólo bebo
Lo que me dan a beber.
¡Sólo tengo lo que no es mío!

¿De qué me vale?

¡Arriba, arriba, gaviero,
Arriba, hasta el tope real!»)
¡Ay, tope real quebrado,
Envuelto y conservado
En el cuarto de cuatro muros
Como mi cuarto!
Cerrado,
Con cortinas en las ventanas;
El tope real en un rincón,
Momificado,
Como un violín sin cuerdas.
Por el suelo pasean cucarachas,
Brillantes, burlonas, gordas...

En los rincones telas de araña
Con harapos de tejidos,
De sueños envenenados,
Con insectos enredados;
Un cementerio de moscas.

Colgante
Del techo recto
Como un pendiente;
Y yo, paseándome en alpargatas
Y declamándole a las paredes
Alguna vieja conseja
Con lunas y con bastos.
Ven, ¿quieres que te cuente el cuento
De las calzas azules?
»)

El cementerio de las moscas
A veces me golpea en la testa.
Tropiezo con sillas toscas
De pie cojito
Y al lado, el señor Antúnez,
Que es mi vecino,
Escucha tan virilmente
Que hace temblar las paredes...
La bella doña Praxedes,
Señora decente
Del cuarto de enfrente,
Rompe vengativamente
En un sarcástico falsete.
Y el loro de la escalera
Comenta y repite:
«¡Malos rayos a esa gente!
¡Todos son manada!
¡Malos rayos a esa gente!
¡Todos son manada!»

¡Así es el lecho en que me acuesto,
En el agujero de mi cuarto
Y donde sufro el dolor del parto,
Que no acaba,
De mí mismo!

(Relámpagos, soles, cúmulos,
Alas de ángeles sobre cúpulas,
Pasadas del Mar Rojo)
Así es mi cuarto que huele
A cisco, a viejo
Y a vida podrida, vacía...
¡Ay, vida sin alegría,
Sin desespero ni nada!
La gente se acuesta... es de noche;
Se levanta la gente... es de día.

¡Buey agotado, sufre tu yugo!
(Me mordí la uña mayor;
A médula me sabe la boca)...
¡Arre con tu carro!
¡Sufre tu yugo!
¡Arrastra tu carreta!
Y si estás agotado del todo,
Puedes quedar bien cargado
En la lama de la calle...

En una almohada de lodo.
Y volviendo hacia quien pasa
Un ojo muerto, vidriado,
Redondo, espantado, enjuto,
¡pero enorme!
Porque detrás de esa vidriera
¡Dios no duerme!

Poeta
De labios de infante,
Cabellos de seda,
Sonrisas de luto...
¿Por qué te detienes
En el rincón
De la ventana vacía?
¿Qué sueño te enreda
Que tanto
Desvarías?
¡Retírate! Enfila
Hacia las mangas de alpaca.
Siéntate a la mesa y comienza.
Inclina la cabeza
Con la lengua de fuera,
Y copia, copia, copia, copia
Con letra legible y opaca.

Ora ahora
Consigues que guste y sonría
Su señoría
El Jefe de la Oficina.

...¿Así qué puedo yo hacer
De mi alegría?

¡Acuso, protesto, acuso!
¿De qué me vale?

De tus versos
¿La línea es seria o la intención
Tuya es ser zumbón?

¡No sé lo que son!

Tienes mesa y mantel compras,
Pero te falta el pan.

Son sollozos de ironía.

Así, ¿qué puedo yo hacer
De mi alegría?

Que la pelota que rebota la encontré poca
El techo bajo y recto me pesó,
Por la hendidura de la puerta el humo entró.

¡Por eso la fuente cantó ronca!
Por eso la fuente canta ronca,
La fuente que Dios bendijo.

Que el mundo que ya pasó
Allá se miró...
¡y bebió!

Por eso, yo.

«Por eso grito y gritaré,
Del fondo de mi alma hasta la muerte:
¡Aquí, del Rey, aquí, del Rey!»