¡Mujer desnuda, mujer negra,
Vestida del color que es tu vida, de tu forma que es
belleza!
Crecí bajo tu sombra; la dulzura de tus manos vendó
mis ojos
Y he aquí que en el corazón del verano y del mediodía,
te descubro
Tierra prometida, desde lo alto de un cuello calcinado
Y tu belleza me fulmina en pleno corazón, como el
alumbramiento de un águila.
Mujer desnuda, mujer oscura
Fruto maduro de carne firme, extasiadas sombras del vino
negro, boca que hace lírica mi boca
Sabanas de horizontes puros, sabanas que se estremecen
a las caricias fervientes del viento del Este
Tam-tam esculpido, tam-tam tendido que ruge bajo los dedos
del vencedor.
Tu voz grave de contralto es el canto espiritual del
Alma.
Mujer desnuda, mujer oscura
Aceite que ningún soplo perturba, aceite quieto en los
flancos del atleta, en los flancos del príncipe de
Malí
Gacela unida a las estrellas, las perlas son estrellas
sobre la noche de tu piel
Delicias de los ojos del espíritu, los reflejos del oro
encarnado sobre tu piel que reverbera
A la sombra de tu cabellera, se ilumina mi angustia
en los soles próximos de tus ojos.
Mujer desnuda, mujer negra
Yo canto tu belleza que pasa, forma que fijo en la Eternidad,
Antes que el destino celoso te reduzca a cenizas,
para nutrir las raíces de la vida.