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Peter Quince ante el teclado |
I
Así como mis dedos producen música Sobre el teclado, Así con idénticos sonidos En mi espíritu componen también música. Es sensación y no sonido la música. Al menos así la percibo Aquí en el cuarto cuando te deseo, Y pienso que la seda de tornasombra azul: Es música. Y es como un acorde Con el que despierta Susana a los ancianos. En la tarde verde, límpida y tibia Ella se baña en su jardín tranquilo, Mientras los ancianos de ojos enrojecidos Sienten que laten los violoncelos de su ser En embriagados acordes, Y su delgada sangre Pulsa el pizzicati de Hosana. II En el agua verde, clara y tibia Yace Susana. Ella buscó la caricia de los manantiales Y encontró Ocultas fantasías. Y suspiró Por tanta melodía. Más arriba de la ribera Permaneció de pie En el frío De gastadas devociones. Caminó sobre la hierba, Aún trémula. Los vientos eran sus doncellas De pies tímidos, Que buscaban sus bufandas tejidas Aún ondulantes. Un vagido sobre su mano Amortiguó la noche— Un címbalo irrumpió Y rugieron cornos. III Pronto con ruido de panderos Se acercaron a ella solícitos Bizantinos. Se preguntaron por qué lloraba Susana Con los ancianos a su lado; Y mientras murmuraban, el estribillo Era como un sauce barrido por la lluvia. Pronto cuando se avivó la llama de sus lámparas, Ésta alumbró a Susana y su vergüenza. Y después huyeron los Bizantinos De simplona sonrisa, con ruido de panderos. IV En el pensamiento la belleza es momentánea– Es incierta la copia de un portal; Pero es inmortal en la carne. El cuerpo muere; pero la belleza del cuerpo permanece. Así la tarde se desvanece, con su fugaz verdor, como Una ola, flotando interminable. Así mueren los jardines, sus apacibles alientos perfuman El manto del invierno, exhausto arrepentimiento. Así las doncellas mueren, con la madrigal celebración Del coral de una doncella. La música de Susana tocó las obscenas cuerdas De aquellos ancianos; pero al escapar, Dejó sólo el rasguño irónico de la Muerte. Ahora la música es su inmortalidad, toca En el claro violín de su memoria, Y hace un constante sacramento de la alabanza. |