De Salarios del impío (1993)
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El sin tierra ve ahora los otoños que su niñez no sabe traicionar. Allí pasó mañana. Tiembla de siempre en nunca más. No cesa su porción de infinito. Nadie debe hacer ruido en el secreto corazón. Amo las apariencias del no ser natural. La verdadera nada es el espejo que envenena los rostros del deseo, convierte a la memoria en cuerpo fugitivo de la unión. Desde que nací estoy lleno y vacío de mí mismo y así conozco que la verdad más inocente es un destino. Animal de baldío, memoria, comés pastos que no crecieron más. Alma que ahora pensás: decí por qué en amor la soledad es forma de la luz. Vos, que me das a mí en el espanto del pensar. Inventaba un país con tanto amor que estalló en el invento. Ahora se lo ve en los circos que pobrean, los cerdos neblinosos, los escondidos en un palo. Estaba untado de almas y abrigaba las cenizas de un soplo que le escarbaba una mujer. |