Las tablas
Soñé que me encontraba en un desierto y que hastiado [de mí mismo Comenzaba a golpear a una mujer. Hacía un frío de los demonios; era necesario hacer algo. Hacer fuego, hacer un poco de ejercicio; Pero a mí me dolía la cabeza, me sentía fatigado Sólo quería dormir, quería morir. Mi traje estaba empapado de sangre Y entre mis dedos se veían algunos cabellos —Los cabellos de mi pobre madre— “Por qué maltratas a tu madre” me preguntaba entonces [una piedra Una piedra cubierta de polvo “por qué la maltratas”. Yo no sabía de dónde venían esas voces que me hacían [temblar Me miraba las uñas y me las mordía, Trataba de pensar infructuosamente en algo Pero sólo veía en torno a mí un desierto Y veía la imagen de ese ídolo Mi dios que me miraba hacer estas cosas. Aparecieron entonces unos pájaros Y al mismo tiempo en la oscuridad descubrí unas rocas. En un supremo esfuerzo logré distinguir las tablas de [la ley: “Nosotras somos las tablas de la ley” decían ellas “Por qué maltratas a tu madre” “Ves esos pájaros que se han venido a posar sobre [nosotras” “Ahí están ellos para registrar tus crímenes” Pero yo bostezaba, me aburría de estas admoniciones. “Espanten esos pájaros” dije en voz alta “No” respondió una piedra “Ellos representan tus diferentes pecados” “Ellos están ahí para mirarte” Entonces yo me volví de nuevo a mi dama Y le empecé a dar más firme que antes Para mantenerse despierto había que hacer algo Estaba en la obligación de actuar So pena de caer dormido entre aquellas rocas Aquellos pájaros. Saqué entonces una caja de fósforos de uno de mis [bolsillos Y decidí quemar el busto del dios Tenía un frío espantoso, necesitaba calentarme Pero este fuego sólo duró algunos segundos. Desesperado busqué de nuevo las tablas Pero ellas habían desaparecido: las rocas tampoco estaban allí Mi madre me había abandonado. Me toqué la frente; pero no: Ya no podía más.
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