Tiera negra Descansa del camino. Bajo el ojo dorado el reino es infinito. En la llanura de calma y soledad se adormece el viento. Río arriba, entre muros de desierto, viene la barca del dios. Mil estandartes flamean en los palos, radiantes de sol. Sacerdotes remeros cantan viejos himnos al señor de la muerte, mientras hieren el cieno las oleosas aguas. Esta luz, la paz de este largo día, son tuyas, caminante, si la amplia tierra del trigo eterno te llama por tu nombre.
|