Guadalupe Amor Selección y nota introductoria de Roberto Fernández Sepúlveda VERSIÓN PDF |
Nota introductoria |
Creo que lo más importante de mí es lo que no he dicho,
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Dedicatoria |
Al dueño del desierto americano, del llano desolado y devastado, a Rulfo, que del llano enamorado, arrasó el Continente Americano A Arreola, el florentino mexicano que a Salaino su gorra le ha bordado con alamares de festón plateado que dibujó con tinta de su mano A la grave y contrita Emma Godoy que practica la misa ayer y hoy A Guadalupe Dueñas, la infernal y a su pluma celeste y terrenal A Guadalupe Amor, la mexicana que es dueña de la tinta americana. |
El fauno |
El fauno estremecido en la moldura de la piedra gris está como dormido Con sonrisa de gis delira delirante en un desliz |
El arcángel |
Montado en una cornisa de una puerta cubierta de damasco de seda movediza, impedía un chubasco el arcángel, volado de un peñasco |
El buda |
El buda enigmático que sonríe sin fin, plácidamente Hierático y estático; con un halo en la frente me mira por la noche oblicuamente |
Cansada… |
Cansada de esperarte con mis brazos vacíos de caricias, con ansias de estrecharte pensaba en las delicias de esas noches, pasadas y ficticias |
Me acerqué… |
Me acerqué hasta tu puerta temerosa intenté tocar la aldaba Fue una tarde desierta En el muro dejaba esplendores la flor de la guayaba |
Cuando tú me detractas… |
Cuando tú me detractas me sumerges al fin de los abismos ¡No se levantan actas! Internos cataclismos anulan mis celestes espejismos |
El sapo embrujado |
El sapo embrujado y el caimán del castillo de metal; el mago colorado el gallo de cristal y la bruja del manto celestial |
El cisne encantado |
Aquel cisne encantado y el pelícano negro tenebroso; el gallo degollado y la sangre en el pozo y el mago del sorbete misterioso |
El alquimista azul |
El alquimista azul con cucurucho de astros constelado; el encantado Abdul, un chupamirto ajado y un ruiseñor de color morado |
De ébano los luceros |
De ébano los luceros los espejos, de vidrio cristalinos Mi colección de ceros mis anhelos divinos mis pensamientos, solos y asesinos |
La raza tolteca |
Y la raza tolteca y el papagayo de color volado El cáliz de la Meca el gallo ensangretado y el álbum de recuerdos olvidado |
Los cambios |
En un espejo miro un jarrón y una blanca crisantema La luz cambia de giro y la flor de sistema Y en esta lira, cambio yo de tema |
El ruiseñor |
Pájaro cantor de setecientos veintidós colores el frágil ruiseñor, mayoral de tenores es ave de los trinos trinadores |
El pájaro de oro matemático |
La rosa de castilla el ajenjo, el arsénico y el viático; la Torre de Sevilla mi espejo enigmático y el pájaro de oro matemático |
El cuervo |
De azabache enlutado, el cuervo con sus alas tan sombrías va al cielo del pasado y vuela lejanías volando por nocturnas galerías |
El ave arco iris |
De mi ojo izquierdo el iris ve volar un pájaro en fulgores: El ave arcoiris de los siete colores del coro cartujano de cantores. |
¡El manequí, el manequí! |
El manequí no se mueve, está en la sombra sombrío escala el escalofrío; tiene el semblante de nieve a las siete y a las nueve El manequí se movió, el manequí caminó hasta el biombo misterioso del espacio milagroso: hasta el cero del reloj |
Rusia |
A la Rusia bizantina y al Zar de todas las Rusias y de todas las angustias A la zarina divina y a esa cámara asesina A Rasputín el morado Al Kremlin envenenado A la duquesa Anastasia A la Siberia en desgracia y a Lenin, puro y sagrado |
A mí me ha dado… |
A mí me ha dado en escribir sonetos |
Yo fui novia… |
Yo fui novia del Blue Boy de un árabe del desierto de un músico de concierto y en el infierno ahora estoy Yo me voy en un convoy a recorrer el Mar Muerto, el mar obscuro y abierto y por sus ondas me voy Voy a pescar peces rojos y a encerrarlos con cerrojos en un frasco de cristal Ya es mi locura total estoy por ti encarcelada en la cárcel de la nada |
La aritmética… |
La aritmética alarmante la matemática fría la distante geografía el álgebra desquiciante la alquimia desconcertante la glacial filosofía la celeste astronomía la teología enajenante el ajedrez silencioso el dominó misterioso el deporte de la lumbre, que es de los juegos la cumbre, nunca podrán igualar al deporte de pensar |
Mi testamento |
En estas líneas que con tinta escribo te lego Juan de Dios mi testamento, quede de testimonio documento la palabra transcrita que transcribo En estas letras dadas al olvido infinitas, igual que el firmamento, dejo mi signo, mi señal, mi acento y te digo don Juan lo que he vivido Y te digo don Juan cómo yo he muerto Lego mis asombrosos abalorios a la sombra del ávido desierto y a la misa final de mis velorios Y mi sangre la dejo al llano abierto y mi gloria a los cielos transitorios |
Voy a narrarte |
Voy a narrarte Juan de Dios amado lo que acontece por mi cuerpo obscuro y por mi corazón tan inseguro, igual que un llano abierto y desolado Voy a contarte Juan lo que he pecado lo que he pecado viendo contra el muro De mi pecado criminal y duro, voy a hablarte don Juan enamorado Voy a contarte cómo yo en la sombra apuñalé mi rostro en el espejo y huí al laberinto del olvido donde nada perturba ya ni asombra, donde la luz no deja ni un reflejo y la sábana blanca no hace ruido |
Me doctoré… |
Me doctoré en masoquismos también en jurisprudencia me doctoré en la alta ciencia de fabricar silogismos y de inventar espejismos Me doctoré en la vehemencia de saber que la conciencia sólo acelera los ismos Me doctoré en teología también en melancolía Me doctoré en letras muertas también en ciencias inciertas Me doctoré en el amor lo practiqué en Do Mayor |
Como los rieles del tren |
Como los rieles del tren, unidos y separados pero siempre sentenciados a llegar tarde al andén Como el constante vaivén del tren por los encrespados cerros grises levantados, mi amor y el tuyo también corren paralelamente corren fugitivamente corren juntos, divididos separados, pero unidos corren hasta el mar quebrado mar sin olas, desolado |
Tres Sonetos de Amores Prohibidos |
I. En mi lecho anestesiado tuve un sueño de cometa de barcos, velas, veletas, tuve un sueño de pecado Un sueño como blindado de treinta puertas secretas y de misteriosas grietas, un sueño casi sellado Soñé que estabas conmigo tú eras mi solo testigo Soñé que me penetrabas, que con lascivia me amabas y tu cuerpo junto al mío formaban sólo el vacío. II. Yo te amaba hasta el delirio mas allá de lo que miro, sabes que por ti deliro por ti, mi tez es de cirio mis venas son de martirio Pero yo ya me retiro, pongo en mi florero un lirio erguido, blanco, morado, en su belleza sellado y sigo pensando en ti infernal mi frenesí Ante tu cuerpo yo me quedo absorta, me juego en ti la yugular, la aorta III. Por la calle tú has visto los traseros de las mujeres, que el sudor transpira y con sus culos abultados giran a la iglesia los miércoles primeros Van tocadas con velos y sombreros que al arrebato del pecado inspiran y en contra del incienso ellas conspiran Tú has mirado sus talles traicioneros De lascivia tus ojos se han llenado Al mirarlos, ejerces tú el pecado Tus sueños son de iglesia y de lujuria de deseos frenéticos, de furia Yo he sentido unos celos infernales pensando en tus deseos municipales. |
Esos besos |
Esos besos que nunca tú me diste esas caricias casi clandestinas esas caricias tuyas, asesinas y tu recuerdo que cual toro embiste Ya ni el demonio tétrico me asiste Recorro en vano todas las cortinas Mis noches son de sombra y de morfina desde una tarde en que sin fin partiste Desde esa tarde miro cada tarde una montaña lila y transparente una montaña de aluminio eterno Mi corazón de vidrio es muy cobarde terribles, los conflictos de mi mente Soy la dueña absoluta del infierno |
Los cielos |
Cielos de oro, mexicanos cielos de nubes doradas de nubes amotinadas Son cielos americanos como cielos africanos Cielos de estrellas voladas de estrellas multiplicadas y de luceros lejanos Cielos de éter y amatista ¡Cielos sin fin a la vista! Cielos de Auroras Boreales y de astros municipales Cielos de aviones volantes y gaviotas ondulantes |
Mi locura |
Mi locura es portentosa mi locura es de espejismos, mi vida de cataclismos y es de locura la rosa y la alada mariposa y mis pensamientos mismos De locura mis abismos de locura es cualquier cosa Suele el lirio ser del valle y de cemento la calle y es infernal mi locura y eterna la noche obscura Es de platino mi mente y mi locura ascendente |
Me he pintado |
Me ha pintado el Tintoretto y el genial aragonés que no llegó a ser francés: Goya, y el Spagnoletto Bajo la luz de un abeto o a la sombra de un ciprés o a la sombra de las diez lanzando yo al mundo un reto, me han pintado Zurbarán Lautrec, Manet y Derain y me pintó Andrea del Sarto melancólica en mi cuarto y Rembrandt me dibujó en un lienzo que voló |
Biznieta de los bisontes |
Biznieta de los bisontes prima hermana de panteras yo colecciono quimeras, fulmino los horizontes Quemo la luz de los montes, eternas mis primaveras y son lilas mis ojeras y verdes los saltamontes Los contornos de la luna se doblan en la laguna; los contornos del lucero brillan allá por enero y los contornos del tiempo suelen ser mi pasatiempo. |
Vi en el espejo… |
Vi en el espejo un personaje raro un pájaro de sombras taciturno, del polaco Chopin, oí un nocturno y vendí mi reloj a un viejo avaro Tu traje obscuro, que costó tan caro las refulgentes luces de Saturno el comandante que cambió de turno y la niña que juega con el aro Un telegrama que me ha enviado Emilio y yo pidiéndole al demonio auxilio Las tabernas de vinos asesinos los burdeles de vicios clandestinos los imanes, las grises cerraduras... También las misteriosas cerraduras. |
Ese Cristo… |
Ese Cristo tan negro y vengativo al que debo una deuda prometida, permanece agónico y con vida esperando mi tardo donativo Ese Cristo de sangre fugitivo prolonga su agonía desmedida y su sangre está ya comprometida con su cuerpo sangriento y abatido Ese Cristo de noche a mí me sigue y me cobra y me reta y me persigue y su mirada eterna de agonía a la luz de mis ojos desafía Cubierto con un tápalo morado es testigo de mi íntimo pecado |
Ese Cristo… |
Este infierno de sal en que no creo este infierno de fuego tan candente este infierno de hielo incandescente este infierno sin cielo que no veo Este infierno eterno donde leo la eternidad eterna e impotente, la eternidad eterna y ascendente este infierno voraz que yo deso Este infierno de fuego hipotecado, del reloj, del presente, del pasado Este infierno de llamas que calcina devasta, incinera y asesina Este infierno de sal que es ya tan mío formado por tu amor, pensado y frío |
La interrogación |
La gran interrogación, el horizonte ascendente aquel reloj persistente y mi roto corazón de mi pulso, el diapasón y mi fortuna inclemente; los portentos de mi mente y la bestial religión Siempre una luz que ilumina aunque sea de parafina, Siempre una duda abismal, la interrogación fatal Pero en el cielo la estrella reluce, brillante y bella |
Mi derrota |
El desnivel convulso de mi vida mi vida de espejismos y de abetos mi vida de tercetos y cuartetos mi vida tan celeste y tan transida Mi delirante vida sin salida mi vida de centellas y secretos mi vida de reflejos tan sujetos al Partenón de la total huida En el lado letal de la balanza, la bandera sin fin de la esperanza y en el opuesto lado, mi derrota en la altísima escala de la nota Mi eternidad, ya eterna y ascendente y mi derrota, rota e impotente |
Teatro Fábregas |
Vestida de mariposa bailé horas infinitas, largas horas inauditas con alas color de rosa; en una sala espaciosa, danzas paganas, benditas angelicales, malditas una tarde prodigiosa La función se terminó pero de bailar yo no, todavía sigo bailando como posesa danzando De mariposa vestida yo soy la flor de la vida |
Las olas |
Las olas vienen y van olas grises, encrespadas verdes, azules, moradas olas que a la nada dan Las olas ¿a dónde irán? Olas de cinc cinceladas olas, de plata onduladas ¿De la China a Pakistán? Las olas se evaporaron y en los cielos se estrellaron Las olas que ya se fueron nunca más, jamás volvieron Como un faro me he quedado sola ya en el mar dorado |
Paralelo entre la Virgen de Guadalupe |
Tú, de tus plumas rodeada Yo, contemplando los soles Tú alumbrada por faroles Yo encaminada a la nada Tú, celeste y constelada Yo te ofrezco girasoles de amarillos arreboles Tú, en un ayate pintada Yo divina, porque invento mi sangre y el firmamento Tú por ciegos adorada Yo ciega e iluminada Tú mexicana imperial Yo mexicana infernal |
El bonete |
a J.J. Arreóla
El bonete estrafalario con festón de terciopelo y un rosetón de repelos sacado de un viejo armario; con listones y un rosario de un vestido azul de velo y un gran sombrero de duelo y un gastado breviario, perteneció a Abel Colina traficante de heroína Montes Collado y Corcuera lo usó en plena primavera El bonete era de raso, con un romántico lazo |
Despojo civil |
a Sor Juana Inés de la Cruz
Es despojo civil de las edades el lánguido deseo que poseo, el ávido deseo que deseo por el eterno mar de tempestades Son despojo civil mis ansiedades es despojo civil lo que yo veo es despojo civil lo que yo leo y despojo civil son las ciudades Es despojo civil mi pensamiento y es despojo civil mi entendimiento Es despojo civil lo que yo pienso y es despojo civil este descenso Son despojo civil todas mis venas y despojo civil todas mis penas |
Shakespeare |
Shakespeare me llamó genial Lope de Vega, infinita Calderón, bruja maldita y Fray Luis la episcopal Quevedo, grande inmortal y Góngora la contrita Sor Juana, monja inaudita y Bécquer la mayoral Rubén Darío, la hemorragia; la hechicera de la magia Machado, la alucinante Villaurrutia, enajenante García Lorca, la grandiosa y yo me llamé la Diosa |
Esas dosis… |
Esas dosis homeopáticas que tú me aplicas a mí, enervan mi frenesí en noches de matemáticas Noches largas y lunáticas noches que no concebí noches en que recibí grandes punzadas hepáticas Noches de luna sombría, blancas, yertas y vacías Noches negras sin luceros y sin vuelo de jilgueros Noches en mi blando lecho donde en sueños yo te estrecho |
He escrito dos mil sonetos |
He escrito dos mil sonetos y mil novecientas liras, tengo un vestido de tiras bordadas, y seis cuartetos que escribí entre los abetos En mis luminosos giros hablé ya de odios y de iras hablé de amores secretos hablé de mapas y océanos, de las palmas de mis manos de los astros y los ríos de mis cien mil extravíos Pero es más lo que he callado que lo que ya he publicado |