Fernando Pessoa toma café en A Brasileira
[A la entrada del café...] Tren del verbo
A la entrada del café A Brasileira de Lisboa, el invierno ya viejo de Portugal acomoda a Fernando Pessoa en su silla de fierro verde. Pessoa toma su café, y sale a cumplir su destino con la vida y sus dificultades; asienta su cuerpo endeble de ave negra que se extiende a secar, cruza las piernas y las manos las une en un saludo de mí conmigo, del poeta al poeta, sin salirse de sí no obstante los otros poetas a otros versos suyos de distancia.
Soy el no soy
cuando soy trato de parecerme a mí
si no soy mi parecido me agobia
me parezco más al gusano
haciendo surco en la sal,
que la nota en Mi
rondando mi pecho inútilmente.
Soy todos en todos
aunque me vaya desprendiendo
de quien nunca he sido.
Pessoa, bajo la capa del frío se duerme en sueños y todo lo que pasa sale de su cabeza como una oda terrestre terriblemente triste.
Tren del verbo
Los rieles pareados no dejan que se descarrile el ánimo del verbo en poética circunstancia–
Suave entonado no debe chirriar en la raya sublime el roce de las consonantes de vientre metálico–
Una vocal basta para darle muelle–
En una estación del viaje las rodantes minúsculas no advierten los puentes atareados silbando de estupor–
Los hablantes van al frente de la procreación alineada dejando a su paso durmientes andadores–
Calza el rumor de la escritura el resplandor de la pulpa sensible al
oído tonal– Y si de pisar se trata las puntillas sigilan al verso no para verse sí expuestos al sol borbota–
–dicción Implantada–
El sol lo ponen los ojos que repiten el surco queriéndolo extraer de la superficie–
Lo que quiera decir lo escrito está en el suspenso al resguardo de lo físico sutil al tacto–
Nadie mueva la sombra del cuerpo so pena de restarle sentido al anhelo concorde–
Se irá la sombra con el silencio entre líneas demudando lo escrito en el tiempo
y quien lea a ojo de letra se quedará con la paja en el soslayo–
Esta escritura es el órgano del espíritu que a todo rasgo caligráfico convierte en memoria–
Memoria de sentido sin las patas alas y antenas de la pronunciación– Corrijo el desliz del lápiz caduco y el ruido del rasgueo en la hoja, así se aplaca, acá aquí y aquiallá o donde sea que la sonoridad lleve verbo en las venas adjetivas al revés y al derecho del aliento gramatical– Quédese sentado en la silla H el viejo verbo indigesto de acentos comas y guiones encerrados en paréntesis de cuatro ojos para que no se fugue el elixir de las palabras contenidas– Verbo en gracia sobre el caído para la anunciación de los hechos y la formación del tiempo en las cosas del tierricielimar y la pasión hundida en el alma como un clavo ardiendo.
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