La ciudad luz
I
el metro de París es una malla subterránea que nutre y que desangra como los laberintos de las minas la luminosa vida de la superficie avanzamos de oscuridad a oscuridad por un túnel de luz amarillenta caminamos por largos corredores de pie inmóviles nos desplazamos sobre escaleras automáticas o bandas sin fin como muñecos o maniquíes mudos de oscuridad a oscuridad hasta que de pronto inesperadamente salimos a cielo abierto y nos deslumbra la blanca perfección clara y precisa de Notre Dame
II
la atmósfera del Sena
sol blanco contra nubes blanquecinas
un blanco puente tiende lentos arcos
sobre agua que corre del pasado a nosotros
cargada de recuerdos que enlaza con los nuestros
como enlazan gaviotas en picada los reflejos del sol sobre las aguas . . .ave. . . . . .morituri. . .
III
nuevamente descendemos bajo la tierra aquí un hombre sentado sobre el suelo se ha quitado una bota para mostrar el muñón deforme de su pie destrozado mientras tiende una mano más allá nos salen al encuentro los gritos destemplados de un muchacho que canta acompañándose con su guitarra la gorra sobre el suelo una canción de ritmo alegre y pegajoso con cara de paralizada deseperación junto a ellos pasan sin mirarlos las hordas hace diez horas que salieron de sus casas a calles negras y heladas ahora que regresan las calles están de nuevo negras y heladas a veces los rostros carentes de expresión son recorridos por pequeñas flexiones musculares
IV
durante el trayecto y luego en los andenes nos sale al encuentro un anuncio tras otro que promete la felicidad a bajo costo o en abonos bastará con comprar un par de medias un dentífrico un terreno o la marca de televisión que logra la feliz unión de la familia (sobre el muro se despliegan las caras felices de los niños que contemplan la imagen de un vaquero y detrás las caras felices de los padres que ven por fin felices a sus hijos) en una de tantas estaciones junto a máquinas dispensadoras de cigarros y dulces hay un escaparate en donde varios maniquíes exhiben el efecto de diversas pelucas uno de ellos mediante un ingenioso mecanismo muestra el contraste entre calvicie y pelo al elevarse y descender rítmico y lento un frondoso tupé de cabello natural
V
el día veintiséis de noviembre en la estación Louis Blanc del metro de París hubo una explosión que redujo a escombros la taquilla e hirió a algunos pasajeros la detonación fue prodigiosa pero las causas no se han aclarado quizá se haya debido a la acumulación de desesperaciones sin salida que tarde o temprano tenían que estallas
VI
que tarde o temprano estallarán haciendo volar por el aire blanquecino junto a las gaviotas trozos del blanco puente que tiende sus lentos arcos sobre el Sena ante los ojos espantados de las gárgolas proféticas de Notre Dame mucho hay que decir en defensa del acto de levantarse todos los días en la mañana poner el radio, leer los periódicos, desayunar preguntándose ya, a esa hora, que mundo es éste de qué llenar las horas para que se mantengan erguidas qué labor emprender que aunque sea un espejismo nos deslumbre por un rato con qué barrer las cenizas de todos los temores de todas las dudas que dejan en nosotros pesadillas y noticias y el sabor vacío del pan comido con ansiedad o sin hambre recomenzar el juego iniciar una vez más con un acto cualquiera el movimiento de las piezas sospechando que, ahora como siempre caeremos en la trampa que la trampa es el único final posible para las piezas de que disponemos pero de todas maneras seguir el juego mantenerlo vivo para un hipotético relevo que tenga más malicia o saque nuevas piezas de la bolsa pocos gestos en rigor tan heroicos y quizás tan inútiles como desplegar una vez más el periódico mientras tomamos lentamente, a sorbos, la primera taza de café
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