V. Conclusión
El pensamiento analógico, en forma de hermenéutica analógica, puede servir para romper los extremos de la cerrazón que impiden comprender, así sea mínimamente, al otro, y el de la apertura sin fin, que no es real sino imaginaria (si no es que fingida), y nos coloca en el punto medio frágil y movedizo del que trata de comprender, pero sabiendo que su comprensión no será absoluta, que tendrá pérdida, pero que, con todo, resultará suficiente, pues es la única que se puede alcanzar desde nuestra limitada comprensión. Será un conocimiento que nos permita criticar al otro desde nosotros y, también, criticarnos a nosotros mismos desde el otro, es decir, escuchar e incorporar las enseñanzas que nos proporciona dentro del diálogo enriquecedor que se entabla.
La hermenéutica analógica privilegia la diferencia, pues esta última predomina en la analogía por encima de la identidad. Retomando una expresión de Lévinas, su manera de defender la diferencia será combatiendo la indiferencia que suele darse entre los seres humanos. Con ello se habrá protegido la diferencia de una manera crítica y con ciertos límites, dentro del marco de la convivencia social pacífica y justa.
Confío en que este instrumento interpretativo sirva para renovar la filosofía en la actualidad, lo cual es una tarea necesaria. Ya hace tiempo que la disciplina está entrampada en la lucha entre absolutismos a ultranza y relativismos excesivos. Es tiempo de que salga de ese impasse y se mueva hacia terrenos más promisorios, por caminos que conduzcan a alguna parte. Estamos en un tiempo indigente y por eso es necesario buscar el alimento que haga avanzar a la filosofía más allá de donde se había quedado estancada. Creo que desde América Latina podemos hacer nuestra aportación. No se trata de desconectarnos de la filosofía universal, sino de usar lo que ésta nos brinda para construir un pensamiento propio, latinoamericano. Esto es algo que están haciendo, de manera excelente, filósofos nuestros como Guillermo Hurtado y Ambrosio Velasco, así como Mario Magallón y su grupo.22 Buscar una voz propia, una manera de conocer, o episteme, que responda a nuestras interrogantes e inquietudes.
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22 Cfr. Mario Magallón Anaya y Juan de Dios Escalante Rodríguez (coords.), América Latina y su episteme analógica, UNAM, México, 2014.
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