Poema Nada se pierde todo se transforma Poema levemente descriptivo Explosivos
Claudia Cardinale ave de grandes plumajes y sus pechos como torres me despierta temprano se pasea por el hueco que dejamos los dos entre medio y pone en la vitrola discos de Gardel o Joan Baez me lee —es un decir— los últimos poemas ya borracho alucinatorio Dylan Thomas A propósito escribe mal su apellido y de pronto un golpe de amigos lejanos me sube por las [piernas pido un mate y la veo pasearse desnuda entre los huecos del tango “las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, [¿viste?” y me digo con alegría hoy no iría para nada al empleo si no estuviera realmente piantao piantao como ella me dice pero Claudia Cardinale [me consuela me arregla el pelo con ternura italiana me cuenta con sus dedos larguísimos y sus uñas violetas las seis o siete arrugas horizontales de la frente (casa de los gusanos en la morera templo del dios del trópico escritura de puertas cerradas el lugar donde los pensamientos eróticos se [sientan en cuclillas mariposa que imagina rápidamente [el golfo estrecho de Magallanes de tu cintura la magia [de esos pantalones ajustados) después se mete en el pecho (departamento horizontal en pleno campo con vistas a las vacaciones anuales a los días sin nada y sin nadie la máquina del mundo que pusiste a andar adentro de mí, gramaticalmente correcto) y me dice con tranquilidad no exenta de ironía (la inocencia como estado ahistórico) que no tengo la obligación de escribir poesía de [compromiso o canciones de protesta que nuestro amor es puro y que nada nos salvará cuando ella se haya ido cuando yo detenga los dedos [sobre los broches de su corpiño Inútilmente me dejo arrastrar por las dudas y después me siento a escribirle este poema que le dirá “buen día Claudia” “tomemos juntos el desayuno” No sé por qué la historia contemporánea [de América Latina no consigna estos detalles feroces pero lo que sé muy bien es que Claudia y yo nos amamos como dos [buzos bajo el mar como dos caracoles bajo la playa como dos turistas en Venecia como dos espinas de la corona de Cristo en un relicario como dos sombras revolucionarias de espaldas en la tierra.
Nada se pierde todo se transforma
Deja que se vayan igual volverán cabalgando en otros caballos más briosos las riendas hay que dejarlas sueltas no las tires hacia atrás hacia tu pecho y verás que vuelven (los paladares los tigres los fetos el ocio y los engranajes) Si escoges un huevo de perdiz tendrás el rumor del vuelo Si pierdes la costumbre del agua adquirirás de pronto la humedad Si esperas podrás ocupar un sitio de tu preferencia Si corriges más vale quemar los papeles.
Poema levemente descriptivo
Me limitaré a describir el polvo por las calles que emerge soplado por el viento norte en una desobediencia pertinaz de sapos muertos en el sol y esta pregunta municipal ¿nos tapará la polvareda con sus edificios sacramentales este mediodía en el pueblo? Espiemos desde las ventanillas de las casas que se fugan seamos hábiles en el trance de poner el viento en sus dominios el calor en los bolsillos de los disidentes y desde luego aprendamos a leernos en la sequedad de esta geografía en donde permanecemos hasta alcanzar cierto grado de locura los informes meteorológicos anuncian grandes [lluvias en el Chaco pero las tribus nos arrojan sus granos de arena sobre los ojos ni alegres ni tristes estamos en el claustro codiciando el desperfecto de la máquina solar sentados en el calor.
Explosivos
Estoy cargado como un cañón a bordo un viejo y [herrumbrado armatoste que de pronto se pone unas mariposas en las orejas un tatuaje en los brazos o un beso que me dejaron en el estómago sin para qué que tuvo su porqué de gris y de llovizna cuando remamos en el mar de los corales y un marinero se ponía la mano a manera de visera y oteaba “el proceloso” el ruido que hacían las mariposas no sé pero me cuido muy bien de prender la mecha por ahora los delfines nos siguieron durante varios días recorriéndonos las bocas los peces voladores fueron amables contertulios desde el fondo de sus ojos miré el largo cuerpo de Ayesha que no llegaba que no llegaba nomás, “los corazones no dejaban casi respirar” mientras, pienso que pronto tendré que empezar a dibujar un nuevo mapa del universo y también el Diccionario La temperatura del cuerpo es normal la humedad ambiente alcanza 100 grados el cigarrillo se consume en el cenicero o en los bronquios el papel donde revuelvo este disparo es de color azul como mi camisa (meticulosamente desabotonada) y aquí en el Chaco llueve desde hace varios días.
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