Material de Lectura

Giuseppe Ungaretti (1888-1970)


Fue un poeta absoluto, esencial, desnudo ante la vida que en sus manos se convertía en poesía, y ante la poesía que, al conjuro de sus palabras precisas, se le convertía en vida.

En el breve prólogo que escribió para su libro L' Allegria, Ungaretti nos dijo lo que pensaba del quehacer poético: "Este viejo libro es un diario. La única ambición que tiene su autor es la de dejar en él su propia y bella biografía". L' Allegria es eso, una bella biografía. Están en el libro los primeros años del autor vividos bajo el desnudo sol de Alejandría, su estancia en París como estudiante, los primeros amigos, los poetas leídos en las terrazas de los cafés, las trincheras de la gran guerra, los compañeros muertos a su lado, el fin de la contienda. La bella biografía del poeta joven, la biografía de un momento de la historia de todos los hombres. La verdadera urgencia de su obra radicaba en el propósito de identificar la vida con la poesía.

Sus principales libros de poesía son: El puerto sepultado, Alegría de náufragos, Sentimiento del tiempo, El dolor, La tierra prometida y El cuaderno del viejo.



No grites más
San Martino de Carso
Tal vez nace
Gozo
Maldición
Te destrozaste
Se lleva
Lejos
Otra noche
In memoriam
Lucca
El puerto sepultado
Velación
Esta noche
Silencio
Ironía
Era una vez
Noche de mayo
En la galería
Soy una criatura
Universo
Alegría de los náufragos
Dormir
Agonía




No grites más

 

Cesad de matar a los muertos
no gritéis más, no gritéis
si queréis todavía oírlos,
si queréis no perderlos.

Tienen el susurro imperceptible,
no hacen más rumor
que el de la hierba que crece
feliz donde no pasa el hombre.





San Martino de Carso


De estas casas
sólo ha quedado algún
fragmento de muro.
De tantos
que me rodeaban
ni si quiera eso
ha quedado.
Pero en el corazón
ninguna cruz me falta.
Es mi corazón
el país más devastado.





Tal vez nace

 

Está la niebla que nos anula
Tal vez nace un río aquí arriba
Escucho el canto de las sirenas
del lago en donde estaba la ciudad





Gozo
Versa, 18 de febrero de 1917

Siento la fiebre
de esta
luz plena

Recibo este día
como el fruto
que se dulcifica

Esta noche
tendré
un remordimiento
como un ladrido
perdido en el
desierto

 

 


Maldición

 
Mariano, 29 de junio de 1916


Encerrado entre cosas mortales
(Aún el cielo estrellado acabará)
¿Por qué deseo Dios?

 


Te destrozaste

 

1

Los múltiples, feroces, esparcidos peñascos grises
todavía estremecidos por las secretas hondas
de ya extinguidas llamas primordiales
o los furores de torrentes vírgenes
que arruinan con caricias implacables.
Sobre la deslumbrada arena inmóvil
en un vacío horizonte, ¿no recuerdas?
En el declive que se abría al único
recodo en sombra del enorme valle:
Araucaria anhelante, agigantándose,
convertida ya en sílex arduas fibras,
mas no dañada, refractaria siempre,
refrescada la boca de hierba y mariposas,
en donde las raíces se cortaban.
¿No la recuerdas, delirante, muda,
sobre tres planos de un guijarro inmenso
en perfecto equilibrio
por magia aparecida?

De rama en rama reyezuelo leve,
ebrios de maravilla ávidos ojos,
tú conquistabas la escarpa cima,
temerario, músico muchacho.
Sólo por ver de nuevo el seno en luces
de un hondo y quieto abismo submarino:
entre las algas lentos reanimándose,
galápagos inmensos.
Esa tensión extrema
y las galas profundas
fueron avisos fúnebres
de la naturaleza.


2

Levantabas los brazos como alas
y de nuevo le dabas la vida al viento.
Raudo en el peso de aquel aire inmóvil,
ninguno vio jamás que se posara
tu leve pie danzante.


3

Gracia feliz,
no habrías logrado no despedazarte
en esa ceguedad endurecida,
tú, niño, silbo, cristal;

rayo de luz humana en el vacío,
selvático, zumbante, furioso
rugido de sol desnudo.

 

 


Se lleva

 
Roma, fines de marzo, 1918


Se lleva
el infinito
cansancio
del esfuerzo
oculto
de este principiar
que cada año
desencadena la tierra

 


Lejos

 
Versa, 15 de febrero de 1917


Lejos lejos
como a un ciego
me han levado de la mano

 


Otra noche

 
Vallone, 20 de abril de 1917


En esta oscuridad
con las manos
heladas
reconozco
mi cara
me veo
abandonado en el infinito

 


In memoriam

 
Logvizza, 30 de septiembre de 1910


Se llamaba
Mohamed Sceab
Descendía
de emires de nómadas
suicida
porque ya no tenía
patria

Amó a Francia
y cambió su nombre

Se llamó Marcel
pero no era francés
y ya no sabía
habitar
la tienda de su gente
en la que se escucha el canto
del Corán
y se bebe café

Y no sabía
desceñir
el canto
de su abandono

Lo acompañé
al lado de la patrona de la casa
donde vivíamos
en París
número 5 de la Rue des Carmes
calleja marchita en descenso

Duerme
en el cementerio de Ivry
suburbio que siempre
parece
un circo desmantelado

Y tal vez sólo yo
sé ahora
que vivió

 


Lucca

 

En mi casa, en Egipto, después de la cena,
ya rezado el rosario, mi madre nos hablaba de estos lugares.
Mi infancia vivió toda maravillada.
La ciudad tiene un tráfago timorato y fanático.
Entre sus muros sólo se está de paso.
Aquí la meta es irse.
Me siento a la puerta de la sombra del hostal
con la gente que me habla de California
como se habla de la propia parcela.
Con terror me descubro entre los nombrados por estas gentes.
Siento la sangre de mis muertos correr cálida por mis venas
Yo también tomo una azada.
Descubro mi risa entre los muslos humeantes de la tierra.
Adiós deseos, nostalgias.
Del pasado y del porvenir sé cuanto un hombre puede saber.
Conozco ya mi destino y mi origen.
Lo he profanado todo, nada me queda por soñar.
Todo lo he gozado y sufrido.
Sólo me queda resignarme a la muerte
y educar tranquilamente a mi prole.
Cuando un apetito maligno me inclinaba
a los amores mortales alabada la vida.
Ahora que, YO TAMBIÉN, considero que el amor
es una garantía de la conservación de la especie,
la muerte está a la vista.

 


El puerto sepultado

 
Mariano, 29 de junio de 1916


Llega ahí el poeta
y más tarde regresa a la luz con sus cantos
y los dispersa

De esta poesía
me queda
esa nada
de secreto inagotable

 


Velación

                
Cima cuatro, 23 de diciembre de 1915


La noche entera
tendida al lado
de un compañero
masacrado
la boca rechinante
vuelta hacia el plenilunio
mientras la tensión de sus manos
penetraba mi silencio
escribí
cartas llenas de amor
Nunca había estado
tan
apegado a la vida

 


Esta noche

 
Versa, 22 de mayo de 1915


Balaustrada de brisa
para que esta noche se apoye
mi melancolía

 


Silencio

                    
Mariano, 27 de junio de 1916


Conozco una ciudad
que cada día se llena de sol
y todo se arroba en ese momento

Partí de ahí una noche

En el corazón llevaba el canto
de las cigarras

Desde el buque
pintado de blanco
vi desaparecer
mi ciudad
dejando
pocas cosas
un brazo de luces en el aire turbio
suspendido

 


Ironía

 

Oigo la primavera en las doloridas ramas negras.
Sólo a esta hora se puede oír, mientras se pasa
frente a las casas solas con los propios pensamientos.
Es la hora de las ventanas cerradas, pero
esta tristeza de los retornos me ha quitado el sueño.
Un halo verde amanecerá mañana
tiernamente apoyado en las ramas aún secas
cuando llegó la noche.
Dios no se da reposo.
Sólo a esta hora le es dado, al raro soñador,
el martirio de escuchar la creación.
Esta noche, aunque es de abril, nieva sobre la ciudad.
Ninguna violencia supera a la de los semblantes silenciosos y fríos.

 


Era una vez

 
Quota 141, 1º. de agosto de 1916


El bosque Capuccio
tiene un declive
de terciopelo verde
como un suave
diván.
Dormitar allá
solo
en un café remoto
con una luz débil
como esta
de esta luna.

 


Noche de mayo

 

El cielo pone en lo alto
de los minaretes
guirnaldas de luces

 


En la galería

 

Un ojo de estrellas
nos espía desde el estanque
y filtra su bendición helada
en este acuario
del tedio sonámbulo

 


Soy una criatura

 
Valloncello di Cima cuatro, 5 de agosto de 1916


Como esta piedra
del Monte San Michele
tan fría
tan dura
tan seca
tan refractaria
tan totalmente
abatida

Como esta piedra
es mi llanto
invisible

La muerte
se expía
viviendo

 


Universo

 
Devetachi, 24 de agosto de 1916


Con el mar
me he hecho
un ataúd
de frescura

 


Alegría de los náufragos

 
Versa, 14 de febrero de 1917


Y de pronto reinicia
el viaje
como
tras el naufragio
un sobreviviente
lobo marino

 


Dormir

                
Santa María la Longa, 26 de enero de 1917


Quisiera imitar
a esta aldea
tranquila
bajo su camisa
de nieve

 


Agonía

 

Morir como las alondras sedientas
sobre el espejismo

O como la codorniz
que pasa el mar
y descansa entre las matas
porque ya no quiere
seguir volando

Pero no vivir lamentando
como un jilguero enceguecido