Material de Lectura

Blanca Varela



Selección y nota introductoria de Perla Schwartz y José Luis Sierra



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Nota Introductoria

 

Los mínimos recursos para lograr la cadencia poética perfecta, la alternativa hacia el vuelo y el ascenso en espiral, la mutabilidad como consigna de existencia y consistencia, son los elementos de la poesía de Blanca Varela, la poeta peruana, compañera de generación de Javier Sologuren, Sebastián Salazar Bondy y Jorge Eduardo Eielson.

Blanca Varela, nacida en Lima en 1926, lo mismo escribió poemas breves e intensos, que largos cantos acerca de la condición humana, aquella que yace en los ríos subterráneos del inconsciente. Blanca Varela fue una poeta que trasciende su soledad existencial en las palabras, como afirma en su poema “Epitafio”.

No pudiendo hacerse cómplice del peso del silencio, se hizo necesario el canto, apoyado en la lucidez y el desencanto, en ese saberse inscrita dentro de una realidad difícilmente aceptable, “una realidad mal cocida”, que provoca la asfixia pero que, en los más inesperados momentos, convoca a la sorpresa y al asombro a través de una Naturaleza circundante que tiene la capacidad de ofrecer todas las texturas posibles.

Momentos descarnados, biografías fraccionadas, aparecen como sucesos cautivadores: esa posibilidad de absorber el paisaje exterior interno a través de claroscuros.

Poeta de equidistancias contradictorias, impredecible y sorprendente, levanta una atmósfera de credibilidad cándida y certera al lograr que la palabra que nos cerca nos retenga, nos sacuda, nos derrumbe, nos extasíe y nos empuje a llegar, sin darnos cuenta, a las raíces de su dolor más íntimo, el más oculto.

Su lector debe de volverse solidario, sufrir en carne ajena algo tan personal. La proposición central del universo poético de Blanca Varela se centra en la plasticidad de sus tonos melancólicos, aquellos que quebrantan a la palabra, la que está puesta en “plato de pobre”.

Sus temas esenciales son: el amor, los desencuentros, los personajes mitificados, la recuperación de la propia identidad, la incomunicación, el recuento, la necesidad del balance.

Blanca Varela,* fue autora, entre otros, de los siguientes libros: Ese puerto existe (1949-1959), Valses y otras falsas confesiones (1964-197 1) y Canto villano (1972-1978).

Blanca Varela fue una poeta humana y humanista a la que debe leerse sin hacer otra concesión que doblegarse ante la fuerza telúrica de su lenguaje.

Perla Schwartz y José Luis Sierra



*Murió el 12 de marzo de 2009 en Lima, Perú   

Valses

 

Futbol
Ejercicios

 



Futbol

A Vicente y Lorenzo

juega con la tierra
como con una pelota

báilala
estréllala
reviéntala

no es sino eso la tierra

tú en el jardín
mi guardavalla mi espantapájaros
mi atila mi niño

la tierra entre tus pies
gira como nunca
prodigiosamente bella

 





Ejercicios


Un poema
como una gran batalla
me arroja en esta arena
sin más enemigo que yo

yo
y el gran aire de las palabras


 

Ese puerto existe


Puerto supe
“Divertimento”





Puerto supe

A J.B.

Está mi infancia en esta costa,
bajo el cielo tan alto,
cielo como ninguno, cielo, sombra veloz,
nubes de espanto, oscuro torbellino de alas,
azules casas en el horizonte.

Junto a la gran morada sin ventanas,
junto a las vacas ciegas,
junto al turbio licor y al pájaro carnívoro.

¡Oh, mar de todos los días,
mar montaña,
boca lluviosa de la costa fría!

Allí destruyo con brillantes piedras
la casa de mis padres,
allí destruyo la jaula de las aves pequeñas,
destapo las botellas y un humo negro escapa
y tiñe tiernamente el aire y sus jardines.

Están mis horas junto al río seco,
entre el polvo y sus hojas palpitantes,
en los ojos ardientes de esta tierra
adonde lanza el mar su blanco dardo.
Una sola estación, un mismo tiempo
de chorreantes dedos y aliento de pescado.
Toda una larga noche entre la arena.

Amo la costa, ese espejo muerto
en donde el aire gira como loco,
esa ola de fuego que arrasa corredores,
círculos de sombra y cristales perfectos.

Aquí en la costa escalo un negro pozo,
voy de la noche hacia la noche honda,
voy hacia el viento que recorre ciego
pupilas luminosas y vacías,
o habito el interior de un fruto muerto,
esa asfixiante seda, ese pesado espacio
poblado de agua y pálidas corolas.
En esta costa soy el que despierta
entre el follaje de alas pardas,
el que ocupa esa rama vacía,
el que no quiere ver la noche.

Aquí en la costa tengo raíces,
manos imperfectas,
un lecho ardiente en donde lloro a solas.

 




Divertimento


Playa nocturna
donde el sol llega caminando sobre sus manos,
fresco, cabalgando como el viejo caballo de la plaza
todo de madera y rojo,
como un campanario sobre el mar y sus estatuas,
claros apóstoles con la boca abierta
y el paladar negro de tanto hablar con Dios
y de beberlo en la mañana
a verdes tragos,
sorprendiéndolo entre las gaviotas,
porque él es el pingüino macho de ojos salados
o la vieja tortuga
cuyo amor ilumina el bosque.

Y llega el sol
y el dolor en la playa es una mujer con barbas,
el esfuerzo pasado,
y no este piano en la arena
ni Mozart desnudo
como una niña arrebatada y libre
jugando al escondite con su sombra
y con la sombra de todos
y con la muerte
que se deshace en sonrisas en este falso jardín,
en el único día,
el inesperado,
el que cae como una manzana sobre la cabeza.

¡Voilà! Soy dulce, dice,
pero mañana romperemos el espejo,
robaremos al ladrón,
educaremos al demonio,
y el tiempo vuela,
y Mozart vuela
y no vuelve sino a oscuras
espectral y terrible
en asambleas de hombres tristes.

Escuchemos al caballo,
matemos al apóstol,
y amémonos sólo así,
con la boca abierta y tan jóvenes,
estudiando al pingüino,
muy lejos del tormento
y del cielo colosal e inflexible.

 


Muerte en el jardín

 

 

En lo más negro del verano
Siempre
Epitafio 

  


 

En lo más negro del verano


El agua de tu rostro
en un rincón del jardín,
el más oscuro del verano,
canta como la luna.

Fantasma.
Terrible a mediodía.
A la altura de los lirios
la muerte sonríe.
Sobre una pequeñísima charca,
ojo de dios,
un insecto flota bocarriba.
La miel silba en su vientre
abierto al dedo del estío.

Todo canta a la altura de tu rostro
suspendido como una luz eterna
entre la noche y la noche.

Canta el pantano,
arden los árboles,
no hay distancia,
no hay tiempo.
El verano trae lo perdido,
el mundo es esta calle de fuego
donde todas las rosas caen y vuelven a nacer,
donde dos cuerpos se consumen
enlazados para siempre
en lo más negro del verano.

En un rincón del jardín
bajo una piedra canta el verano.
En lo más negro,
en lo más ciego y blanco,
donde todas las rosas caen,
allí flota tu rostro,
fantasma,
terrible a mediodía.

 




Siempre


No eres tú.
Siempre yo.
Casa, árbol, dolor,
ventana, pan, baile, temor.
Siempre yo.
Siempre saliéndome al paso.

 




Epitafio


Esto es hoy,
algo perdido.

Brilla el césped.
Cae una hoja
y es como la señal esperada
para que vuelvas de la muerte
y cruces con resplandor
y silencio de estrella
mi memoria.


Canto villano

   

Canto villano
Monsieur Monod no sabe cantar
Camino a Babel
“Curriculum vitae”
Lady´s journal


 

Canto villano


y de pronto la vida
en mi plato de pobre
un magro trozo de celeste cerdo
aquí en mi plato

observarme
observarte
o matar una mosca sin malicia
aniquilar la luz
o hacerla

hacerla
como quien abre los ojos y elige
un cielo rebosante
en el plato vacío

rubens cebollas lágrimas
más rubens más cebollas
más lágrimas

tantas historias
negros indigeribles milagros
y la estrella de oriente

emparedada
y el hueso del amor
tan roído y tan duro
brillando en otro plato

este hambre propio
existe
en la gana del alma
que es el cuerpo

es la rosa de grasa
que envejece
en su cielo de carne

mea culpa ojo turbio
mea culpa negro bocado
mea culpa divina náusea

no hay otro aquí
en este plato vacío
sino yo
devorando mis ojos
y los tuyos

 




Monsieur Monod no sabe cantar

querido mío
te recuerdo como la mejor canción
esa apoteosis de gallos y estrellas que ya no eres
que ya no soy que ya no seremos
y sin embargo muy bien sabemos ambos
que hablo por la boca pintada del silencio
con agonía de mosca
al final del verano
y por todas las puertas mal cerradas
conjurando o llamando ese viento alevoso de la memoria
ese disco rayado antes de usarse
teñido según el humor del tiempo
y sus viejas enfermedades
o de rojo
o de negro
como un rey en desgracia frente al espejo
el día de la víspera
y mañana y pasado y siempre
noche que te precipitas
(así debe decir la canción)
cargada de presagios
perra insaciable (un peu fort)
madre espléndida (plus doux)
paridora y descalza siempre
para no ser oída por el necio que en ti cree
para mejor aplastar el corazón
del desvelado
que se atreve a oír el arrastrado paso
de la vida
a la muerte
un cuesco de zancudo un torrente de plumas
una tempestad en un vaso de vino
un tango

el orden altera el producto
error del maquinista
podrida técnica seguir viviendo tu historia
al revés como en el cine
un sueño grueso
y misterioso que se adelgaza
the end is the beginning
una lucecita vacilante como la esperanza
color clara de huevo
con olor a pescado y mala leche
oscura boca de lobo que te lleva
de Cluny al Parque Salazar
tapiz rodante tan veloz y tan negro
que ya no sabes
si eres o te haces el vivo
o el muerto
y sí una flor de hierro
como un último bocado torcido y sucio y lento
para mejor devorarte

querido mío
adoro todo lo que no es mío
tú por ejemplo
con tu piel de asno sobre el alma
y esas alas de cera que te regalé
y que jamás te atreviste a usar
no sabes cómo me arrepiento de mis virtudes
ya no sé qué hacer con mi colección de ganzúas
y mentiras
y con mi indecencia de niño que debe terminar este
                                                                     [cuento
ahora que ya es tarde
porque el recuerdo como las canciones
la peor la que quieras la única
no resiste otra página en blanco
y no tiene sentido que yo esté aquí
destruyendo lo que no existe

querido mío
a pesar de eso
todo sigue igual
el cosquilleo filosófico después de la ducha
el café frío el cigarrillo amargo el Cieno Verde
en el Montecarlo
sigue apta para todos la vida perdurable
intacta la estupidez de las nubes
intacta la obscenidad de los geranios
intacta la vergüenza del ajo
los gorrioncitos cagándose divinamente en pleno cielo
de abril
Mandrake criando conejos en algún círculo
del infierno
y siempre la patita de cangrejo atrapada
en la trampa del ser
o del no ser
o de no quiero esto sino lo otro
tú sabes
esas cosas que nos suceden
y que deben olvidarse para que existan
verbigracia la mano con alas
y sin mano
la historia del canguro —Aquélla de la bolsa o la vida—
o la del capitán encerrado en la botella
para siempre vacía
y el vientre vacío pero con alas
y sin vientre
tú sabes
la pasión          la obsesión
la poesía          la prosa
el sexo             el éxito
o viceversa
el vacío congénito
el huevecillo moteado
entre millones y millones de huevecillos moteados
tú y yo
you and me
toi et moi
tea for two
en la inmensidad del silencio
en el mar intemporal
en el horizonte de la historia
porque ácido ribonucleico somos
pero ácido ribonucleico enamorado siempre

 




Camino a Babel


I

un alma sí un alma que anduvo por las ciudades
vestida de perro y de hombre
un alma de gaznápiro

pájaro errante que acostumbra anidar
a la intemperie a la hora precisa de
las catástrofes y de las grandes migraciones

pájaro de la urbe
pájaro de la cocina
escoria azul de la mañana que interrumpe
nuestras meditaciones nocturnas

un súbito un impensado un imperioso cacareo
de pajarraco solar encaramado en el árbol mañanero
que destila café instantáneo
y angustia


hiel áurea amarga conciencia ausencia
automática de dios inminencia de la mirada
extraña y delimitadora
orfandad amorosa

 

II

si yo encontrara un alma como la mía

eso no existe
pero sí la musiquilla dulzona y apocalíptica
anunciadora del contoneo atávico
sobre el hueco y el tembladeral

y la carne dormida
                        sobresaltada
mar perseguido mar aprisionado mar calzado
con botas de 7 leguas
7 colores 7 colores 7
cuerpo arcoiris
cuerpo de 7 días y 7 noches
que son uno
camaleón blanco consumido en el fuego
de 7 lenguas capitales
mar settimana

cuerpo orilla de todo cuerpo

pentagrama de 7 notas exactas

repetidas constantes invariables

hasta la consumación del propio tiempo

ergo

1       detén la barca florida

2       hunde tu mano en la corriente

3       pregúntate a ti mismo

4       responde por los otros

5       muestra tu pecho

6       da de tu mar al sediento

7       olvida

                amén

 

III

pero sucede que llegó la primavera y decidimos echar
abajo techos y paredes sitio sitio para el cielo para sus
                                                                      [designios
dormidos con los animales a campo raso
juntos el uno sobre el otro el uno en el otro,
soledad infinita del amor bajo toda luz.
y desperté a la mañana siguiente con su cabeza sobre mis
hombros ciega por sus ojos bianca alucinatta tutta.

a cesar lo que le pertenece y al cielo la espalda sacudida
por el amor y el temor y el tedio y la esperanza, etc.

pasó a toda máquina la primavera pitando

la casa estaba intacta ordenada por sus fantasmas
                                                                 [habituales.

el padre en el sitio del padre la madre en el sitio de la
madre y el caos bullendo en la blanca y rajada sopera
                                                              [familiar hasta
nuevo mandato.


 




“Curriculum vitae”


digamos que ganaste la carrera
y que el premio
era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra
tu propia sombra
fue tu única
y desleal competidora

 




“Lady’s journal”


el ratón te contempla extasiado
la araña no se atreve a descender ni un
                         milímetro más a la tierra
el café es un espectro azul sobre
                         la hornilla
dispuesto a desaparecer para siempre

oh sí querida mía
son las siete de la mañana
levántate muchacha
recoge tu pelo en la fotografía
descubre tu frente tu sonrisa
sonríe al lado del niño que se
                               te parece

oh sí lo haces como puedes
y eres idéntica a la felicidad
que jamás envejece

quédate quieta
allí en ese paraíso
al lado del niño que se te parece
son las siete de la mañana
es la hora perfecta para comenzar
a soñar

el café será eterno
y el sol eterno
si no te mueves
si no despiertas
si no volteas la página
en tu pequeña cocina
frente a mi ventana


 

Ojos de ver

   
 

A la realidad

“Identikit”

 




A la realidad


y te rendimos diosa
el gran homenaje
el mayor asombro
el bostezo

 




“Identikit”



la oscura materia
animada por tu mano
soy yo

 


Frente al pacífico

 

Vals
Máscara de algún Dios




Vals


No he buscado otra hora, ni otro día, ni otro dios que tú.

Laberinto, pirámide de humo, altura que canta, pozo
                                                            [que amenaza,
tierra de abismo, primavera ciega.

La soledad nos une en la humedad del guisante, en la
                                                                     [hinchazón
de la ola,
en el sudor de la raíz.

(Brota en el polvo gris de Lima la baya cargada de ira.
Gira el vals, manantial de orina, vaho dorado y golpe bajo,
labios negros, estrujados, fantasma que se acaricia bajo
                                                                     [las uvas
amarillas y se flagela al alba con las estrellas.)


Asciendo y caigo al fondo de mi alma
que reverdece, agónica de luz, imantada de luz.
En este ir y venir bate el tiempo las alas
detenido para siempre.

Recrearte: polvo, brizna, herida.
Perderte: gesto, contacto, olvido.
Buscar tu sombra, reconocerte tras una ventana,
mancha de sol, sombra de lluvia, en cualquier calle del
                                                                         [mundo.

Perseguirte, condenado girasol,
como una piedra encadenada al aire,
arrastrando la tierra, cauda que enciende universos,
que se desvanece en una plaza.

La mirada que soy entorna la puerta, atisba el vacío,
otea el cielo en ruinas.
En la rama vencida estalla una breva furiosa, la pupila en
                                                                            [llamas
buscándote, exigiendo su razón de luz.

 





Máscara de algún Dios


Frente a mí ese rostro lunar.
Nariz de plata, pájaros en la frente.

¿Pájaros en la frente?

Y luego hay rojo
y todo lo que la tierra olvida.
Humedad con poderes de fuego
floreciendo tras las negras pestañas.
Un rostro en la pared.
Detrás del muro, más allá de toda voluntad,
más lejos todavía que mirar y callar:
¿qué?

¿Siempre algo que romper, abolir o temer?
¿Y al otro lado? ¿Al revés?

Vuela la mano, nace la línea,
vibrante destino, negro destino.
Por un instante la melodía es clara,
parece eterna la tarde,
purísima la sombra del cielo.

Vuelvo otra vez. Pregunto.
Tal vez ese silencio dice algo,
es una inmensa letra que nos nombra y contiene
en su aire profundo.
Tal vez la muerte detrás de esa sonrisa
sea amor, un gigantesco amor
en cuyo centro ardemos.
Tal vez el otro lado existe
y es también la mirada
y todo esto es lo otro
y aquello esto
y somos una forma que cambia con la luz
hasta ser sólo luz, sólo sombra.


Otros poemas

 

Casa de cuervos


porque te alimenté con esta realidad
    mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absuelvo de mí
    laberinto hijo mío

no es tuya la culpa
ni mía
    pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
    y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo

tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
    la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombra tejen
    sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
    de arcángel
apenas posado en la entreabierta ventana
y nuestra
    para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes

ahora leoncillo
    encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
    casi saciado y libre
como tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie

aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
    de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme —nada infinita—
    sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
    que ilumine mis restos

porque así es este amor
que nada comprende
    y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
    colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños

hasta ese torpe gris
    que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
    y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculos que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
    con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
    marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
    y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
    adonde no has de volver