Toda carne
Cuánta vida cuánto puente y cuánta agua debajo del puente corrida, perdida, mordida cuánto pudo ser y no fue realmente no fue, cuánto equilibrio en el borde mismo y una soga que es como un lazo, el rodeo íntimo la íntima garganta y de a poco un poco más hasta el gorgorito cuánto gesto amplio patético hermético un breve humito perdido para siempre cuánto dolor (así es dolor) que pudo ser amor y no fue realmente no fue cuánto programa cuánto popurrí cuánta sala cubierta de licor y de gentileza madrugada de no me da más el alma maldades sin fin cuánta Siberia vida mía sin ti cuánto desnudarse y después vestirse cuánta paciencia cuánto irse y otra vez volver cuánta vida esto es algo que no se entiende bien.
No hay sordina
Qué me queda de una noche inconstante sino un noticiario atrasado tan atrasado que parece mentira si todo pasó ayer nomás la vendedora de violetas el whiski con hielo ese vago dominar la situación. Qué me queda de una orfebrería implacable sino la indecisión un resto de swing para pasar mis días aquí sentado mejor dicho caído bajo un enorme recuerdo. Qué me queda de un invierno que no entiendo sino un par de ardides para vivir una forma de tomar el cigarrillo el calambre oportuno dormir como las liebres fornicar como un insomne. Qué me queda del tiempo que me ha sido concedido sino una vocecita soy un zorro que atropelló la vida un juguete sin panza un reloj sin voluntad. Qué me queda de toda la ropa y la música sino una herida otro estará en mi silla y padecerá mi gloria otro cargará lo que queda en mi mochila y se negará tomará los trenes bajará se afeitará. Qué me queda de un sueño impreciso y caliente sino un alfilerazo una contracción para apartar el dolor qué me queda qué me queda sino asegurar mis restos no hay sordina suficiente no hay algodón me conmueve la estridencia de la vida.
Como el diablo
Una mujer se corrompió sin falta un sacerdote buscó una esperanza en vano un labrador pisoteó la semilla con una rabia un boxeador se desconsoló demasiado pronto un militar tuvo un principio de confianza un asmático respiró y sus fuelles tocaron Bach un comerciante (uníos ricos del mundo) se desprendió de un peso una chimenea de fondo emitió perritos en vez de nubes loritos enanitos chiquitos inocencia y así van las cosas por estas serranías todo al revés el destino (me acuerdo de vos Miguel) ríe socarrón es un solecismo es un tropo sin poeta incapaz de precisarse en su metonimia al destino le falta cultura entiende poco está tan preso como cualquiera de sus incongruencias el amor le pega estocadas la muerte lo besuquea y adiós es horrendo y libre todo al revés.
Contámelo otra vez
Y en cuanto a lo que podemos llamar “mi” dolor (no es por el cariño que lo digo) se parece a un brote se parece a una mano que altanera cierra una puerta un pantalón porque mi dolor no es la cumbre del dolor infinito sino un alga en una roca menor un puntazo fulgurante en un pie producto de un zapato descartado por la historia no es el prestigioso dolor la herida culta a “mí” me duele cada fruto de mi cuerpo desde el malentendido hasta la compulsión el menor movimiento de mi existencia me hace desear el grito la pomada universal que me apacigüe no puedo más que gritar sólo gritar ni siquiera puedo con la timidez con el desgano no puedo hacer collares en los puertos ni puedo con el dolor que me desanima me pone de mal humor estoy rabioso mis espumarajos alejan a la gente soy un perro que la sociedad reprime voy a hacer una declaración conseguiré muchas firmas me voy a corregir alguna vez sanos propósitos de enmienda me estimulan: claro, ahora estoy equivocado tengo la impresión de estar haciendo todo al revés debo tomarme mi tiempo por ejemplo para secarme al salir del mar la gota que hierve en la piel causa un daño profundo para erradicar hasta el fin el último grano de arena voy a empezar por mí, ordenar la casa aunque me duele esto del sol que regresa infatigable y después sutilmente se agota entre las matas estuve aquí hace diez años y ahora o hace doscientos mil o nunca estuve ni siquiera ahora y eso me llena de dolor insatisfecho hasta cuándo podré decir estuve aquí hace diez años y (recuerdo) alegre me puso la alegría elemental de descubrir un cangrejo una vieja lo había descubierto y en sus manos la bestia deprimida se le parecía ella creía que era un juego ese múltiple pataleo esa araña en flor ¿y si lo olvido, no seré igualmente feroz? me duele este dolor de cada instante yo quisiera liberarme del enredo por qué cuando digo blanco se me escucha gris es terrible es tembloroso que yo haga por tu bien y me estés odiando sin tregua que yo te explique y mis palabras me estén condenando a la muerte cabal de tu impaciencia.
Tengo que aprenderlo de memoria
En la corta noche de los aperitivos solitarios en esa sombra el tiempo es cariñosamente real el tiempo lo palmea a uno el tiempo toma una copa con nosotros y tiembla en sus bordes, vacilante, está a punto de entregarse lo hará lo hará está casi desmayado casi no resiste se toma tan sólo su espacio parece que piensa en la pieza en la que caerá debe exigir condiciones para ser abolido una cierta frondosidad una cierta gloria su copa está vacía y la mía los sillones son islas que nos guardan del peligroso mar de la luz las llenamos el tiempo y yo, gentilmente, uno al otro otro al uno el aperitivo se agranda y los líquidos se mezclan seguimos firmes en esa idea maligna el tiempo vaya uno a saber lo que le pasa se pone a hipar llora en su sillón oscuro se lamenta de todo y de nada le duele la cabeza nos duele la cabeza qué nos importa más en este instante la penumbrosa ceremonia la reducción tan fácil la expresión perfecta de una voluntad frágil como esa luz de la ventana… alguien entra llegó el momento invasor, alguien tantea mi paciencia me doy vuelta y el tiempo ya no está la maniobra no resultó la otra vez fue igual fue en una playa o en una estación o en una corrida a punto de rendirse se escapó, no, si esto es como para hartarse es como para enojarse es como para embriagarse es como para morirse.
Las tazas
Como en los tangos la tristeza verdadera la tristeza sin vuelta se hace propietaria de los inmuebles pinta sus paredes resuena en las canillas mal cerradas huele en las toallas y qué decir de los zapatos desajusta las ventanas le impide a las puertas el silencio y la suavidad rechaza los carteros tardíos dobla la punta de las alfombras y en cuanto a las tazas, ah las tazas en la desierta soledad de la noche se desconchan la tristeza las descascara les pone el borde áspero les reprime su café y en consecuencia no hay nada que hacer hasta es vano ponerse a recordar sin siquiera el recuerdo de un amor bien hecho ni el recuerdo de una traición insondable: el café se pone áspero y duro a qué seriedad se puede aspirar así sin vajilla sin recuerdos igual que los niños que no tienen maestra ni tienen ama ni amor.
Empecemos ya
El árbitro no se decidía a tocar el silbato; nadie entendía lo que podía estar pasando. Julio Lareu
La vida a qué hora empieza sus turbaciones sus malandanzas sus buenas maneras los balbuceos tras las fórmulas felices las combinaciones perfectas las caídas en los precipicios en la vulgaridad etcétera.
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