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¡Señor comisario, qué suerte hallarlo a estas horas en su oficina…! Oiga, estoy preocupada, muy preocupada… Mi marido… Me cuesta trabajo decírselo, es muy humillante… Pero no tengo más remedio que decírselo… Mi marido tiene relaciones con una mujer...
ni pagarle una pensión alimenticia. Y todavía te quejas? —Este placer —replicó, evidentemente disgustado, el lwowiano —me cuesta por lo menos dos “quinientones”. Y además, por poco, me vieron cara de idiota, lo cual no me gusta en absoluto. —¿Y a quién...
piedras, en compañía de una procesión de gente con los pañuelos alrededor del cuello, los sacos en la mano, subía por la cuesta del Etna. Fue entonces que la gente, de mi tierra, inocente y pacífica, enflacó en un abrir y cerrar de ojos, y la vieja isla...
aterrada a que terminaras de batirte en el mar con los tiburones, que me amenazaban. En las selvas tupidas de Pie de la Cuesta, por donde avanzábamos tomados de la mano, en busca del tesoro secreto indicado en el plano que encontramos dentro de una...
me gradué de maestro de escuela, hice versos gongorinos y salté a México. Conocí entonces a Xavier Villaurrutia y a Jorge Cuesta, hicimos versos y novelas, revisamos nuestros clásicos, y nos fomentamos los tres una infinita curiosidad viajera, una dura...
Rejano, Miguel Ángel Asturias, Xavier Villaurrutia, Antigua, Chaplin, Álvaro Mutis, Rafael Landívar, García Lorca, Jorge Cuesta, Tito Monterroso, Artaud, Jorge Mañach, Barba Jacob, André Bretón. Nota introductoria En el homenaje que el Suplemento...
cúpula de estrellas y Juan Diego se entretenía en señalar con el dedo los puntos más brillantes, cuando asomó a la cuesta una mujer que, al descubrirle, se detuvo sonriendo dulcemente. Recogía contra su pecho con un brazo los pliegues de una manta...
de esa tarde. Vi al Floreanito muerto, todo rojo y lleno de la sariguasa de los granos. Le piqué al paso. Al voltear la cuesta que da para sus tierras el Patrocinio sintió que le quebraban las piernas. Su casa estaba rodeada de vecinos y otros llegaban...
se habían separado hasta quedar lejanos el uno del otro, como dos garabatos sin sentido. Después volvieron a escalar la cuesta, aferrándose a las ramas caídas y llegaron sofocados hasta el coche. —Vamos a sacar las cosas. —No; espera. Es temprano...
personal de uno, como yo le digo. Ahorré, ahorré algo, pero Enrique si que no se aguantó la boca, y vio mundo, y ver mundo cuesta, y en Italia más que en cualquier otro lado. Te dan diez liras y es peor que si te dieran diez quilos, es agua esa lira de...
de la placita familiar suspendida en el cielo de los Apeninos: se adentra entre casas más severas, baja un poco a media cuesta: y más abajo —cuando las casitas barrocas escasean— allí aparece el valle —y el desierto. Sólo unos pasos más hacia el recodo,...
que te hace ser hombre. Y, sobre todo, mira. Esto sí es suficiente. * * * Oh, el sistema solar es todo para el hombre, y le cuesta decir adiós, aunque en la mirada de despedida descubra la Tierra de Promisión, sin que pueda ni deba pisarla. Hermano...
explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo,...
luego rectificar: "Mira bien que no estás solo allá lejos Que aquí los poetas Son niños perdidos en la noche, a quienes les cuesta trabajo Encontrarse en la mañana, en medio del oxidado hierro del día." Sin embargo, aun desde la soledad es posible el...
cuarto. Tal vez esta posición de su cuerpo motivó sus lágrimas. Sus lágrimas resbalaban por sus mejillas, la arrastraban cuesta abajo, la impulsaban solapadamente a confundirse con el agua gris del fieltro, en un estado de disolución semejante al que...
vaporosa y un cielo raído, intuyo la presencia del mar más allá de las dunas, del brillo que la luz saca al resbalar por la cuesta de los médanos. Los brillos chocan contra tu cara y afilan tu perfil con los tajos de una luz amarilla que te hace arder a...
de 1960 se empiezan a traducir las obras surrealistas en México. El primero en dar a conocer algo de esta poesía fue Jorge Cuesta quien, a raíz de su viaje a Francia en 1928 y de conocer personalmente a Breton y a Robert Desnos, traduce poemas de Paul...
en coche y no...! ¿Pero qué desorden es éste? ¿Por qué tus vestidos están sobre los muebles, en el piso? ¡Con lo que ahora cuesta un vestido! Ismene ve sus vestidos desparramados en todo el cuarto. ¿Pero son realmente sus vestidos? Ahora todos son de...
perdiendo entre los pinos. Había llovido y los durmientes apilados a los lados de la vía olían a bosque. El tren subió la cuesta y cruzó el puente, pero Andrés no saltó. Yo tenía la ilusión de que lo hiciera. Si lo hubiera visto regresar caminando,...
camino se ensancha, se aparta de la cañada, y el cielo se abre inmenso, luminoso. A poco andar nos internamos en un bosque. Cuesta trabajo adelantar, porque las ramas se entrecruzan; pero, en los claros, ¡qué hermosa es la luz!, ¡qué grata la...