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Alguien menciona todavía la tristeza vuelve a invocar la soledad la necesita como a una almohada negra y se equivoca de infancia y cambia de ventanas para desviar la luz. Pero el sonido susurral del carpintero fermenta las mesas la silla los armarios y...
y demasiados libros de ensayos. Lo anterior resulta horriblemente pretencioso pero, por desgracia, es cierto. No tuve infancia. Comencé, muy joven, por ser gerente de una librería de siete pisos, en pleno centro de Bogotá; luego, durante ocho años fui...
el olor de dátiles que espesan en los cazos de cobre, el de polvorones recién horneados. Es el aroma penetrante de mi infancia el que nace, el que nace. Al amanecer Alberto arrea las mulas con el bastimento rumbo a las labores. Una niña atisba por entre...
las nubes Las pesadeces de su torso no han sido consagradas Para el amor de hombre y de mujer ¿Sus deseos no vienen de su infancia Vía Láctea no está acostada ella en la noche sin viento? He reconocido que estaba segura, su desnudez intacta Y que su...
simple ejecución materna de aquellos “planes” más que deseos. La normalidad e incluso cierta tipicidad inglesa rigieron su infancia, de la cual brincó a Oxford, recluyéndose después en Hull, como bibliotecario supremo de la Universidad, a partir de 1955...
Su padre fue maestro de escuela y su madre tocaba el órgano en la iglesia del pueblo. Jörgen cuenta1 que tuvo una infancia feliz llena de juegos, amigos, trabajos en la granja, escuela, canotaje, amor de su padre y rítmicos e inteligentes cuidados e...
rosa de los vientos apuntarán al centro de la soledad. De nuevo seremos implacables, incendiaremos la taiga con tu nueva infancia, nos hundiremos en las lagunas para hacer estragos. Y te diré: ya nada dejamos en el puerto, recorrimos las dársenas, como...
eran una sola casa...” En uno de esos tiempos, el 17 de marzo de 1920, nació Olga Orozco en Toay, La Pampa argentina. Su infancia, dice, siguió creciendo con ella con su carga de terrores, asombros y misterios, en una casa prodigiosa que entre médanos y...
creerle y en todo caso si lo hiciera, sería sólo eso. Buena voluntad y pasajera. Porque no tengo nada que contarle de su infancia, de su adolescencia que seguramente nos costó quebraderos de cabeza a su madre y a mí, y todavía más la de su hermano...
que por primera vez se autocomplace en su monstruosidad en la novela de Fuentes es la ciudad doméstica y apacible de mi infancia. Traspuesta la casa de meriendas rituales y panes bautizados, de médicos a domicilio y libros hereditarios, la ciudad entera...
del pensamiento concreto, esa inteligencia previa a las abstracciones. Con ese pensamiento percibimos la vida durante la infancia y es el estado en el cual permanecen algunos enfermos mentales. De ahí la fascinación de Lavín Cerda tanto por las visiones...