De Catulinarias y sáficas (1981)
CATULINARIAS SÁFICAS
CATULINARIAS III ¿Por qué te digo, Virtus, que también es un feo vicio el vivir? Porque es tentación de disolutos, ocasión de ruindades, espacio de contiendas, valle de tentaciones, jornada de crueldades, tiempo de malicias, lapso de muerte. XII Una línea parte el horizonte si viene de luz; y si viene de ti, Aura Cárdena, sostiene el horizonte. XXII Se sabe que tu amor acuna fiebre, aflora coito, y que no puedes aplacar tu lecho cuando hierve bajo el sueño inocente de tu hermana, Claudio Incesto. XXVII No, Neo Nefario, no viniste como supones a pisar el ombligo de este vientre errabundo y sembrarlo con tus cerdos pesares. No viniste a cambiar tus nobles sandalias por el estropajo que regenera en la cima de tus semejantes. Escoge la rama que habrá de ventilar las luces de tu cráneo privilegiado. XXXIV Con la tibieza de tu clámide alfombras oficioso el paso de la corte. Pero eres afortunado, Laméculo, no tendrás que guardar tanto sigilo para cuando llegue la muerte: tu alma basta. XLIV No tienes madre, Huérfana, ni perro que le ladre a tu fría soledad sin pan, sin leche que has tenido que esperar a grande para tomarla entre las piernas.
Sáficas
VI Sin los brillos del oro de tus dientes alumbras luces ciegas, Auro Lelio. Un solo rasgo al poeta le ha bastado: quemar los siglos. IX Lisonja canta un himno a la belleza de mi nariz tronchada y mi joroba y elogia el heroísmo de mi tumba: incienso inútil. X Del cordel del amor la torcedura tiene el odio enhilado entre la trama, igual que en el andamio de la rama la alterna altura. XIII En el túnel del ojo los fantasmas derraman sus plegarias, casi flores. Ayuntan confundidos con los sueños que hablan callados.
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