Material de Lectura

Cartas de amor

 

¡Óyeme! si es que aún
Me puedes tolerar,
En este papel rasgado
Por las aristas de mi alma,
¡Ay! ¡las absurdas intrigas
Que te quisiera contar!
¡Ay, los enredos,
Los miedos
Y las luchas en que medito,
Sea o no sea por eso,
Sin descansar
Un momento...!
Quien sufre piensa, y el tormento
No es sufrir, es pensar.
El pensamiento
Hace tragar el vómito de hiel...
¡Oye! si soy cruel
En este papel quemado
Con los incendios de mi alma,
Es de rabia porque en balde
Te intento decir sin falsedad
Cosas que, dichas, ya no son verdad...
¿Busco yo decirlas
O intento esconderlas?
¿Busco yo decírtelas
O busco la vanidad
De hablarme más a mí, de modo que me oigan
Esos mismos que desprecio
Y cuya alabanza me es cara?
¡No me creas!
Lo que digo
Antes o después, lo peso;
¡Y no! ¡no es a ti a quien me declaro!
Sé que no me entiendes.
Sé que en cuanto mejor te revelo
Mi mundo profundo,
El fondo del mar,
Los limos de mi pozo,
El antro que es sólo mío (siendo, a pesar de todo, nuestro)
Menos me entenderás,
Tú, ¡mi mitad!
Por eso no me es sino vanidad
Mi amor, mi pretexto
De este miserable texto...
¿Ves cómo soy?
Pero soy peor que esto.
Sabe que si me acuso
Es sólo por el vicio antiguo
De lamerme las manos y arañarme el pecho
¡De exhibirme al Cristo!
Sábete a mi respecto,
Que voy más allá de lo que digo.
Sabe que los males que ahora uso,
Como quien usa
Peluca o dentadura
Son la pintura
Que esconde los más verdaderos,
De otro tenor...
¡Y sabe que soy peor!
Sabe, si es que no lo sabías,
Que tu amor por mí me hizo alcanzar el amor.
Que a ti... ¡quién sabe si te amo!
Sé que me dejan solitario
Ante el gritar de los mundos y de los siglos;
Sé que mi camino es un calvario;
Sé que el silencio
Me ha de sepultar en vida;
Sé que el pavor, la noche, el frío
Serán el jardín de mi ermita;
Sé que siento compasión por mí.
Queda tú, sabiendo así,
¡Querida!
Porque te llamo.
Pero, ¿amarte?
¡No, mi vida,
No! Me redujeron a esto
Sólo a mí me amo.
Ámame tú, si puedes,
Sin intentar esconderme:
Podrías creer que me encontrabas,
Y entonces yo te perdería, y tú tendrías que perderme...
Al menos tú... ¡desiste
A la sobrehumana prueba que te pido;
La más heroica!
La más oscura y más triste
Es esa, y este es mi precio.
Más que el despecho, el odio, la incomprensión
De aquellos por los que pasé sereno,
Extendiendo la mano, afable,
Al frío, pérfido, amable
Apretón de su mano;
Me hiere,
Me pesa en el corazón,
El frustrado amor de los que me interpretan.
¡Ay, bien quisieron amarme!
¡Bien lo intentaron!
Pero nunca me perdonaron
El no ser dominados
Y el no poder dominarme...
Y así nuestro amor fue una lucha
De dos cobardes abrazados.
Entre tú y yo.
Tan profundo es el contrato
Que no puede haber disputa.
No es el pacto
De un pobre apretón de manos:
Entre nosotros, sí o no.
¡Desnúdame... ve si me quieres!
¡Desnúdame con desvergüenza
Que es la hermana del desespero!
¡Ve si me quieres
Sabiendo que yo no te quiero,
Ni te merezco,
Ni merezco ser amado
Por la peor
De las mujeres... !
¿Podrás amarme así?
(¿Cómo explicarme?)
Por alguna cosa que yo fuera,
Pero ¡no por mí, no por mí!

Te beso los pies, mi amor.