Material de Lectura

serie-25.jpg Cavafis



Selección,
traducción directa
del griego y notas
de Cayetano Cantú

Presentación
de F. José Férez Kuri



VERSIÓN PDF

Presentación

 

Con todas sus líneas directas, las poesías de Constantino Cavafis (Alejandría 1863-Atenas 1933) se encuentran en el límite: en ellas no existe el juego antiguo de la semejanza y de los símbolos; cada episodio, cada decisión, cada descripción y actitud serán signos de que Cavafis es, en efecto, semejante a todos esos símbolos que ha calcado.

Toda la poesía escrita, extravagante, carece justamente de lo mismo: nada en el mundo se le ha parecido jamás; su lenguaje y metáforas infinitas quedan en suspenso, sin que ninguna similitud venga a llenarlas; y podrían ser quemadas por completo con la certeza que la imagen del mundo no cambiaría. Al ser iguales sus textos al mundo del cual es testigo y representante, Cavafis debe proporcionar la demostración y ofrecer la marca indudable de que dicen verdad, de que son el lenguaje de su mundo.

La vida de este poeta es una manifestación de similitudes que permanecen plasmadas en sus líneas; esboza lo negativo de la edad media de la misma forma que satiriza al clasicismo o dice con toda claridad sus deseos carnales. La poesía ha dejado de ser la prosa del mundo: las semejanzas engañan puesto que llevan a la visión y al delirio y las cosas permanecen obstinadas en su identidad irónica: no son más de lo que son; las palabras vagan a la aventura, sin contenido, sin semejanza al mundo para hacerse vivir; ya no marcan las cosas, duermen entre las hojas de los libros en medio del polvo. Cavafis es uno de los intentos más logrados de reunificar palabras y cosas.

Una vez desatada la similitud que separaba las cosas y las actitudes de las palabras que les nombran, sale a flote la verdadera experiencia que será la misma en la vida que en la obra; y es por eso que seguramente, se le menciona en su época en voz baja; siendo de esta manera comentado exclusivamente por lo que dice, llamado osadía su lenguaje cuando es precisamente lo contrario: tomar las cosas y las personas por lo que son, reconoce a los amigos de la misma forma que ignora a los extraños, sin tratar de enmascarar actitudes ni sublimizar valores; para él, verdaderamente, los oropeles no hacen al rey ni los gestos al héroe.

Bajo los signos establecidos de la mitología y a pesar de ellos, Cavafis escucha otro mensaje, más profundo, que recuerda el tiempo en que las palabras brillaban universalmente porque enunciaban las cosas: borra de su lenguaje la distinción de los signos y logra lo que tan difícil resulta para quien escribe: hacer soberano lo que es, tal como es. No se pueden diferenciar en él épocas o temas, sus trabajos son concisos e impregnados de naturalidad, de experiencia sin sofisticación; y es tomando este conoci-miento de su actitud que se logra la nitidez en cualquier lenguaje; ya sea respetando el ordenamiento en líneas (como en la presente traducción), o haciendo prosa de sus versos; lo que siempre se reconocerá es que el escrito pertenece a él, es inconfundible, sencilla fórmula de ser comprendido en cualquier idioma.

Nos dejó algo muy claro: de nada sirven símbolos ni signos convertidos en palabras si describen vaguedades; no hay cosas ni personas que necesiten de un cúmulo de palabras para ser descritas; hay una unión verdadera de lo que es y lo que se enuncia; nada se oculta ni de nada se hace alarde. Todo se resume en una actitud sencilla de escribir el mundo; de hacer de la poesía la verdadera literatura.

F. José Férez Kuri

 

Deseos*


Como bellos cuerpos que murieron jóvenes,
encerrados con lágrimas en ricos mausoleos,
con rosas en el pelo y a los pies jazmines,
se ven los deseos que pasaron sin cumplirse,
sin que alguno de ellos haya alcanzado
la plenitud de una delicia sensual,
o un amanecer iluminado por la luna.

A. 1911


* (Antes de.)

 


 

Velas*


Los días futuros se yerguen ante nosotros
como una hilera de pequeñas velas encendidas,
iluminadas, tibias, vivas.

Quedan atrás los días pasados:
una triste línea de velas consumidas;
aún humean las más cercanas.
Velas frías, derretidas, deformes.
No las quiero ver, me entristecen sus formas
y me aflige el recuerdo de su primera luz.
Veo hacia adelante, a mis velas encendidas.
No quiero tornar al pasado,
no quiero estremecerme al verlo.

Qué rápido se alarga la línea sombría;
cuan pronto se multiplican las velas extintas.


A. 1911

 
 

* Escrito en agosto de 1893, bajo el título de "Años fugaces"; a raíz de la publicación de este poema, a Cavafis se le conoció como "el poeta de las velas".

 


 

Che fece… il gran rifiuto*


Para algunos el día llega
en que tienen que dar el gran "SÍ" o el gran "NO".

Quien tiene el "SÍ" dispuesto,
sobresale de inmediato y entra
al glorioso camino de sus convicciones.

El que rehúsa, nunca se arrepiente;
si de nuevo le preguntan, repetirá: "NO";
y sin embargo, ese "NO" es la derrota de su vida.


A. 1911

 

 
 

*El título está tomado de la línea 60, canto 3, del Infierno de Dante. La línea completa dice: "Che fece per viltate il gran rifiuto" ("Quien por cobardía rehúsa"). Se refiere a Celestino, Papa electo en 1294. La interpretación de Cavafis es que Celestino abdicó por humildad y escrúpulo; por eso omite "per viltate". Celestino fue canonizado en 1313 por Clemente V.

 


 

Ventanas


En estos cuartos oscuros,
donde paso mis días oprimido,
de un lado a otro me muevo
buscando las ventanas.

Cuando se abra una, tendré un consuelo.
Mas las ventanas no existen,
o no puedo encontrarlas.
Acaso es preferible no encontrarlas.
Quizá la luz sea una distinta tiranía;
quién sabe cuantas cosas nuevas revelará…

A. 1911

 


 

 

La ciudad*


Dijiste:
"Iré a otro país, veré otras playas;
buscaré una ciudad mejor que ésta.
Todos mis esfuerzos son fracasos
y mi corazón, como muerto, está enterrado.
¿Por cuánto tiempo más estaré contemplando estos
despojos?
A donde vuelvo la mirada,
veo sólo las negras ruinas de mi vida,
aquí, donde tantos años pasé, destruí y perdí."

No encontrarás otro país ni otras playas,
llevarás por doquier y a cuestas tu ciudad;
caminarás las mismas calles,
envejecerás en los mismos suburbios,
encanecerás en las mismas casas.
Siempre llegarás a esta ciudad:
no esperes otra,
no hay barco ni camino para ti.
Al arruinar tu vida en esta parte de la tierra,
la has destrozado en todo el universo.

A. 1911


* Originalmente: "En la misma ciudad" según una carta escrita por el poeta a su amigo Pericles Anastasiades; no lo aceptaba Cavafis como un buen poema y lo guardó durante 15 años, hasta 1909 que se publicó en la revista Nueva Vida; pero no fue incluido por Cavafis en su antología final.

 


 

Esperando a los bárbaros*


¿Qué esperamos reunidos en el ágora?
Los bárbaros llegarán hoy.
¿Por qué la intranquilidad en el senado?
Porque los bárbaros llegarán hoy.
¿Por qué los senadores no legislan?
¿Qué nuevas leyes van a dictar?
Cuando los bárbaros lleguen
harán sus propias leyes.
¿Por qué se levantó tan temprano el emperador?
¿Por qué está sentado en la puerta mayor de la ciudad,
en su alto trono, suntuoso y coronado?
Porque los bárbaros llegarán hoy,
y el emperador espera recibir a su jefe.
Ha preparado un pergamino
donde le confiere títulos y honores.
¿Por qué nuestros cónsules y pretores
lucen hoy sus rojas y rebordadas togas,
sus brazaletes de amatista,
y anillos con relucientes esmeraldas?
¿Por qué empuñan bastones riquísimos,
con oro y plata cincelados?
Porque los bárbaros llegarán hoy,
y esas cosas deslumbran a los bárbaros.
¿Por qué no acuden hoy los oradores como siempre
a decir sus discursos?
Porque los bárbaros llegarán hoy,
y les aburre la elocuencia y la palabrería.
¿Por qué la repentina inquietud y confusión?
(Los rostros se han vuelto graves)
¿Por qué tan rápido los ciudadanos
vacían las plazas y las calles,
y regresan a sus casas pensativos?
Porque cayó la noche y los bárbaros no
llegaron
y gente que viene de la frontera
asegura que ya no existen los bárbaros.
Y ahora,
¿qué sucederá sin los bárbaros?
Estos hombres al menos ofrecían una solución.

A. 1911

 


 

Los caballos de Aquiles*


Cuando vieron a Patroclo muerto,
tan fuerte, joven y gallardo,
prorrumpieron en llanto los caballos de Aquiles.

Su naturaleza inmortal se conmovió
al ver la obra de la muerte;
movieron las cabezas, agitaron las crines en el aire
y golpearon la tierra con sus patas.
Lloraban a Patroclo al darse cuenta que estaba sin vida,
su carne inerte,
su alma perdida, sin aliento, salida a la gran nada.

Zeus vio las lágrimas de los inmortales caballos
y se entristeció: "No debí actuar impulsivamente
en la boda de Peleo. No debí regalarlos.
Tristes caballos.

¿Qué tenían que hacer allá,
entre los desdichados humanos, juguetes del destino?
Ustedes, para quienes no existe la muerte ni la vejez,
si algún problema humano los alcanza
caerán también en la desdicha."

Sin embargo, los caballos continúan llorando
por el interminable desastre que es la muerte.

A. 1911


* Los dos inmortales caballos (engendrados por Céfiro —viento del Oeste— y la arpía Podarge) se llamaban Balio y Janto. El poema es adaptado de la Ilíada; XVI (149-154) y XVII (426-447).

 


 

Satrapía

 

Qué desgracia;
aunque estás hecho para trabajos bellos e importantes,
ni estímulo ni éxito te depara el destino;
ordinarias costumbres deberían arraigarte,
ya la insignificancia, ya la desidia...
Y qué terrible el día que cedas
(el día en que claudiques y cedas),
y te vayas a pie a Susa,
y te dirijas a Artajerjes, el monarca,
y éste, de favor, te depare un lugar en la corte,
y aceptes con tristeza lo que nunca has deseado.
Tu alma anhela otras cosas, llora por algo más:
el elogio del pueblo y los sofistas,
el inestimable "bien hecho" ganado con esfuerzo,
el ágora, el teatro y los laureles...
¿Cómo podría Artajerjes darte estas cosas?
¿Encontrarás lo que amas en una satrapía?
Y... sin eso que amas, ¿qué vida llevarías...?

A. 1911

 


 

Idus de marzo


Teme, alma, las grandezas,
y si no puedes doblegar tus ambiciones,
al menos persíguelas con cautela, recelosamente,
y, a medida que avances, vuélvete precavida, conócete.

Y cuando al fin alcances tu meta, César,
cuando seas famoso,
ten especial cuidado al salir a la calle,
notorio por tu séquito y tu fama;
si por suerte algún Artemidoro,* desde la muchedumbre
se acercara trayéndote una carta y te dijera:
"lee esto al instante, contiene asuntos graves
que te conciernen",
no dudes y detente, relega toda conversación y asunto,
aléjate de la gente que ante ti se postra
(los verás más tarde), que hasta el mismo senado espere,
y sin tardanza lee el mensaje que trae Artemidoro.

1911


* Artemidoro era un maestro de filosofía griega en Roma y gran amigo de César. Ver: Plutarco, Vida de César: Shakespeare. Julio César y Suetonio. Julio Cesar (LXXXI).

 


 

Poema jónico*


Aunque destrozamos sus estatuas,
aunque los sacamos de sus templos,
los dioses no murieron.

¡Oh tierra jónica!, aún te aman.
Es a ti a quien sus almas recuerdan,
y cuando te amanece la mañana de agosto,
tu aire toma vida de su fuerza.

Y a veces,
una sombra de efebo intangible, fugaz,
roza la cima de tus montes.

1911


* En la última corrección, este poema se llamó Recuerdo.

 


 

Itaca


Cuando emprendas el viaje hacia Itaca,
ruega que tu camino sea largo
y rico en aventuras y descubrimientos.
No temas a lestrigones, a cíclopes o al fiero Poseidón;
no los encontrarás en tu camino
si mantienes en alto tu ideal,
si tu cuerpo y alma se conservan puros.
Nunca verás los lestrigones, los cíclopes o a Poseidón,
si de ti no provienen,
si tu alma no los imagina.

Ruega que tu camino sea largo,
que sean muchas las mañanas de verano,
cuando, con placer, llegues a puertos
que descubras por primera vez.
Ancla en mercados fenicios y compra cosas bellas:
madreperla, coral, ámbar, ébano
y voluptuosos perfumes de todas clases.
Compra todos los aromas sensuales que puedas;
ve a las ciudades egipcias y aprende de los sabios.

Siempre ten a Itaca en tu mente;
llegar allí es tu meta; pero no apresures el viaje.
Es mejor que dure mucho,
mejor anclar cuando estés viejo.
Pleno con la experiencia del viaje
no esperes la riqueza de Itaca.
Itaca te ha dado un bello viaje.
Sin ella nunca lo hubieras emprendido;
pero no tiene más que ofrecerte,
y si la encuentras pobre, Itaca no te defraudó.

Con la sabiduría ganada, con tanta experiencia,
habrás comprendido lo que las ítacas significan.

1911

 


 

Murallas


Sin consideración, sin lástima, sin pena
me encerraron en altas y sólidas murallas.

Ahora estoy sentado aquí sin esperanza.
No pienso en nada más. No hay esperanza.
No pienso en nada más; a mi alma la devoró la suerte.

Eran tantas las cosas que pude hacer afuera.
¿Por qué no me di cuenta cuando levantaron las murallas?

Nunca escuché a los albañiles, nunca un ruido...

Imperceptiblemente me encerraron fuera del mundo.

A. 1911

 


 

Herodes de Ática*


¡Qué gran victoria para Herodes de Ática!
Alejandro de Seleucia, uno de nuestros mejores sofistas,
llega a Atenas a conferenciar,
y encuentra la ciudad vacía;
porque Herodes estaba en la campiña,
con todos los jóvenes, que lo habían seguido
para escucharlo.
Alejandro le escribe una nota,
rogándole que regrese a los griegos;
y Herodes, con mucha inteligencia,
contesta de inmediato
"Con los griegos regreso yo también".
Cuántos jóvenes en Alejandría, en Antíoca o Beirut
(entrenados en el helenismo como futuros oradores),
cuando se reúnen alrededor de selectos manjares,
y conversan de sofismas o de sus amoríos,
a veces se distraen y quedan en silencio;
dejan los vasos sin tocar el vino,
mientras piensan en Herodes.
¿Qué otro sofista ha recibido este honor?;
tal como lo deseó, como lo planeó,
los griegos (¡los griegos!) le siguen,
no para criticar o rebatir,
ni siquiera para escoger;
simplemente le siguen.

1912


* Herodes de Ática (101-177). Fue un reconocido sofista de Atenas. A Alejandro de Seleucia se le conocía como "El Platón de barro". Ver: Aulio Gelio, Noches áticas, XIX (12).

 


 

Los reyes de Alejandría*


Se reunieron los alejandrinos
para conocer a los hijos de Cleopatra:
Cesáreo y sus hermanos
Alejandro y Ptolomeo, que fueron presentados
por primera vez al público en el gimnasio;
para nombrarlos reyes,
con un brillante desfile de soldados.

A Alejandro se le declaró rey de Armenia,
Media y de los partianos;
a Ptolomeo, de Sicilia, Siria y Fenicia.
Cesáreo, al frente, vestido de seda rosa,
un ramo de jacintos en el pecho;
el cinto era una doble hilera de amatistas y zafiros,
los zapatos atados con lazos blancos
rebordados con perlas rosadas;
a éste lo distinguieron más que a sus hermanos:
lo llamaron rey de reyes.

Los alejandrinos sabían ciertamente
que todo ésto era palabrería teatral;
pero el día estaba tibio y poético,
el cielo azul, profundo y brillante,
el gimnasio de Alejandría; una obra de arte,
los cortesanos, suntuosos.

Cesáreo, todo gracia y belleza,
los hijos de Cleopatra, la sangre de los lagidas...

Los alejandrinos, se apresuraron a la ceremonia;
y se entusiasmaron, y gritaron en griego,
en egipcio y algunos en hebreo,
conmovidos por tan bello espectáculo.
A sabiendas de la validez de la ceremonia:
palabras vacías, estos reinados.

1912

 
 

* Cesareón supuestamente fue hijo de Julio César y Cleopatra, mientras que Alejandro y Ptolomeo fueron de ésta y Antonio. El mismo Antonio confirió los honores a los tres hijos. Ver: Plutarco, Vida de Antonio, LIV.

 


 

Regresa


Regresa con frecuencia y tómame,
amada sensación; regresa y tómame.
Cuando despierte el recuerdo en mi cuerpo,
y el antiguo deseo me recorra la sangre;
cuando los labios y la piel recuerden
y sienta aquellas manos que aún me tocan,
regresa con frecuencia, y tómame en la noche
cuando los labios y la piel recuerdan.

1912

 


 

Fui


No me detuve, me entregué por completo y fui.
Fui a los placeres irreales,
forjados a medias por mi mente.
Estuve dentro de la iluminada noche.
Bebí vinos fuertes
en la forma que los hedonistas beben.

1913

 


 

Lejos


Quisiera relatar este recuerdo...
pero es tan distante como si no quedara nada.
Oscila a lo lejos en los años juveniles...
Piel hecha como de jazmín...
la noche de agosto... ¿era agosto?... la noche...

Apenas recuerdo los ojos:
eran, creo, azules...
...¡Ah! sí, azules, azul zafiro...

1914

 


 

Candil


Es un cuarto vacío, pequeño, sólo cuatro paredes
cubiertas con tela verde.
Un bello candil arde y brilla,
cada flama produce una pasión lasciva,
un lujurioso impulso.

El cuarto, sólo iluminado
por esa luz tibia del candil,
produce un calor sensual
que no es para cuerpos tímidos.

1914

 


 

Jura


Jura con frecuencia empezar una vida nueva;
pero, cuando llega la noche, con sus consejos,
tentaciones y promesas...

Cuando viene la noche, con sus instintos,
deseando, buscando...
accede sonriente a su acostumbrado placer.

1915

 


 

En la calle


Su bella cara un poco pálida;
sus ojos castaños, ligeramente cansados;
tiene veinticinco años, mas parece de veinte;
un aire de artista en el vestir:
el color de su corbata, la forma del cuello.
Camina sin rumbo por la calle,
como poseído por la sensualidad
del ilícito placer que acaba de gozar.

1916

 


 

Gris


Viendo un ópalo gris
recordé los bellos ojos
que vi hace veinte años...

Durante un mes nos amamos.
Después se fue, creo que a Esmirna,
a trabajar... Nunca más nos vimos.

Los ojos grises, si viven, se opacaron,
la cara envejeció seguramente.

Memoria, guárdalos como eran.
Tráeme esta noche todo lo que puedas
de aquel amor;
devuélvemelo todo esta noche...

1917

 


 

Uno de sus dioses


Al oscurecer, cuando cruzó
por el centro de Seleucia,
con su extraordinario porte,
el gozo de la pureza en los ojos,
y el oscuro cabello perfumado,
los pasantes lo miraron
y unos a otros se preguntaban si lo conocían,
que si era griego, sirio o extranjero.

Algunos lo observaron con atención, y comprendiendo
se apartaron de su camino;
desapareció en las arcadas,
entre las sombras y las luces de la tarde,
y se fue al barrio que vive sólo de noche
entre orgías y desenfrenos.

Se preguntaban cuál de ellos podría ser,
por cuál dudoso placer había bajado a las calles de Seleucia
desde los adorados y sacros recintos.

1917

 


 

En la noche


De todas formas, no hubiera durado.
La experiencia de los años me lo ha demostrado.
El destino puso un fin abrupto.
Fue breve ese tiempo
pero qué fuertes sus perfumes
y en qué cama espléndida estuvimos.
Y qué sensualidad dimos a nuestros cuerpos.
Un eco de los días sensuales volvió,
algo del fuego juvenil que compartimos.

Tomé de nuevo una carta entre mis manos,
y leí y releí hasta que la luz se fue.
Melancólico salí al balcón
para cambiar mis pensamientos, por lo menos,
viendo la ciudad que amaba;
un poco de movimiento en las calles y en las tiendas.


1917

 


 

Hedonismo


El gozo y la esencia de mi vida
es el recuerdo de las horas en que encontré
y retuve el placer como quise.
El gozo y la esencia de mi vida
fue así, para mí
que rehusé todo el sabor de los amores de rutina

1917

 


Recuerda cuerpo


Recuerda, cuerpo, cuánto te amaron;
no sólo las camas que tuviste,
sino también los deseos que brillaron abiertamente
en los ojos que te vieron;
las voces temblorosas, que algún obstáculo frustró.
Ahora que todos están en el pasado,
parece como si en realidad te hubieras
entregado a esos deseos.
Cómo deslumbraban.
Recuerda los ojos que te vieron,
las voces que temblaron por ti.
Recuerda, cuerpo.

1918



 

El fin de Nerón


Nerón no se alarmó cuando oyó
la profecía del oráculo de Delfos:
"Teme a los setenta y tres años."
Tenía mucho tiempo aún para divertirse,
tiene treinta años, y el término que el Dios le da,
es suficiente para prepararse
a los peligros que vengan.

Ahora, un poco cansado, regresará a Roma,
deliciosamente cansado de su viaje,
que fue de días y días de placer
en teatros, jardines, gimnasios;
noches en ciudades aqueas;
sobre todo el gozo de los cuerpos desnudos...

Esto pensaba Nerón, mientras en España,
Galba en secreto reúne y entrena su ejército,
ese viejo de setenta y tres años.

1918

 


 

Comprensión


Qué claro veo ahora el sentido
de mi juventud, de mi vida sensual.
Qué falso arrepentimiento, qué inútil...
Pero no conocía su valor entonces.
Y en lo profundo de mi vida disoluta,
se formaron las intenciones de mi poesía,
los límites de mi arte aparecieron;
por eso ni los arrepentimientos fueron duraderos.
Y los deseos de contenerme, de cambiar,
nunca duraron más de dos semanas.

1918

 


 

Emiliano Monae Alejandrino*
(628-655 d.C.)

 

"Con palabras, con apariencia y modales
me forjaré una excelente armadura;
de esta manera, me enfrentaré a la maldad
sin temor ni debilidad.
Tratarán de herirme,
pero de todos los que se acerquen,
ninguno sabrá cómo ofenderme;
no verán los puntos vulnerables
bajo las mentiras que me cubran."
 
Así alardeaba Emiliano Monae;
me pregunto: ¿llegó a hacer su armadura?,
de todas formas, no la usó por mucho tiempo;
murió a los veintisiete años en Sicilia.

 

1918


* Personaje imaginario, las fechas de su vida sugieren que tuvo que abandonar Alejandría, cuando ésta fue conquistada por los musulmanes.

 


 

Permanecer


Debe haber sido la una o la una y media.

En un rincón de la taberna, tras la división de madera,
aparte de nosotros, nadie.
La lámpara apenas iluminaba.
El mesero dormía cerca de la puerta.

Estábamos tan excitados que nada nos importaba. Nuestras ropas entreabiertas... —no usábamos mucha
por el excesivo calor del mes de julio—

Goce de cuerpos semidesnudos,
contacto rápido de pieles,
visión de lo que ocurrió hace veintiséis años
y que ahora permanece en el poema.

1919

 


 

Darío


El poeta Fernaziz compone
la parte crucial de su poema épico:
Darío, el hijo de Hístapes
asumió el reino de los persas
(nuestro glorioso rey Mitríades,
aclamado como Dioniso y Euprator,
desciende de él).
Pero aquí entra la filosofía;
debemos analizar los sentimientos de Darío:
probablemente arrogancia y embriaguez;
más bien comprensión de la vanidad y lo grandioso.
El poeta medita profundamente al respecto.

Es interrumpido por su sirviente que entra,
y agitadamente, le anuncia graves noticias:
la guerra contra los romanos ha empezado,
la mayoría de nuestros ejércitos han cruzado la frontera.

El poeta se aturde, ¡qué desastre!;
¿cómo nuestro glorioso rey Mitríades,
aclamado como Dioniso y Euprator,
va ahora a ocuparse de poemas en griego?
En medio de una guerra —imagínense— poemas en griego...

Fernaziz se impacienta; ¡mala suerte!;
justo cuando estaba seguro que con su "Darío",
sobresaldría y callaría las bocas de los críticos,
de los envidiosos, ¡qué desastre!,
qué retraso en sus planes.
Si la victoria fuera un hecho, no importaría;
pero veamos, ¿qué seguridad tenemos en Amisu?,
no es una ciudad bien fortificada
y los romanos son los peores enemigos.
¿Podremos nosotros, los capadocios, aventajarlos?,
¿será posible?,
¿podremos combatir en este tiempo contra grandes
legiones?...
¡Dioses protectores de Asia, ayúdennos!...
Pero en su nerviosismo y problemas,
la idea poética persiste; lo más probable,
en verdad, sería arrogancia y embriaguez;
Darío debió sentir arrogancia y embriaguez.


1920

 


 

Su principio


Se ha consumado su desviado placer sensual.
Se levantan y apresuradamente se visten, sin hablar.
Furtivos, abandonan la casa por distintos rumbos,
y mientras caminan algo inquietos en la calle,
parece como si se sospechara
en qué lecho estuvieron hace poco.

Pero cuánto ha ganado la vida del artista.
Mañana, pasado mañana, años más tarde,
escribirá versos vigorosos
que aquí tuvieron su principio.

1921

 


 

Desde la escuela de un renombrado filósofo*


Fue discípulo de Ammonio Sacca durante dos años;
pero le aburrieron sus enseñanzas.

Después entró en la política y la abandonó;
el prefecto era un tonto y su séquito,
solemne y oficioso, unos imbéciles;
hablaban el griego peor que bárbaros, los estúpidos.

La iglesia despertó un poco su curiosidad,
pudo bautizarse y pasar por cristiano;
pero cambió de parecer pronto
pues caería de la gracia de sus padres,
verdaderos paganos que dejarían de enviarle
—algo terrible— su cuantiosa mensualidad.

Sin embargo, tenía que hacer algo,
se convirtió en cliente de todas las casas de prostitución
de Alejandría; así como de los centros de desenfreno.

La suerte lo había tratado bien;
le había dado un bello rostro
y él se deleitaba con esta cualidad,
por lo menos su belleza soportaría otros diez años;
después de eso, probablemente regresaría con Sacca.

Y si en este período el anciano muriera,
iría con otro filósofo o sofista;
siempre se encuentra la persona apropiada.

También, finalmente, podría regresar a la política
y laudablemente recordar la tradición de la familia,
y el deber a su país, y cualquiera de esas cosas altisonantes.


1921

* Ammonio Sacca fue un filósofo neoplatónico que enseñó en Alejandría en el siglo III a.C.

 


 

Juliano viendo indiferencia*


"Tomando en cuenta que, entre nosotros
hay mucha indiferencia para con los dioses..."
—Habla con ademán grave—.
¡Indiferencia!, y bien, ¿qué esperaba?,
organizaba la religión como quería;
podía escribir al sumo sacerdote de Galatia
y arreglarlo todo,
o exhortar y guiar a otros igualmente importantes.
Sus amigos no eran cristianos, eso era seguro;
pero no podían, como él, presentarse abiertamente
profesando una nueva religión
—tan ridícula la idea como la aplicación—;
después de todo, eran griegos;
nada en exceso, Augusto.

1923


* Juliano, llamado el apóstata, emperador romano de 361 a 363 era cristiano pero fue atraído hacia el paganismo y la filosofía del antiguo mundo griego. La acotación que abre el poema es de una carta suya dirigida al Sumo Sacerdote Teodoro. La línea que cierra el poema es una máxima griega ("Meden agan", "Nada en exceso").

 


 

En Alejandría 31 a.C.


Desde su pequeña aldea, cercana a los suburbios,
cubierto aún por el polvo del camino;
llega el mercader: "Goma, incienso,
el mejor aceite de oliva, perfumes para el pelo.'
Va pregonando por las calles;
pero acaso el tumulto, la música,
¿permite que sea oído?
La multitud lo empuja, lo arrastra;
y en su estupor pregunta:
"¿Qué es esta locura?",
uno de ellos le arroja
otra gran mentira palaciega:
"Que en Grecia, Antonio, la victoria obtuvo."

1924

 


 

De vidrio policromo*


Un detalle me conmueve de la coronación,
En Bajaferne, de Juan Cantacuceno e Irene,
hija de Andrónico Assán.
Como teñían pocas gemas
(nuestro estado pasaba por gran pobreza),
usaron piedras falsas;
una gran variedad de vidrio policromo:
pedazos de cristal rojo, verde o azul.
Viéndolo bien, no hay nada indigno
ni humillante en ello; al contrario,
parecía una protesta triste
contra la maldad de los coronados.
Esos vidrios son el símbolo
de lo que se debe poseer;
de lo que es apropiado portar en la coronación
de Juan Cantacuceno e Irene,
hija de Andrónico Assán.

1925


* La coronación de Juan Cantacuceno e Irene Assan, fue en la iglesia del Palacio de Vlaquernai, puesto que la catedral de Santa Sofía estaba parcialmente en ruinas.

 


 

Apolonio de Tyana en Rodas*


Apolonio hablaba de buena educación y conducta
a un joven que construía una lujosa mansión en Rodas:

"En lo que a mí concierne —Apolonio dijo al final—;
cuando yo entro a un templo,
no importa cuan pequeño sea,
prefiero ver una estatua de oro y marfil;
que ver en un gran templo,
una vulgar estatua de barro".

El "barro" y lo "vulgar"; lo detestable
que ya traiciona a tantos sin conocimientos;
el "barro" y lo "vulgar".

1925
 
 


* De joven gastó casi todo su dinero construyendo una lujosa mansión, pero nada en su educación. El caso es tomado de Vida de Apolonio de Filóstrato. cap. 22 del libro V.

 


 

En un pequeño pueblo de Asia Menor


La noticia del resultado
de la batalla naval, en Acio,
fue ciertamente inesperada.
Pero no hay necesidad
de componer nuevo discurso:
sólo hay que cambiar el nombre;
en las últimas líneas, en lugar de:
"Habiendo liberado a los romanos
del indeseable Octavio, parodia de César";
se debe decir:
"Habiendo liberado a los romanos
del indeseable Antonio".
Queda perfecto el texto.

"Al conquistador, el más glorioso,
excelso en sus acciones militares,
admirable en su política;
en su nombre el pueblo deseó
la victoria sobre Antonio"
(Aquí, como dijimos, está el cambio).
"A César, considerado
como el perfecto hijo de Júpiter,
protector de los griegos;
a él, que honra nuestras costumbres griegas,
amado en toda la tierra Helena;
renombrado por su orgullo elegíaco,
por el extenso recuento
de sus trabajos en griego: verso y prosa.
Y en griego: Mensajero de la Fama,
etcétera, etcétera."

Todo se acomoda en el texto a la perfección.


1926

 


 

Anna Dalassini*


En el decreto real que editó Alexios Komninos,
especialmente para honrar a su madre,
la muy sabia Anna Dalassini
(conocida además por su labor y sus modales
y que mucho se ha dicho en su honor);
ofreció una sola frase que es sublime y bella:
"Nunca pronunció esas frías palabras 'mío' o 'tuyo'."


1927


* En 1061, el emperador bizantino Alexios Komninos I, ungió oficialmente a su madre, Anna Dalassini, con todos los poderes de Estado, en vista de la guerra que se aproximaba. Edicto que permanece en el libro de su hija, Anna Komnena, La Alexíada, libro III, cap. 6.

 


 

Días de 1901


Algo tenía de distinto,
a pesar de su vida disoluta
y su experiencia erótica;
a pesar de la constante armonía
existente entre su actitud y su edad,
había momentos —muy raros momentos—
en que su carne daba una impresión de pureza.

La belleza de sus veintinueve años,
tan experimentada en la sensualidad,
en momentos, paradójicamente, daría la impresión
de ser la de un adolescente que, con timidez,
entrega su virginal cuerpo por vez primera.

1927

 


 

En una gran colonia griega 200 a.c.


Nadie puede dudar por más tiempo
que las cosas no marchan en la colonia como debieran,
y aunque en una forma u otra progresamos
quizá, ¡como muchos piensan, ha llegado el momento
de llamar a un reformador político.

Mas la objeción y la dificultad estriba
en que estos reformadores causan un gran trastorno
(serían una bendición si no se necesitaran).
Por todo, por lo más insignificante,
preguntan e investigan,
y de inmediato inventan cambios radicales,
pidiendo se ejecuten sin demora.

Les agradan también los sacrificios:

"entrega esa propiedad";
"tu propiedad es peligrosa:
es exactamente eso lo que daña las colonias"
"renuncia a esa renta y a la otra.
y luego a la tercera, es necesario"


¿Pero, qué puede uno hacer?
Crean responsabilidades en exceso.
Y continúan investigando
y se encuentran con hábitos que quieren reprimir,
cosas que son difíciles de olvidar.
Y cuando, al fin, terminan su trabajo,
y queda todo en su sitio debidamente clasificado,
se van, llevándose los sueldos convenidos.

Ahora, veamos lo que queda,
después de esta ingenua cirugía.
Quizá el tiempo no ha llegado.
No nos apresuremos, la prisa es un peligro.
Las medidas tomadas repentinamente
traen arrepentimiento.
Es cierto, muchas cosas marchan mal en la colonia.
Mas, ¿hay humanos perfectos?
Y, después de todo, vean, seguimos progresando.

1928

 

 

 


 

No comprendió


En lo que toca a nuestras creencias,
el banal Julián dijo:
"Leí, comprendí, condené."
Como si ese tonto nos hubiera aniquilado con su "condené".

Sin embargo, estas trivialidades
no pesan entre nosotros, cristianos.
"Leíste, pero no comprendiste;
porque si hubieras comprendido,
no hubieras condenado",
contestamos de inmediato.

1928

 


 

¡Adelante! Rey de los lacedemonos!*


Cratesiclea no permitió que el mundo
la viera llorar su duelo;
majestuosamente caminó en silencio;
su apacible rostro no delató su tristeza ni su tormento.
Sin embargo, no se detuvo por un solo instante,
y antes de abordar el triste barco hacia Alejandría,
llevó a su hijo al templo de Poseidón,
y estando solos, lo abrazó, lo cubrió de besos,
con "gran dolor y excesivamente turbada" dice Plutarco,
no obstante, luchó con la fuerza de su carácter,
y, esta mujer admirable, al recuperarse dijo a
Cleomeno:
"¡adelante! rey de los lacedemonos;
cuando salgamos que nadie nos vea llorar
o conducirnos de una forma
que no esté a la altura de Esparta;
que esto quede entre nosotros,
que nuestro destino sea la voluntad de Dios".

Y se embarcó, entregándose a esa voluntad.

1929


* Cratesiclea fue casi ejecutada por el sucesor de su hijo Ptolomeo IV. La acotación entre comillas es de Plutarco, Vida de Cleómenes, XXII.

 


 

Debió de importarles*


Soy casi un vagabundo.
Esta terrible ciudad de Antioquía
ha devorado mi riqueza;
esta ciudad con su cara forma de ser.
Pero soy joven y gozo de buena salud;
hablo perfectamente bien el griego
(conozco a Platón y Aristóteles al revés y al derecho,
a los oradores, a los poetas y a quien deseen saber).
Sé de asuntos militares
y tengo amigos entre los jefes mercenarios;
también estoy dentro de la administración:
pasé seis meses en Alejandría, el año pasado
y tengo conocimiento (lo cual es de utilidad) de las cosas
de allí,
las ideas de Kakergetis, sus fechorías, etcétera.

Así que me considero bien capacitado
y justo el hombre para servir a este país,
mi querida patria Siria.
En lo que me pongan trataré de ser útil, es mi intención:
pero si por algún motivo, no me lo permiten
(conozco bien a esos dirigentes, ¿tengo que decirlo ahora?),
si no me lo permiten, no tengo la culpa.

Antes que nada veré a Sabino
y si ese tonto no me pone atención,
iré a su oponente, a Grypos,
y si ese idiota no me toma,
iré directamente a Hercano.
Uno de los tres querrá mis servicios de alguna forma;
en cuanto a mi conciencia, está tranquila
por la indiferencia con que escojo:
los tres son igualmente dañinos para Siria.

Pero, yo arruinado, ¿cuál es mi culpa?,
desgraciado de mí, estoy tratando de ser alguien;
debió de importarles a los dioses
el crear un cuarto hombre, honesto,
y con gusto yo iría con él.

1930


* Cavafis llama kakergetis (malefactor) a Ptolomeo que en vida era llamado el "Benefactor" porque este rey que comandó Egipto de 145 a 116 a.C. es recordado por los historiadores griegos como un ejemplo de maldad y libertinaje. Sabino derrotó a Demetrio Nicator II pero fue derrotado y muerto por Antíoco VIII, llamado Grypos (nariz de gancho), quien reinó en Antioquía de 125 a 96 a.C. Hercano, hijo de Simón Macabeo, reinó de 134 a 104 a.C.

 


 

El espejo del vestíbulo


En el recibidor de esta mansión
había un gran espejo antiguo,
adquirido por lo menos hace cien años.

Un joven de extremada belleza,
ayudante de sastre
(atleta aficionado los domingos),
estaba frente a él con un paquete
el cual entregó a alguien de la casa,
quien lo tomó y fue a conseguir el recibo.

El ayudante de sastre se quedó solo
por unos momentos; y mientras esperaba,
se acercó al espejo, se arregló la corbata,
observándose de cerca.
Unos minutos después trajeron el recibo;
lo tomó y salió.

Pero el viejo espejo que tantos objetos
y caras había visto durante sus largos años de vida,
esta vez estaba extasiado, se sentía orgulloso
de haber retenido por unos instantes
la imagen de la belleza pura.

1930

 


 

 

En los suburbios de Antioquía*


Nos sorprendimos en Antioquía
al saber los últimos hechos de Julián.
Apolo discutió con él en Dafne;
no dará el oráculo (¡como si nos importara!),
no tenía ganas de hablar de profecías
hasta que su templo en Dafne se purificara;
los muertos cercanos, dijo, lo molestaban.

Había numerosas tumbas en Dafne,
uno de los muertos allí enterrados
era el mártir Babylas, deslumbrante,
victorioso, gloria de nuestra iglesia;
era a él a quien el falso dios aludía,
a quien temía; mientras lo sintiera cerca
no se atrevía a dar su oráculo,
estaba adormecido
(estos falsos dioses temen a nuestros mártires).

El impío Julián se dobló las mangas,
y con voz nerviosa gritó:
"Desentiérrenlo, llévenselo,
saquen a Babylas de inmediato;
¿se imaginan? Apolo está molesto,
desentiérrenlo, llévenselo a donde quieran,
arrójenlo, ¿acaso estamos jugando?,
Apolo quiere su templo purificado."

Lo sacamos y llevamos con amor y honor
los sagrados restos a otro lado.
En verdad el templo mejoró notablemente,
y sin pérdida de tiempo;
el fuego lo consumió: acabó con el recinto y Apolo;
el ídolo se barrió con el resto del desperdicio.

Julián derramó su ira por todas partes;
¿qué más podía hacer?, que diga
que el fuego lo iniciamos los cristianos.
Que hable, nada se ha comprobado;
lo importante es que se indignó notablemente.

1933


* Los cristianos de Antioquía habían enterrado a su obispo Babylas ilegalmente en los jardines del templo de Dafne que se encontraba cerca de la ciudad. Julián ordenó que el cadáver fuera removido. Esa misma noche el templo fue destruido por el fuego, del cual fueron culpados los cristianos.