Canción de la muerte esplendente Fortunas de mar se me llevarán. No podrás orzar sin perder, uno a uno, blanco velero, todos los palos. Por el engaño de la luz del mediodía eres prisionero súbito de un viejo canto. ¿En qué puerto se enroló, serviola, este nuevo timonel tan extraño? Yo no sé qué caminos de mi sueño lo han llevado al gobierno de la nave. Ásperas manos no dejan nunca el timón y mi tiempo va siendo ya calmado. Lejos, más allá de palabras amargas, una muerte esplendente encontré.
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