Material de Lectura

 

Dos piezas para guitarra


I

La casucha de techo de lámina junto a la vía del tren
Proyecta una sombra. La paja flota en el polvo blanco
Y un vagón de cola permanece en pie. Estiradas
Bajo el sol, doce piernas en overol están de ociosas,
Manos oscuras y cabezas atajándose el sol y trabajando.
Una frunce el ceño sobre la guitarra: desafinadas,
Las notas van vagando en el calor
Como un insecto chirriando entre la mugre,
Sin el menor cansancio al mediodía. Un acorde se reúne
Y rebosa, y una voz sureña se aferra a una nota
Satisfactoriamente insatisfecha.
Aunque los rieles arden
Rumbo a ciudades de acero, no llevan a nadie
De por aquí. A la vista de todo mundo
Ni siquiera aquel vagón intenta ir a ningún lado.

 

II

 

Confecciono cuidadosamente un cigarrillo, y busco
Lumbre en la estufa. Con el pulmón lleno de humo
Me reúno contigo en la ventana sin cortinas;
Nos reclinamos en el marco, mirando la plaza
Allá abajo. Un hombre pasa caminando
Entre los despojos del naufragio. Y nosotros,
Con la mirada fija en el anochecer,
Compartimos un cigarro.

Al fondo del cuarto, nuestro amigo
Bosteza y apila las barajas. El montón no es muy grande.
Y repartir una y otra vez de aquí a que amanezca no
garantiza
Las mejores manos. Además, la oscuridad ya no deja ver.
Entonces, patea la estufa y se lleva a las piernas la
guitarra,
Toca esta nota, aquélla.

Estoy temblando:
De pronto me veo cargado de un lenguaje de seis cuerdas.
De pronto me doy cuenta de que no pueden expresar
Más que armonía, y no logran moverse
Sin un feliz erizamiento de aire
Que edifica en esta habitación otra distinta;
Y la habitual contención del dolor aprieta,
Porque juntos o en soledad no podemos
Delinear aquella habitación; y eso porque
No es una habitación ni un mundo, sino sólo
Una figura girando en el aire erizado,
Y, por lo tanto, carente de verdad.

Entonces, miro aquella plaza,
Vacía una vez más, como el hambre después de una comida.
Me ofreces el cigarro y te digo Quédatelo,
Pues me gusta ver el resplandor ir y venir
Sobre tu rostro. ¡Qué pobreza habita nuestras manos
Cuando sinceramente nos miramos a los ojos! Y de nuevo
la
guitarra
Me esparce por la tarde como una nube a la deriva,
Oscureciendo todo, incapaz de hacer llover.

 

ln the Grip...
15-18 de septiembre de 1946