Nota introductoria
Imaginación y garra, agudas visiones del entorno, perseverancia en el trabajo, talento creativo, son algunas de las muchas cualidades de Eugenio Aguirre, ficcionista que sabe conducir —como en el vuelo de una muleta taurina— al lector hacia los espacios de la creación, sin dar respiro, brincando de sorpresa en sorpresa, como sucede con estos relatos que se despliegan, con muy buena factura, dentro de la colección Material de Lectura. Al parecer, para el autor —nacido en la capital del país, pero de raíces norteñas, tanto de México como de España— no existe límite temático sino que es el torrente de la imaginería lo que acota sus palabras; de ahí que, para Aguirre, las fronteras de la creación sean volátiles, y sus textos incursionen en un diabólico juego creativo yendo con soltura por los más disímbolos territorios poniendo, quizá, como única premisa, la de la malicia literaria y el ordenado lenguaje, acorde siempre al texto, es decir, que el autor, así como cambia panoramas y situaciones, también hace concordar la verbalización con dicho universo. Autor de una sólida y vasta obra literaria, Eugenio Aguirre es escritor sin fatigas que ha incursionado en casi todos los géneros teniendo notables éxitos con novelas como Gonzalo Guerrero, primera edición UNAM 1980, premiada en Francia, próxima a llevarse al cine; Los niños de colores, que ha sido traducida al portugués, y otros textos suyos traducidos y publicados en diferentes países. Los cuentos que aparecen en este volumen son un reflejo de la literatura de Aguirre, variados, contundentes, diáspora temática, y que a su vez ofrecen una humana visión de personajes variopintos, la mayoría de ellos habitantes de una región llamada Angagua —el Macondo aguirriano que le permite aparecer y desaparecer símbolos y seres, como la mujer que teje una colcha que, a su vez, significa el paso y peso de su vida, o los perros que, como humanos, portan desesperanzas y dudas y viajan por el libro con la libertad que se dan ellos mismos, o el flojo que sabe de su feliz pecado, o el rey de la edad media que mira a una urraca defecar “grumos de color granate almandino”, sin olvidar a los santos de un santoral por demás cachondo y blasfemo. Sapiente editor de miles y miles de libros —colecciones Lecturas Mexicanas y ¿Ya leíssste?, por citar algunas—, Aguirre ha sido y es promotor cultural, inventor de planes para fomentar el hábito de la lectura, maestro de generaciones de nuevos narradores, creador de algunas bibliotecas públicas, directivo de la Sociedad General de Escritores de México,* entre otras muchas facetas en favor de la cultura de nuestro país, pero sobre todo, Eugenio Aguirre ha sido y es escritor de raza.
Rafael Ramírez Heredia
* Se reproduce el texto original de 2000. Eugenio Aguirre fue director titular de la rama de Literatura de la Sogem hasta 2002. ( N. del E.)
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