Alejandra Pizarnik Prólogo y selección de Miguel Ángel Flores
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La máscara y el poema: breve nota sobre la poesía de Alejandra Pizarnik |
Uno es el nombre, Alejandra Pizarnik, conocido en el ámbito de la lengua española. Otro, el conjunto de una obra dispersa, publicada en breves volúmenes que nunca se reeditaron. La poesía de Alejandra Pizarnik es la secreta posesión de unos cuantos lectores que supieron ver en ella una de las voces más personales de la poesía escrita en nuestra lengua. Por cierto, entre esos lectores devotos estuvo Alfonso Reyes, a quien Alejandra Pizarnik envió un ejemplar dedicado de La última inocencia. |
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De La última inocencia
La última inocencia Partir Pero arremete ¡viajera! |
Solamente
ya comprendo la verdad |
A la espera de la oscuridad
a Clara Silva Ese instante que no se olvida |
Balada de la piedra que llora
a Josefina Gómez Errázuriz la muerte se muere de risa pero la vida |
Noche
Quol, taujours? Entre mol sans cesse et Tal vez esta noche no es noche, |
Sueño
Estallará la isla del recuerdo |
La enamorada
esta lúgubre manía de vivir |
Canto
el tiempo tiene miedo |
Cenizas
La noche se astilló en estrellas |
Sólo un nombre alejandra alejandra
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De Las aventuras perdidas
Cenizas Hemos dicho palabras, |
Tiempo
a Olga Orozco Ya no sé de la infancia |
El despertar
a León Ostrov Señor |
Origen |
La luz es demasiado grande |
La única herida
¿Qué bestia caída de pasmo |
El ausente
La sangre quiere sentarse |
La carencia Yo no sé de pájaros, |
De Árbol de Diana
a Laure Bataillon dice que no sabe del miedo de la muerte del amor |
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a Aurora y Julio Cortázar
Quién dejará de hundir su mano en busca una mirada desde la alcantarilla |
[Alguna vez...]" />
a Esther Judith Singer-Calvino alguna vez |
De Los trabajos y las noches
a Jorge Gaitán Durán
Arpa de silencio |
Comunicaciones El viento me había comido |
Crepúsculo La sombra cubre pétalos mirados |
Sombra de los días a venir
a Ivonne A. Bordelois Mañana |
Los ojos abiertos Alguien mide sollozando |
Caer Nunca de nuevo la esperanza |
Reloj Dama pequeñísima |
Madrugada Desnudo soñando una noche solar. |
Verde paraíso extraña que fui |
Anillos de ceniza
a Cristina Campo Son mis voces cantando |
Antes
a Eva Durrell bosque musical |
Sentido de su ausencia si yo me atrevo |
Los trabajos y las noches para reconocer en la sed mi emblema |
Destrucciones
en besos, no en razones Quevedo Del combate con las palabras ocúltame |
Poema Tú eliges el lugar de la herida |
Silencios La muerte siempre al lado. |
De Extracción de la piedra de la locura
El sueño de la muerte o el lugar de los cuerpos poéticos Esta noche, dijo, desde el ocaso, me El cantar de las huestes de Igor Toda la noche escucho el llamamiento de la muerte, toda la noche escucho el canto de la muerte junto al río, toda la noche escucho la voz de la muerte que me llama. |
Rescate
a Octavio Paz Y es siempre el jardín de lilas del otro lado del río. Si el alma pregunta si queda lejos se le responderá: del otro lado del río, no éste sino aquél. |
El hermoso delirio Si vieras a la que sin ti duerme en un jardín en ruinas en la memoria. Allí yo, ebria de mil muertes, hablo de mí conmigo sólo por saber si es verdad que estoy debajo de la hierba. No sé los nombres. ¿A quién le dirás que no sabes? Te deseas otra. La otra que eres se desea otra. ¿Qué pasa en la verde alameda? Pasa que no es verde y ni siquiera hay una alameda. Y ahora juega a ser esclava para ocultar tu corona ¿otorgada por quién? ¿quién te ha ungido? ¿quién te ha consagrado? El invisible pueblo de la memoria más vieja. Perdida por propio designio, has renunciado a tu reino por las cenizas. Quien te hace doler te recuerda antiguos homenajes. No obstante, lloras funestamente y evocas tu locura y hasta quisieras extraerla de ti como si fuese una piedra, a ella, tu solo privilegio. En un muro blanco dibujas las alegorías del reposo, y es siempre una reina loca que yace bajo la luna sobre la triste hierba del viejo jardín. Pero no hables de los jardines, no hables de la luna, no hables de la rosa, no hables del mar. Habla de lo que sabes. Habla de lo que vibra en tu médula y hace luces y sombras en tu mirada, habla del dolor incesante de tus huesos, habla del vértigo, habla de tu respiración, de tu desolación, de tu traición. Es tan oscuro, tan en silencio el proceso a que me obligo. Oh habla del silencio. |
En un otoño antiguo
a Marie-Jeanne Noirot ¿Cómo se llama el nombre? |
Caminos del espejo Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto. |
Un sueño donde el silencio es de oro El perro del invierno dentellea mi sonrisa. Fue en el puente. Yo estaba desnuda y llevaba un sombrero con flores y arrastraba mi cadáver también desnudo y con un sombrero de hojas secas. |
Cantora nocturna
Joe, macht die Musik von A Olga Orozco La que murió de su vestido azul está cantando. Canta imbuida de muerte al sol de su ebriedad. Aden-tro de su canción hay un vestido azul, hay un caballo blanco, hay un corazón verde tatuado con los ecos de los latidos de su corazón muerto. Expuesta a todas las perdiciones, ella canta junto a una niña extraviada que es ella: su amuleto de la buena suerte. Y a pesar de la niebla verde en los labios y del frío gris en los ojos, su voz corroe la distancia que se abre entre la sed y la mano que busca el vaso. Ella canta. |
Vértigos o contemplación de algo que termina Esta lila se deshoja. |
Linterna sorda Los ausentes soplan y la noche es densa. La noche tiene el color de los párpados del muerto. |
De El infierno musical
Piedra fundamental No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. |
Ojos primitivos En donde el miedo no cuenta cuentos y poemas, no forma figuras de terror y de gloria. |
El deseo de la palabra La noche, de nuevo la noche, la magistral sapiencia de lo oscuro, el cálido roce de la muerte, un instante de éxtasis para mí, heredera de todo jardín prohibido. |
La palabra del deseo Esta espectral textura de la oscuridad, esta melodía en los huesos, este soplo de silencios diversos, este ir abajo por abajo, esta galería oscura, oscura, este hundirse sin hundirse. |
En un ejemplar Debajo de mi vestido ardía un campo con flores alegres como los niños de la medianoche. |
L´obscurité des eaux Escucho resonar el agua que cae en mi sueño. Las palabras caen como el agua yo caigo. Dibujo en mis ojos la forma de mis ojos, nado en mis aguas, me digo mis silencios. Toda la noche espero que mi lenguaje logre configurarme. Y pienso en el viento que viene a mí, permanece en mí. Toda la noche he caminado bajo la lluvia desconocida. A mí me han dado un silencio pleno de formas y visiones (dices). Y corres desolada como el único pájaro en el viento. |
La máscara y el poema El espléndido palacio de papel de los peregrinajes infantiles. |
Signos Todo hace el amor con el silencio. |
Nombres y figuras La hermosura de la infancia sombría, la tristeza imperdonable entre muñecas, estatuas, cosas mudas, favorables al doble monólogo entre yo y mi antro lujurioso, el tesoro de los piratas enterrado en mi primera persona del singular. |