Juan Gelman Selección y nota introductoria de Marco Antonio Campos VERSIÓN PDF |
Nota introductoria1 |
Juan Gelman nació en Buenos Aires en 1930. Militó en el Partido Comunista Argentino y en la organización guerrillera Montoneros. Conoció un duro exilio de 1975 a 1988. Vive desde hace cinco años en la ciudad de México.2 La obra poética de Gelman es vasta y algunos temas frecuentes en su obra son el amor, las admiraciones literarias, la muerte, el exilio, los recuerdos y la derrota de la lucha guerrillera, la ciudad de Buenos Aires y la patria perdida. Algunos de sus libros centrales son: Los poemas de Sidney West, Bajo la lluvia ajena (notas al pie de una derrota), Hacia el sur, Citas y comentarios, Anunciaciones y Salarios del impío.
En los años cincuenta y sesenta en los poemas de Gelman hay una ligereza, un verso que alea y aletea, lleno de gracia y destellos, de optimismo y primavera porteña. Está próximo el cuerpo de la mujer, llámese Ofelia o Daniela Roca y el país y el mundo son imaginables como un castillo para construirse con las piedras de luz del sueño y la utopía, de la libertad y la fraternidad, aunque también, entre las “bellas compañías”, un afectuoso buitre trabaje a veces prometeicamente las entrañas. Ofelia parecía entonces “un olvido después de la ternura” y Daniela Roca era “llena de gracia como Santa María”. Cuando Rimbaud redacta “El barco ebrio” no conocía el mar; sin embargo, al leer el poema, creemos estar sintiéndolo todo el tiempo. Algo semejante ocurre con uno de los libros más singulares de Gelman: Los poemas de Sidney West. Es uno de los libros raros de la poesía latinoamericana como Trilce, En la másmédula, Tarumba y Estravagario. Gelman no conocía en ese entonces los Estados Unidos y nosotros creemos al leer el libro que los conocía muy bien. Los nombres de los personajes y sitios nos parecen tan familiares, tan bien puestos allí, que dan ganas de saludarlos y conversar con ellos en la calle o invitarlos a tomar una copa en la taberna de la esquina, llámense Gallagher Bentham o Cab Cunningham o Bob Chambers o Helen Carmody o Sammy McCoy, y vivan en Alabama, Melody Spring o Pickapoon. Un mundo como de Viejo Oeste para el señor Oeste llamado Sidney, donde el lector disfruta con el bello absurdo y el juego en serio, con la ternura letal y la muerte espléndida. Los retratos son entre trágicos y caricaturescos, y en los cuales, por caso, un hombre de sexo potente puede ser sobrevivido —inmortalizado— por el tábano real, y otro enamorarse de una tórtola a quien le deja los ojos al morir, y otro tener un ciruelo el cual riega con lágrimas secas, y otro tener una mujer que en vez de darle hijos le da palos... |
México, D.F., febrero 1994 |
1 En esta selección sólo incluimos poemas relacionados con la guerrilla, el exilio y la patria. |
De Relaciones (1972)
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entre tus brazos y mis brazos ¿es como si hubiese una Abrigos
¿como los muertos que josé veía/yendo viniendo por el aire? |
De Hechos (1980)
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¿bajo qué árbol/sobre qué árbol/alrededor |
De Hacia el sur (1982)
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¿oíste / corazón? / nos vamos ¿qué es este vuelo entre la vida y su ser? / el monstruo de la razón engendra sueños / dijo / decir que esa mujer era dos mujeres es decir poquito |
De Citas y comentarios (1982)
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Comentario VIII (santa teresa) Comentario XXXIII (san juan de la cruz) Comentario XXXVII Cita XVI (santa teresa) cada gracia de vos o don tuyo / ¿es comentario XXXIII (san juan de la cruz) vos que me entrás más en tu amor / comentario XXXVII desnudo el viejo hombre va cita XVI (santa teresa) ¿de este destierro subo a tu hermosura? / |
De Salarios del impío (1993)
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El sin tierra ve ahora los otoños que su niñez no sabe traicionar. Allí pasó mañana. Tiembla de siempre en nunca más. No cesa su porción de infinito. Nadie debe hacer ruido en el secreto corazón. Amo las apariencias del no ser natural. La verdadera nada es el espejo que envenena los rostros del deseo, convierte a la memoria en cuerpo fugitivo de la unión. Desde que nací estoy lleno y vacío de mí mismo y así conozco que la verdad más inocente es un destino. Animal de baldío, memoria, comés pastos que no crecieron más. Alma que ahora pensás: decí por qué en amor la soledad es forma de la luz. Vos, que me das a mí en el espanto del pensar. Inventaba un país con tanto amor que estalló en el invento. Ahora se lo ve en los circos que pobrean, los cerdos neblinosos, los escondidos en un palo. Estaba untado de almas y abrigaba las cenizas de un soplo que le escarbaba una mujer. |