Léopold Sédar Senghor Selección, nota y traducción de Miguel Ángel Flores VERSIÓN PDF |
Nota introductoria
Los años treinta son el momento central en la vida de Léopold Sédar Senghor. En esos años, el poeta reside en París, ciudad que vive una intensa fermentación artística. André Bretón, Blaise Cendrars y Pablo Picasso se habían interesado en el arte negro, siguiendo el ejemplo de Apollinaire. El jazz se incorporaba al gusto de una época y se alababa al mismo tiempo el talento de los negros para la música. Los años treinta son también la década bárbara. El ascenso del fascismo y el temor paralizante de la burguesía dominan la escena política.
África es el depósito secular de materias primas y mano de obra, asiento de una población vejada, sin identidad cultural según las metrópolis. Senghor se da a la tarea de rescatar y afirmar esa identidad. En su búsqueda por afirmar una tradición que había sido sepultada por la arrogante presencia del colonizador funda un movimiento llamado negritud. En esta empresa lo acompaña el poeta de la Martinica Aimé Césaire con quien habría de compartir credos estéticos y, en algún momento, políticos. Juntos publican la revista L'Etudiant Noir (El estudiante negro) en el año de 1934; en ella exponen los principios de la negritud. El significado original de este término era una definición de las cualidades de los negros sin importar su nacionalidad. La expresión hizo historia y con el tiempo se cargó de ambigüedad y se volvió borrosa. A partir de la revista se definen los dos polos sobre los que habría de girar la vida de Senghor: poesía y política. En años de quiebra moral, Senghor reivindica para los suyos el derecho a existir sin someterse a servidumbres y el orgullo de una raza. En el quehacer de su obra el poeta abreva en la estética del surrealismo. Para expresar un mundo, que no se ceñía a un orden "racional", multiforme y fragmentario, donde el animismo era la negación de los dioses porque el hombre aún era capaz de someter a las fuerzas de la naturaleza que encarnaban en un destino, Senghor se adentra en la exuberante vegetación imaginativa de donde salen los cuadros de Dalí y Max Ernst, los poemas de Bretón y Peret, los filmes de Buñuel. El verso era surrealista y africano. Esta alianza le dio un sello distintivo a su poesía. Del África están presentes el orgullo de una tradición cultural y de un color que no es fatalidad y, en el fondo de todo ello, un ritmo, una forma de canto que busca integrarse con los elementos de la naturaleza. La importancia de Senghor radica en que su liturgia verbal se funda en una rica imaginación poética y en un poderoso ritmo que da a sus versos la cadencia de un canto de amplias resonancias. Una poesía que en su intención roza tangencialmente la de dos grandes poetas de su misma lengua: Saint-John Perse y Paul Claudel. Senghor es la expresión de una paradoja; portavoz de la negritud y cabeza visible de la independencia africana, nunca dejará de ser francés. Lo relevante en él es su dominio de la lengua del ex colonizador. La altura estética a la que lleva el francés es uno de los hitos más importantes de la poesía en esta lengua. La visión de Senghor es sólo una modalidad de la cultura francesa. La construcción de la teoría política no estuvo a la altura de la acción. El humanismo de Senghor es de una estirpe que difícilmente alcanza las costas del África: André Malraux lo señaló con lucidez: "Lumumba era la otra África a la cual no pertenece Senghor". El político nunca alcanzó la nobleza del poeta. El conjunto de poemas que a continuación presentamos atestiguan su eminencia entre los grandes poetas de nuestro siglo.
Miguel Ángel Flores |
Nota biográfica
Léopold Sédar Senghor nació en 1906 en Joal-la Portugaise, un pueblo de la costa a ciento treinta kilómetros de Dakar, capital de la república del Senegal. Su nombre es francés, ya que es católico en un país predominantemente musulmán. Su padre fue un próspero comerciante y ganadero lo que permitió al poeta gozar de una niñez idílica. Perteneció a la tribu Serer, cuyos miembros son muy reconocidos en el país como agricultores. Creció entre los hombres de esta tribu y de ellos adquirió su conocimiento de plantas y animales; de ellos también recibió un mundo poblado de espíritus mágicos, fuerzas invisibles y mitos que más tarde se habrían de reflejar en su poesía. En 1928 abandonó Senegal y se trasladó a París donde se inscribió en el Liceo Louis-le-Grand. Allí coincidió con George Pompidou. Ambos serían hombres de letras y de Estado. Más tarde, en la Universidad de París se relacionó con un heterogéneo grupo de estudiantes de las Antillas y el África. En 1933 fue el primer estudiante africano que obtuvo el diploma de Agrégé dʼUniversité, el grado académico más alto en el sistema educativo francés. Al estallar la segunda guerra mundial se enroló en el ejército francés y sufrió prisión. Al finalizar la guerra inició su vida política. De 1946 a 1959 ocupó una de las dos diputaciones por Senegal en la asamblea francesa. Durante esos años fundó la revista Présence Africaine. Entre febrero de 1955 y enero de 1956 fue secretario de Estado en el gabinete de Edgar Fauré. En 1958 creó el Partido del Reagrupamiento Africano; el 4 de abril de 1959 fue nombrado presidente de la asamblea legislativa de la federación Malí, que incluía al Senegal y al Sudán. Después del rompimiento de tal federación en 1960, Senghor se convirtió en presidente del Senegal, cargo que ocupó veinte años. Dejó la presidencia el 31 de diciembre de 1980. Durante su vida política, Senghor publicó los siguientes libros de poesía: Cantos de sombra (1945), Hostias negras (1948), Etiópicas (1956), Nocturnos (1961) y Cartas de invierno (1972). Fue autor también de ensayos y de una Antología de la nueva poesía negra y malgache, que lleva al frente un prólogo de Jean-Paul Sartre titulado "Orfeo Negro". Murió el 20 de diciembre de 2001.
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"In memoriam"
Es domingo.
Temo la multitud de mis semejantes con rostro de piedra. Desde mi torre de vidrio, habitado por las migrañas, los Ancestros impacientes, Contemplo los techos y las colinas entre la bruma En paz — las chimeneas están desnudas y son esbeltas, A sus pies duermen mis muertos, todos mis sueños hechos polvo, Todos mis sueños, la sangre gratuita derramada por las calles que se mezcla con la sangre de las carnicerías. Y ahora, desde este observatorio de los suburbios Contemplo mis sueños distraídos por las calles, dormidos al pie de las colinas Como los guías de mi raza sobre las orillas de Gambia y del Saloum Del Sena ahora, al pie de las colinas. ¡Déjame pensar en mis muertos! Fue ayer la fiesta de todos los Santos, el aniversario solemne del Sol Y nada los recordaba en el cementerio. Oh, muertos, que siempre rehusasteis morir, que supisteis resistir a la Muerte Tanto en Sine como en el Sena, y en mis venas frágiles, mi sangre irreductible Protege mis sueños como lo habéis hecho con vuestros hijos los emigrantes de piernas delgadas. ¡Oh, muertos! Defended los techos de París en la bruma dominical Los techos que protegen mis muertos. Desde mi torre peligrosamente segura, desciendo a la calle Con mis hermanos de ojos azules, De manos duras. |
Carta a un poeta
¡Para el Hermano amado y para el amigo, mi saludo tosco |
* Árbol de la familia de las acacias. |
Mujer negra
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Máscara negra
Ella duerme y reposa sobre el candor de la arena |
Nieve sobre París
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Oración de las máscaras
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El tótem
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Canto de sombra
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Mediterráneo
Dakar, 1938 |
Luxemburgo, 1939
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Mujeres de Francia
Mujeres de Francia, y vosotras hijas de Francia Aceptadlas aunque sea bárbaro el ritmo, disonante los |
Canto de primavera Para una muchacha negra de talón rosa
I París, abril de 1944 |
A Nueva York Para una orquesta de jazz: solo de trompeta
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Elegía de las aguas
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Estoy solo
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El retrato
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Jardín de Francia
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