Material de Lectura

Iván Carvajal



Selección y nota introductoria de Raymundo Mier



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Nota introductoria


Escribir poesía hoy es una dilapidación. No obstante, ese desarraigo tiene la densidad de un gesto, es ineludible. Es, más que nunca, una invocación extrema, una duali­dad limítrofe: el silencio o su despliegue especular, dos modos del destierro. El horizonte del acto poético es el de un gesto amortiguado que se implanta siempre en los márgenes mismos de la literatura. Su intimidad o la indi­ferencia. La poesía admite acaso un movimiento: su declinación del acto literario, el repudio de la literatura, el hundimiento en una tradición que es la devastación de su propia lectura.

La poesía latinoamericana está atravesada por esa inti­midad de la violencia del acto poético límite: Vallejo, Huidobro, Girondo, Molina, de Campos. Lezama. La poesía como acto residual: la extrañeza. La escritura poética sólo admite su disolución o su encierro; cuando se hace incalculable, la palabra toma "la forma del silen­cio" (Celan), es el desplome en un acto sin desenlace.

No hay recuperación de la escritura: su ejercicio es siempre una vocación de vacío. Pero no obstante hay un resguardo frente a ella, la cuota que todavía se preserva para la literatura.

La poesía latinoamericana ha incorporado en sus gestos más autónomos la violencia no como ruptura, no como negación, sino como una revocación de la memoria. Quizá no haya que hablar de una tradición de la ruptura, sino más bien, de una tradición como resguardo de un tiempo íntimo, de un juego desde las latitudes de un silencio en el centro mismo de la palabra, una irrupción del vacío en una voluntad inútil de identidad.

La escritura de Iván Carvajal pertenece a la herencia latinoamericana de las escrituras incalculables. En los márgenes de la literatura. En la plena dilapidación de la plegaria. Es una plegaria, una voz atestiguada y, como quisiera Celan, inaudible. Es, en principio, una reiterada evocación de las geografías despobladas: Del avatar y Parajes. No hay plenitud de la mirada, sino una demora en los entretiempos, inventar la lectura como descenso o como extinción:

un valle de huesos secos
tendidos sobre la arena y el limo
un saco de légamo amarillo y granitos de cuarzo
un valle largo
con los cuerpos deshechos de los mitayos
arrimados a los pencos de cabuya

en las evocaciones dilatadas, en el aplazamiento convertido en extensión terrestre, una reiteración de las fisu­ras como imagen que articula en series interminables, las invocaciones del lenguaje.


polvo del derrumbe de los puertos saqueados
polvo de los cascotes de las botas de los soldados
de los bolsillos de las camisas de los masacrados
polvo más polvo de las mangas del prestidigitador
de las cavernas de las banderas de las torres
sobre estas ascuas que nos quemarán las plantas

Intersticio y oblicuidad del movimiento, el despobla­miento de la imagen, su precipitación en el lenguaje rít­mico de una evocación sin origen. La poesía de Iván Carvajal constituye una escritura que restaura para noso­tros, esa violencia originaria de la palabra como "ritual secularizado" (Benjamin).



Raymundo Mier
 
 
 

Nota bibliográfica

Iván Carvajal nació en Ecuador en 1948. Ha publicado cuatro libros de poemas: Poemas de un mal tiempo para la lírica, Universidad Central de Quito, 1980; Del avatar, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Guayaquil, 1981; Los Amantes de Sumpa, en la revista Plural en 1983 y en la editorial Viva-Vida, Quito, 1984; finalmente Parajes, Universidad Católica de Quito, 1983. Con este último ob­tuvo el Premio Nacional de Literatura "Aurelio Pólit".

 

Poemas de un mal tiempo para la lírica


Días del parto y días de la muerte
Exilio
Tus amores también quedarán sin nombre
Discurso de método



Días del parto y días de la muerte

 
Días del parto y días de la muerte
estaciones que saldan la alegría de vivir

Tardes del himno de las revueltas
con el fuego encendido en el volcán
y la hoguera doméstica ardiendo

Las muchedumbres coléricas se levantan
en bramido que barre las tierras

Clandestinamente celebras la ternura

Se sabe a medias:
las ojivas atómicas
apuntan contra ciudades góticas

Y el hombre y la mujer
asidos uno a otro y como pueden
envuelven su mundo en el desnudo abrazo
de sus cuerpos.

Exilio

 

Sangres y huesos yacen
Sin túmulos funerarios

Los muertos no enterrerán a sus muertos

Al anochecer
Las agujas de los cipreses
Enfiladas lanzas contra el campo abierto

Los muertos huirán de los vivos

En casa el baúl listo para el destierro
Y pan para el camino

Los vivos huirán de los muertos

Adonde van estos caminos
Dónde se hospedan los viajeros
En noches de luna llena
En noches de tempestad
Con quién toman su vino
Por los puertos del mar dónde se van

Los vivos no tienen tiempo
Para enterrar a los muertos.


Tus amores también quedarán sin nombre


Polvo serán, mas polvo enamorado.
Quevedo
 

Tus amores también quedarán sin nombre

Nombrando la juventud y el júbilo
Tus palabras marcan la muerte
En un mismo gesto

Tu amor es amor de tu tiempo

Amor a secas
Ya es inútil nombrar en los versos
A la que un día amaste.


Discurso del método

 

Y si todo fuera ilusión
Sería inútil correr de lado a lado
Por la casa en desorden
Y buscarte en cada rincón de este laberinto
De vasos de butacas de libros y frazadas
Que si sería engaño
Tu cuerpo desnudándose
Y desviviéndote de amor, tú, deseo mío
Ardientes besos y quejidos
No fueran más que el sueño de un infierno

Pero más que la furia de la tempestad
O la herida en la guerra
O un pensamiento mío
Tu cuerpo de mar extendido
Al que repliegan muerte y vida
Es certidumbre plena.


 

Del avatar


En las circunscripciones de Circe
Variación sobre Hansel y Gretel
In partibus infidelium
Si oí mi nombre



En las circunscripciones de Circe


Ella me ha hecho perder mis viejos usos
hasta que todos me reputan loco.

Ezra Pound, La Fraisne


I

Lo que debía recordar del mundo
Hallaba prontamente en las formas de su cuerpo
Transfigurado en abismos marinos
En oídos del día
Labios de la noche tendidos en la playa del firmamento

Infatigable yo corría tras sus pájaros
Sus carcajadas
Ya que mis ojos emergieran de la cueva que cava el topo
Ya que despertara sobre la copa
Del ciprés
En múltiples caminatas la rodeaba
Para volver a empezar
Las migraciones
Lamiendo su sal
Y el sol orillaba sus pezones
Tostando al tiesto los ojos con que la descendí
Con que la trepé
Con que la abordé a la alborada
¡La lluvia a cántaros en su piel!

En ocasiones de su voz volvían las memorias
De cuanto supe en las ciudades
Donde me entretuve a descansar
Vastos escombros
Sucesión del derrumbe a la sombra de sus miembros
Ella era un collage de fantasmas
Enloquecer
O regarse por el piso
O saltar por la ventana
Hacia la revuelta
y el deseo
(un dios niño con garras de dios padre
comanda el caos
y enmienda el caos)
y el deseo
Nunca satisfecho con el fin de la obra
Nos volvía al comienzo.


II

Más allá de los dos
No existe límite alguno para transgredirlo

Yo no me ocupo en planear evasiones

Cuido sus chiqueros placenteramente

Maga de cuanto es propicio
Transmuta su figura desde el día hasta la noche

Desde siempre
En la oscuridad la busco
En el rescoldo
En el respaldo
Resuello
Resbalo
Incesante graznido.


III

Desperdiciados
Desperdigados
Pasos donados a la noche
Al juego de dados
Me detengo en los bares
A mojar el bigote en cerveza
En vinagre
Seguido de cerca por viejas porteras
Asciendo escalón tras escalón
Oyendo espléndidos gemidos
Gorgotear de aguas
Roer en maderas
Gran salpicazón de las sangres
Chorros de aire
Trabajos de la carne
Nada hay tan plácido
Como perseguir el ruido de la motocicleta por las avenidas
Nada como dejar caer en el gaznate las ruinas heladas
de la medianoche
Comedor de maní
Comendador y creyente


náufrago

Sea tu vagabundeo hasta el fin
Que aquí me dieron de palos
o allá hundí hondamente el cuchillo
(No importa entrar en precisiones)
y prosigo
Tras los pasos supuestos
Tras el brillo soñado de un impermeable de muchacha
A lo largo del muelle
Verticalmente por las escaleras
Alardeando del macanudo desorden del alma
¿Osarán —me pregunto—
Osarán los cartesianos demonios del Engaño
Tentar en la memoria hasta este límite?

Los faros de los autos me acanallan
Otro menos fuerte que yo
O más avergonzado
Se arrrojaría bajo las ruedas
Yo me sostengo
He venido con sólidos motivos
El que adorne con violetas los ojos de la joven prostituta
Es pura diversión

Lo mismo haría Hamlet para despistar a los curiosos
Pero quizás yo logre arribar a la terraza
(Me venía diciendo
Mientras escuchaba canciones de beodos
A las esposas en batas de dormir)
Y quiera extenderme
a lo largo del suelo húmedo

Contra la oscura indiferencia del cielo de septiembre.


IV

Del otro lado de los eucaliptos
La monja nos abandona
Al extravío

En el delirio
Lívida
Espantada
Blanqueando el viento con su grito de pudor
La monja blanquecina
Punto blanco

monajada

Anonadados permanecemos
Al pie de los altos árboles
índices de qué torpezas
De qué páginas
La conciencia
pudriéndose (en reventazones de naranja)

Y el aullido pesa más que la ceguera y la sordera.


VII

Sahara


La noche se ufana de afanarnos
La mano rasga las vestiduras
Caricia
Hisopo que borra el confín
Del desnudo
Matemática que confunde abismo y cima
En el letargo
Cesa
Cesa la antigua lucha
Urdida entre oxígeno y carbono
Trabazón de las lenguas
Red del olvido
En el perfume de la noche
Aun el apacible olor de las malvas
Se violenta
La mano
En el dibujo de una escritura de fantasmas
Instantánea
Y sólo el silencio de su fin se guarda en la memoria.
 

Variación sobre Hansel y Gretel

 

Mordisqueando el escapulario desciende
parca de palabras
por la escala
rasgada hasta las uñas por la luz del mediodía
viene hasta mí
p u n t u a l
estoy siempre al acecho
soñándola distinta
aceitunada
en explosiones verdes
(y mi hermana
en Sus descuidos
rondará alargando sus dedos dentro de los agujeros
de la pared)
Ella
se llega aletargada
con el lenguaje necio de la espera
(y mi hermana en retraso)

con el lenguaje despoblado de lo que no puede evitarse
(perpetuamente)
y nuevamente vieja la veo venir indistinguible
en la excesiva claridad
adivino:
su cuello ocre
sus pechos de orín
hollín al vientre
sexo oxidado
(ya nada hay que pueda adelgazar mi meñique hasta
aquel punto)
habituado como me encuentro
a verla acercarse por el puente
apoyándose en su herrumbroso cayado
mordisqueando el escapulario desciende
parca de palabras


In partibus infidelium


A Joaquín Hernández


Las negras naves abandonan la bahía
las bodegas repletas del botín
los capitanes
disputan en los puentes las esclavas
atrás
arde la ciudad
cumplido el destino
acabarán donde empezaron
arrastradas por los vientos
y el acompasado golpe de los remos
heme aquí
llegado al cuadrángulo de vidrio
avisoro
diviso
trazo la ruta

partiré de inmediato
hacia los sótanos

bajaré las escaleras en puntillas
la mujer fenicia tiene el sueño ligero
en verano toma limonada en la terraza
en invierno arde la estufa
mas
se queja de la artritis
de la frialdad del lecho
espera carta del esposo
"Cartago
hay perspectivas de buenas inversiones"

cerrará el negocio
y estará de vuelta para la cena
demorará el navio
extraviado entre espejos
mares ficticios
jugarretas son de los dioses
cuesta su cuota de muertos
salir del laberinto
después
el almirante dibujará la travesía
tortuosa
aun a pesar de
Brújula Astrolabio Sextante
serenidad celeste
velas arriadas
nunca me cansaré de constatarlo
aunque acabe por enceguecer
confrontando los mapas
descifrando los códigos

partiré de inmediato

mi novia se impacienta en la casa de enfrente
se aburre con las agujas
nunca acabará sus calcetines
morirá con los pies helados
con los ojos resecos
enloquecida

oh dura memoria que la olvida
en su triste y frío cuarto
arderá en sus labios
la palabra acongojada
rencorosa
cómo llegar mi dueña
dulce
cielo nublado
cómo llegar
la tempestad arrecia
lo reconozco
me comporto a lo fenicio
le escribo cartas muy bellacas
nunca acabará nunca acabará
"vendido el cargamento de moluscos a las tintorerías"
"cambiando mis trozos de vidrio por sus adornos de oro"
"(¿te he hablado de su maravillosa ingenuidad?)"
"si soplan vientos propicios desde el sur"
"navegaré rumbo a la patria"
"tenme listas la tina y las toallas"
"triunfal"
"de vuelta al tálamo"
"de vuelta a los roperos donde hieden viejos sudores"
"entre bolitas de naftalina"

mi novia insomne traga belladona
tras la nave negra
se arroja por los acantilados
nunca acabará

y yo he conversado largamente con la señora Olga
pasará la familia en la playa el verano
se sentarán en la arena
a mojar los pies en espumoso mar
su amiga la señora Elena
ya broncea la piel
caminarán las dos hacia las rocas
después de beber menta en el Yatch Club
añorando años de adolescencia
noches de luna de miel
las dos se abandonarán a la nostalgia
soñando la seducción del joven héroe
campeón de las regatas
los esposos
volverán el sábado
nunca acabarán
correrán hacia las rocas bien entrada la tarde
nunca acabarán

¿regresará para la cena puntualmente?

por el sureste emergen ya los mástiles
y ante la puerta el mendigo Himbad
manos y oídos anhelantes

¿no lo he dicho aún?
pues merece que lo explique con cierto detalle
descubriendo la banalidad de los grandes fines
mi padre reposa su encanecido cráneo sobre mi pecho
su quejido fluye y me recuerda las voces
que yo poseía
antes de cualquier creencia
cuando la cuna era más un territorio
incómodo como toda patria
que un imaginado bergantín

¡mi padre!

cuánto hace que has reverdecido
y has vuelto a enflaquecer
cuánto hace que partes en las tempranas horas
y a la noche vuelves por atajos
todo raído el traje
espantando a los perros
con el bastón y el sonoro carajazo
¡cuánto hace!


sin embargo
¿quién se detendrá en casa
supersticiosamente?
¿quién no arriesgará el pellejo?
en cada pared una acechanza

mas yo podría
jurar que las putitas morenas y rateras
envueltas en volutas y telas baratas
(el puñal en la liga de la media de seda)
cantan para mí
se adornan para mí
son bellas para mí
son cultas para mí
enloquezco de placer con sus encantos

con afrentosa impudicia
santas mártires
azotadas roídas quemadas con hierros al rojo vivo
tocan a arrebato las campanas
en esta tierra de infieles
el calor tuesta los párpados
se ve poco y con dificultad
el aire se vuelve pestífero
¿mas nadie muere ya de peste?
sólo las ratas pasean a sus anchas
y no únicamente por los mercados
los más pobres
acaban comidos por el tifus
la mujer violada
Marilyn Monroe con aretes de bambalina
traga barbitúricos
los más apuestos estrellan sus autos
deportivamente
otros como yo mueren de pie
bostezando
orinando hastiadamente
nunca acabará
pudiera vender baratijas
vender números premiados de la lotería
nunca faltarán incautos
pero me he vuelto respetuoso del azar

negligente

mi padre retorna
convencido de que toda intención es ilusoria
bate su quijada una risa estentórea
cuando se menciona la palabra "esperanza"
viejo lobo de viejos viajes
prefiere quedarse en cama la mañana entera
leyendo los diarios sin interés

yo no he llegado aún a esa edad
propicia para los desayunos con tostadas
y zumo de naranja servidos en bandeja
(costumbres poco sanas)
debo moverme
caminar unas cuadras

veintisiete

sin embargo carezco de distracciones
como de planes

Lo mejor de la ciudade es su cementerio

nadie me quitará de la cabeza

el domingo es una soberbia idiotez
malos hábitos del descanso divino
incorporados a la pereza
de los mortales

copiadas son de los griegos las Venus
culos expuestos al aire oxidante
torneados muslos
envidiables senos
blancos lechosos
centauros fuertes de cascos
pisan el polvo
los cráneos
diosas aladas coronan las tumbas


tufo
estupor

estupro
estropajo

e s t u l t i c i a
¡cuídate de repetir gestos del teatro!
Con asco

arrojo la calavera

lejos
veleidades

¿invocaré los nombres en el polvo?
¿los aciagos terrores nocturnos?

bajo un sol reverberante los cadáveres
flotan sobre las aguas

advertidos por el oráculo
por la profecía del ciego
y no podían evitarlo
terminaban arrojándose enloquecidos por el canto
audaz geometría del salto hacia el vacío

... y usted dice rabino yeerran los griegos
tomará té supongo
galletas con mermelada para usted

pues heme aquí

persona

(máscara y libertad)

mas vagaré entre pillos
por un tiempo indefinido
saltaré también por la borda
encogido en mí mismo como un feto

pez
garfio

garabato
todo sueño de absoluto acaba en la desdicha
todo esfuerzo en olvido

mar de cadáveres el sur
vergonzosamente
ahora soy yo quien hunde la pértiga del bote
apartando los cuerpos que se hinchan
que apestan
impotente
envilecido
nunca acabarán estas aguas viscosas
nunca
¿renegaré de la aventura?
¿o sentado sobre la tumba más elevada
intentaré reconstruir una utopía?

¡gastos heroicos!
los dioses van en huida
perseguidos por el fantasma
de su obra
nadie trocará el fin de la tragedia
no habrán constelaciones que eternicen
el efímero nombre del héroe

¿seguiré mascullando tendido sobre la loza
entre gatos e iguanas que toman el sol?

heme aquí
sin pasadas glorias de familia
errando junto a mercachifles
cruzando zonas de seguridad
con mucho tino

desde el cuadrángulo de vidrio
contemplo la ciudad calenturienta y mortal

me digo

nunca cesará la espera de la joven fenicia
se distraerá cuidando pajaritos enjaulados
repetiré los yerros
la erranza
la ciudad existe por su cementerio
ahora lo sé
Himbad ha tenido que contentarse
soñando la historia de Simbad
todo gesto queda abolido en su retorno
toda meta acaba en el olvido
las naves
acabarán donde empezaron.

 

[Guayaquil, 1974]


Si oí mi nombre

 

Si oí mi nombre fue en antigua cabala
cavando fosas nuevas para cadáveres lejanos
dejados en los puentes sin defensa

rientes mujeres escoltaron el valseo
el entierro

en una noche
más de una vez revolvieron las Termopilas
fugaz es el tiempo gastado en las escaramuzas
y no hay otra realidad del tiempo que no sea el instante

entre dadivosas diosecillas de puerto
abandonado a sus musitaciones
a las mutaciones de una sala baldía
de un cielo de huríes
desencantado
de una buena vez pierde las llaves de la memoria
me dije
no es de la floristería de donde llegan las rosas
no
en las pajareras desplumarán las aves

incurro en la rapiña
discurro
que tremen afuera las máquinas
entre nubes
en cadalsos
que truenen rujan pujen
impulsen sucumban
ronroneantes
mi oreja se presta a las fabulaciones
muero tal vez
tal vez me estoy muriendo en esta ciudad de provincia
a las ocho corren las aldabas
en este cuarto
con el plato de garbanzos
y el garbo
y la radio
revolotean las moscas

¡ah!
roto el encanto
maneja el alboroto a su arbitrio
y si un paso se ha de dar
que sea al acaso
bajo el acoso del azar
que el dedo se deje en la huella
no puesto en la llaga
allega la pluma de pavorreal
a la esquirla
acerca
acerca la llama
al ala de la libélula
y con triquiñuelas
has de pasar un camello
por el ojo de una aguja
o el hilo uncirá retazo a retazo
la página

roto el encanto
maneja el escarnio
y nada o poco ayuda la convicción
la metafísica te encierra en casa
la máscara te da ventajas
y qué decir
un tiempo hubo largo para el ocio
y otro que fue heroico
fatuo
y otro quizás de vino y lecho

tiempos hubo para embarcar en el cascote
aventurar recortes del mundo novedosos
un ruido de tambor
sonando en el corazón del África Negra
¡no!
un tobogán al límite
¡no!
la maldición de las viejas sabidurías
yo sólo sé que me levanto al nuevo día
con mi pereza de angelote rubicundo
ya una mañana caminaba por la ciudad de Brujas
o en otra parte vieron a estribor el humo de tabaco
de nosotros los extraños sentados a la ribera
de un gran río interiorano

eché a andar a bajar y a subir escalinatas
¡cómo están los laberintos de fáciles
de franquear!
y en una tienda de esquina
miré los anaqueles
pero no
yo sé que nada de esa historia
viene saltando sobre estos zapatos de goma

hoy me atrae el jolgorio
de un barrio de putas
al anochecer
el grito de las lavanderas
al mediodía
entre las sábanas
¿y qué me importa aquél
que sollozaba
en medio de la estepa
por la loba que perdía sus huérfanos
en la primera ciudad?
¿acaso me levanté para andar
con cánticos de fraile y el jubón del soldad
y usurpé en la posada el lugar
del fornicador al fin arrepentido
y en la plaza una jornada del verdugo?

ahí
en ei mercado
comprando fruta
oí mi nombre
en la confusión
en vano
en vano
ningún rostro es cabal
en el desván será posible
sorprenderse aún
con más de un descubrimiento
de un fingimiento

a la luz del día
mudo mi linfa
enfático
por una sola vez
en el ajedrez paso de alfil a peón
de máscara a máscara
cáscara
cara que horada una mancha
de tinta

aproxima espermas
en la noche de los gatos pardos
ara en el mar y en la loza
espera del vidrio la multiplicación
de los panes
¿obrará este canto?
¿abrirá un prodigio?
prodigar hijos pródigos que no retornen a casa
prohijar a los huérfanos del carnaval
especular contra los espejos

¿oí mi nombre alguna vez?
alguna voz
¿he edificado una ciudad
escondida en las sierras?
¿llevé grandes piedras a Sagsayguamán?

al otro lado de la isla solitaria del pensamiento
graba la uña: "Francis Drake, pirata isabelino"
y en la cueva de la ensenada
guardan aún los duros camastros apoyados contra la roca
allí donde debieron dormir los fascinantes facinerosos
pero hoy para mí es un sueño espléndido
después de las chanzas y las hazañas
no la piratería sino el carraspeo
de la tristeza holgando por los pasillos

nada
nada ayuda la convicción
aleja los vericuetos de la memoria
pero avanzaremos con la hoguera
arrastrándonos por las dunas
abriendo las brumas a escopetazos
que otros polvos recogerán nuestros abrigos
otras aguas salpicadas

y que traten de pasar
clavos por aldabas aldabas
por puertas puertas
en jaurías jaurías
a cuchillo pueblos exaltados
orquestados
encaramados en sus banderas

¿oí mi nombre?

repiquetean gritos
ecos
altavoces
repiquetean
murmullos
de una mujer a mi costado
en un cuartito azul
en el barrio Aguarico
una mujer reposa a tu costado
mis gigantescos olvidos
tus muertos pasados
la miseria dantesca en
una mujer contigo
tu muerte en la pequeña ciudad provinciana
la muchedumbre afuera y el ruido
que ha abolido de una buena vez
tu nombre.


 

Los amantes del Sumpa

 
 
Para Gloria

But wherefore do not you a mightier way

Make war upon this bloody tyrant, Time?

Shakespeare, soneto XVI

 

1.

Diez mil años contra la sal perdura
tendido el abrazo que la tierra protege

del deseo

la frágil escultura
la muerte

constelación de los huesos
echada al azar

sobre las dunas

¿rastro de amor?

huesos proféticos

(es sólo tuyo el ritual junto a la Tumba).


2.

diez mil años
el abrazo defiende
al agónico gesto
contra la afrenta del óxido
con que el Tiempo conspira

despojados de rictus y de máscaras
sólo huesos
fémur del hombre
sobre pelvis de mujer

y sobre el húmero
dura reposa la calavera
en el abrazo yerto.


3.

ninguna rosa
ninguna agua benéfica
en el caldeado mediodía

sólo arena y sol
el cementerio

¿qué lejana huella
de la pasión aún provoca?


4.

pacientes
entre los escombros de esas órbitas
y de las bocas
el gusano y las lluvias
despojaron la piel
desnudaron al hueso


5.

ya nada puede el sueño de perpetuidad
aún si los cuerpos al abrazo se aferran.


6.

pero aún si sólo escombros residuo calcio
junto prosigue el pulpo en su instinto
persiguen sus tentáculos al sueño

y anhela el cuerpo

diez mil años el mar persigue
con su pausado canto de sirenas
a la locura humana

y anhela el cuerpo.


7.

huésped de paso
levantará el hombre casa y canto
cultivará los huertos y los usos
labor sueño y escombros
en la sucesión que mide la clepsidra
hasta que el agua se pierde

quedan los restos de la fatiga humana
huesos arcillas máquina ocarina
tránsito del hombre por los lechos
que el Tiempo desnuda

huésped de paso
deja en la casa el canto
tu huella en las arenas.


8.

no sólo la carne
más la pasión se extraña
se consume se consuma se anonada
¿qué queda de las batallas cuerpo a cuerpo?
¿esa acuciante huella del deseo
en estos huesos?


9.

lateral cae la luz sobre la Tumba
fulgura en la Pareja eterno el gesto:
el abrazo desespera de la carnal ternura

el abrazo de otra pareja junto a la Tumba
a la luz cenital repite el gesto:
desespera del amor que no perdura.


10.

¿qué queda de la pródiga búsqueda del cuerpo?
¿qué de las voces de llamada?
¿qué del ardor de la caricia de los labios?
¿qué del eléctrico contacto de los sexos?
¿qué resta en estos rastros guardados por un pueblo
que escondió ferviente el misterio
bajo las piedras?
cadáveres ocultos a los ojos del profanador
legados a nuestra mirada
consagrando en esqueletos la unión

diez mil años la tierra escuda
al efímero gesto.


11.

ninguna frase queda de su lengua
ningún nombre registra su duración

todo su cosmos:

la Pareja
estos huesos
ordenados en el suelo bajo el sol

gaviota pez delfín y garabatos
la pura atmósfera sobre el mar infinito

pero adivina sus ojos de obsidiana
mirándose por sobre el fuego
adivina su voz
silbido de serpiente
que arrastra su magia hacia la espuma
allí desova la serpiente emplumada.


12.

sexo de mujer
abierta boca del mundo
ruedan las estrellas de lo interno
abalorios de coral en su pecho
y entre el viento y el mar
su cabellera de torbellino
emergiendo de la profundidad
profuso en ruidos el caracol
los peces en fosforescencias
el sexo de flor de concha de ensenada
habitación resguardo rincón de acogimiento
en la noche más oscura
que la pequeña selva que el beso
desentraña
y el sexo masculino
báculo de la ceremonia
árbol que se enfila hacia el abismo
gavilán que desciende vertical
sobre su presa
y asciende el humo
desde el fogón del sacrificio
alcatraz que se precipita
detrás de la anchoveta
émbolo de la máquina
que en la tierra penetra.


13.

la fortaleza del cuerpo
en la danza en el juego

y del abismo afloran
furor y fervor

persistir es vivir
y volver a morir
insistir.


14.

jamás escucharemos sus palabras
jamás escucharemos

nos quedan los supuestos
y la superstición

sólo los abrazados espectros

los cautivos del sueño.


15.

morir pudieron en plenitud perseverando
más allá del ruego y del espasmo
muriendo uno con otro uno en el otro
acabando en este juego de espejos
o repitiendo nosotros el abrazo
o nuestro encuentro reflejado en los huesos

morir perseverando en el abrazo
vano triunfo del amor por sobre el Tiempo.


16.

pronto la rosa agota su esplendor
en días perece el bello escarabajo
que en la larva germinara en meses
y también la piel lustrosa del felino
se aja y el rugido enmudece y al fin
nos causa lástima su pupila sin brillo

el tiempo humano es vértigo
de instauración

destrucción

ya nos devastará del todo el Tiempo

borrará de tus pupilas todo el brillo
y surcará tu rostro y en tus labios
no sonarán joviales las palabras
y yo iré para viejo y ya distantes
iremos uno y otro
a las arcanas sospechas de la muerte.


17.

la plenitud no está en la eternidad
reposa breve en el instante de invención
cercano a lo mortal estalla el gozo
bien puede el Tiempo arrasar y ser perverso
logrará acabar con tu amor y con mi cuerpo
mas qué importa si ya la rosa vivió su esplendor.


 

Parajes


Noche
Peregrinaciones


Noche


Para María Augusta

I

Cabalgar sobre este duro espinazo
sobre la áspera cresta erizada de espadas
encaramados sobre el lomo de espinos

a horcajadas sobre las lunas menguantes
dejándose llevar por los cascos febriles
por los espasmos de la noche
arrastrando las consecuencias de estas patas poderosas
ajenas a toda decisión y sin fines precisos
en los disturbios de la conciencia

cómo no hacerlo
resbalando por esta piel de granito
en la sorda batalla de los chasquidos metálicos

este rechinar parte de un tajo
la encrucijada en que se anudan los caminos

cómo no escapar de este cielo de aluminio y alquitrán
el séptimo cielo del granizo que se estrella contra los
[farallones
y eleva a himno el aullido de las víctimas

ah los vientos

ah los vientos
devoran las aristas de los cuerpos
los gemidos se confunden ahí abajo
en el estrépito que emerge de las catedrales

oscuros se tejen los versos de los nuevos cantares
en los odres oscuros y en medio de las explosiones

cómo irrumpen las aguas más allá de la orilla
las encrespadas sombras sin ribera
se rompen las aguas contra agujas de piedra
las sombras inútilmente contra las aguas
y alguien prende fuego a la hojarasca

piélago deshabitado

piel y posada de basalto para e! Espíritu
que se deshace-y-se-configura
velados riscos donde el vaho vuelve a encender
lavas ya frías
qué frágil la memoria
se retuerce si la pasión fecunda
el pensamiento gira con sus propios alisios
cómo no cabalgar asido a estas crines de perpetuidad
sobre los escombros aún humeantes
descolgadas sobre los objetos
estas cabelleras de medusas vehementes
estos ojos que encienden las lumbres de las convocatorias
las cifras de los dados en la fulguración del designio

urgido el entendimiento a descifrar
urgido el sabio por el compás de una música sin freno
lenguas torbellinos marejadas ronquidos de la alta mar
las acometidas de la noche sin límite
la amplia noche que niega el sosiego.


Peregrinaciones

 

I

¿Qué apremio me lleva por estas calles de colina
perfumadas por la menta y la yerbabuena?
¿hacia qué lugar velado y vedado?
¿hacia qué barracas?
¿dónde celebran los misterios?
¿la Iniciación? ¿la Consagración?
los ritos pobres de la Rutina
una Conjura
empezada tiempo atrás con la fermentación del maíz
en la olla de las chichas

por estas calles me guía el acoso
y azarosamente traspaso los pórticos
miro por las hendijas por las cerraduras
de puntillas paso por las alcobas
entre los cuerpos de las parejas en abrazo
camino por los jardines entre geranios
entre los lirios
allí enterraron los huesos
paso entre las alacenas las estanterías
atestadas de pan viejo y latas de conserva
y libros de cuenta vigilados con celo

y veo al ladrón levantar los baúles
cruzo por donde acaban los muertos
por donde anida la malicia del tahúr
y detrás de un biombo
donde la madre se enternece
el hijo impávido escucha los presagios
y hasta mí llegan las palabras testamentarias
designan los legados estrafalarios
los gobelinós las alhajas los jarrones
el reloj de la pared las mantillas
una vajilla de porcelana china 68 piezas
el anillo de la alianza los brocados
y en su estuche sellado la espada

y entre los patios y las sábanas tendidas al secado
ancianas que se persignan
mujeres que doblan la rodilla y rezan
y se consuelan y entre ellas se desconsuelan
con las muchachas bajo cuyos pechos
recién abiertos capullos ya asaltan anhelos
y me acosa la música del clarinetista
y el traqueteo de las máquinas
y los golpes de los martillos
empujándome al albur entre soldados
que en los días de paz empiojan las tabernas
saltando sobre las piernas de los vagabundos
que se secan al sol en las plazas
vengo a mi Silla
a mi lugar en la Mesa

y ya en torno están esas almas desoladas de los ebrios
en contubernio dudando de la época
rumiando su interesado desinterés
y escupen tabaco sobre el aserrín
oyendo al heraldo que despluma un gallo vivo
y afuera es pascua
pero cantan tres veces y más su perjurio
y reniegan

y entre esa multitud Tú
Don Quijote con tu adarga y tu sermón
haciendo de tu razón locura un don
en las fraguas del Entendimiento Tú
Don Juan al borde mismo de la tumba
soñando en la rosa que aunque efímer
en el verso transmuta su esplendor y perdura
Tú Doctor Fausto bailarín

en la cuerda floja del Tiempo
enmascarando longevidad o premura
tras la mujer que al deseo aplaque
víctima de la voluntad de acción
tras las fórmulas tras las formas
en la explosiva inquietud del instante
yerto



entre la multitud
con el personal demonio danzando adentro.


II

¿Y éstas son las tierras de la promesa?
arrabales de Eldorado que heló las sangres
Eldorado del codicioso del mercader del sicofante
país de maravillas patrimonio de la usura
Eldorado del pensativo del pusilánime
país para el despojo del placentero reposo
país de leche y miel país para el engaño
sal del vehemente sol de congojas
aguardiente y canela en el gaznate
para el buscador de tesoros
para el buceador de las aguas profundas

un valle de huesos secos
tendidos sobre la arena y el limo
un saco un légamo amarillo y granitos de cuarzo
un valle largo
con los cuerpos deshechos de los mitayos
arrimados a los pencos de cabuya

paraje trajinado por la palabrería
que soportaron las generaciones de siervos
arrumados contra los muros sobre las cruces
o ya en procesión o ya en montonera
mitigando la pesadumbre en los páramos yermos
yéndose de un sitio a otro con las herramientas
en los disímiles días del trabajo del hombre

¿Y esta ciudad que parecía perenne
ya se derrumba en su nicho?
los vientos la acuchillan y restañan las heridas
se resguarda de la corrosión en sus sudarios
se esconde en traspatios de conventillos
donde las ancianas murmuran sus presagios
y las jóvenes gimen sin término contra las almohadas

qué ganas de bramar en los zaguanes orinados
qué ganas de gemir orinando en solemne soledad
de pararme sobre los parapetos de las iglesias
allí donde los monjes disputaron a espada por las monjas
de trepar a los atrios que el diablo trabajó
de batir las campanas y proferir un canto.


VII

hijo limítrofe del viejo Hijo del Hombre
César Vallejo

 

¿Y acaso no es de mi sangre el Sátiro?
conocedor de las fuentes visionario
los ojos sanguinolentos del vigía
de lo evasivo de lo entrevisto
furtivo encantador y encantado persiguiendo
en su fiesta de roca en roca una joven piel
hasta quebrarse las patas o los cuernos
debajo del arco iris ¡macerador de la uva!
¿y no son de mi estirpe los adoradores del fuego
los que probaron en las brasas del Conocimiento?

nací de ese barro antiguo lejano hijo
de aquél que hinchó los pies y escuchó
para caer en la red de su destino
de aquél que perdió la guerra
y salvando el pellejo saltó el cerco
huyendo por los mares huyendo del halago
y de otros que amamantó la fiera
lejano lejano hijo

y es de mi estirpe el sereno que recorrió las calles
alumbrando rincones donde ebrios y mujerzuelas
aún discutían por la paga y por los lechos
envuelto en su bufanda quebrantando
con su aritmética la duración

y el agrimensor que redujo a triángulos abstractos
los campos polimorfos
el celador de pirámides el curador de la proporción
y el astrónomo que dibuja entre los Peces el Cangrejo
el Escorpión los caminos sinuosos
de los Vagabundos
y organiza con sus círculos para el cielo un drama
y enloquece con la música de las esferas
que sólo su pensamiento escucha anhela
pervierte el futuro con sus sospechas
interroga al abismo acierta yerra
y a su modo reduce los espacios a la medida del hombre y
sus fatigas

lejano lejano hijo del pensativo
que fijara la realidad en lo inmutable
y de aquél que se probó en las aguas sin retorno
hijo de aquéllos que cambiaron el orden de las cosas
de los contemplativos de la abstracción
del que coló la duda como método
del predicador de buenas nuevas
y de las brujas que se achicharran
en las hogueras
lejano hijo del que pulió las lentes telescópicas
del almirante que redondeó la Tierra
y de aquéllos que pusieron en juego
sus intereses comerciales en la empresa

hijo del beduino del fanático que desboca corceles
por los desiertos
hijo lejano del mercader de incienso y bagatelas
del gozador sensual y del escéptico
hijo de porquerizos aventureros clérigos
del que cruzó los océanos para hacer las Américas
hundiendo los cadáveres de los mitayos en las minas

y desciende mi sangre por generaciones de ceramistas
de los agricultores del maíz y de la papa
comedores del cuy benévolos mascadores de la coca
a torrentes desciende la sangre como agua indeleble
que llueve sin término sobre las rocas de las
Cuatro Partes del Mundo
entre los muros de las fortalezas y los templos
mi sangre de hijo de los guerreros del
Empecinadamente Libre
del que legó ceniza y hosco silencio al enemigo

devengo desde lejos desde el pirata del inquisidor
del saqueador del caporal
del esclavo arrastrado desde el África con su bongó
hijo del tañedor de flauta hijo de amauta hijo
de bárbaros
y tanto corre por mis venas
inquietud anhelo deserción y componenda
tanta fatiga y obra comenzaba y no cumplida
que levantándome sobre los hombros de gigantes
sobre los escombros de las futuras destrucciones aún atisbo
el destino de la tribu batallando bajo el Sol.


XI

Para María Amparo

Y quizás no seré yo el anciano
de quien un pueblo escuche los proverbios
¿quién llegará para escribirlos? ¿tendrá paciencia?
¿y mantendrá la mente clara en medio del acoso
de los mercaderes?
¿de la premura de los jóvenes amantes
de los cálculos del avaro y de la toga del soberbio
de la aritmética siniestra de las grandes empresas
de la marcha de los soldados y los negocios del senado?
florece mi edad

y mientras camino por las calles
me detengo en la plaza y escucho
la demagogia del hierbatero y la prédica del santo
a destiempo
el malabarista asombra a los ojos incautos la farsa
en la fiesta
un milagro
ardides que mueven mis pasos
peón del ajedrez a quien la torre oculta
pronto a perderse en el gambito

y he aquí que la rosa se petrifica
que el pez naufraga en los guarismos
y aún el canto surge a la sombra de las pirámides
y aún el canto pregona en el desierto y entre náufragos
canto rodado en la fragmentación
resistiendo la disolución
¡no hay magia que valga!

¿y esta inobjetable mancha en la frente?
la cicatriz de la ceniza de los leños que crepitaron
cuando perdiendo la calma entre su música pausada
chisporroteante y su fulguración desvariaste
en la mitad posible del camino de una vida
y el ojo desguarnecido miró en el centro de la llama
donde se consumen los tiempos pasados
incólumes los reptiles los mártires del pavor edificante
graves visionarios purificados de sus pústulas
de su error de sus maldiciones

¡que aliento de azufre entre el azafrán y el incienso!


XIII

¿No ha de brotar para mí el hechizo
de las redomas sin cesar laboradas?
¿acaso en las esencias
nada nuevo es posible exprimir?
¿en un lecho confundiré los rojos pájaros
del estupor las alas que se estrellan?

enloquecido fauno cercano al infortunio
procaz cortador de las rosas
voraz naturalista fraternal del leopardo
bebedor de hidromiel
levanta a la luz cenital tu racimo
perfuma tu espacio con el capullo efímero
si aún no existe contigo un pueblo de recios bebedores
en fiestas de la consagración de los campos y las villas
si cada cual está a solas en su oficio
si está tu abuelo de rostro bíblico sentado en el zaguán
en estos parajes calizos los pies magullados
y otros como él pétreas estatuillas de la congoja
repetido mojón al filo de los caminos

si cada uno sostiene sus títulos de propiedad
rondando por las tiendas a comprar y a vender
si el usurero de pie en su bazar con las alforjas
si el mendigo con su jarro a las puertas
y obreros de cuero oscuro descifrando el porvenir
y mientras tanto buscando un vendedor de refrescos
en medio de su propia muchedumbre

¿y el poeta?

¿será escuchado en esta rueda de la dispersión?