¿Qué es la presencia, Machu Picchu? ¿Eres la roca o el aluvión? ¿Eres el tejado o el gato? ¿Eres mi cuerpo o mi amor? Cuando yo baje por tu madre sabida, ¿Quién seré yo? Sí, toda era como entonces, Todavía antes del principio Eran roca y ser, de donde aún nace Y sangra el deliberado sacrificio. Todo eres Como el labio del recién nacido, Desdentado o como el del viejo De la parábola del cigarrillo. ¿Cuándo y cómo eres humano, Yo el solo humano, y tú hermano y mío? ¿Y qué diré si la palabra que pesa y pasa tan poco como tu equilibrio? ¿Qué diré sobre tu edad? ¿Qué diré sobre tu río? ¿Qué diré de la indiecita adolescente Que se baña en chorro, planta de alarde sin sentido, Desnudez sin amor y sin odio, Exacto y superfluo y hediondo y oscuro río? Pero tú estás, piedra de cerco De todo, límite inmerso y exiguo, Palabra precisa, La que yo rehúyo y persigo, Celestía concreta, duro abatimiento, Signo... Carne fétida que dice que es la vida, Y la vida eres tú, piedra sucia e inodora Y en tu modo de mirarme, bruta y lírica; Piedra humana, tremendamente humana, Toda de terror y de delicia... ¡Tú que bajas del piso quincuagésimo, Tú, par de ojos de estupor y de malicia, Tú que traes en el maletín, Tu muerte y tu vida, Y tu imagen y tu kodak, Y tu verdad y tu mentira!... ¡Tú, manera de ser ante lo eterno, Fotograbado y melancolía, Y enteramente de aquello de que dudo, Y seguir adelante con el guía!... ¿Cuándo, Machu Picchu, cuándo Montaña, llegaré a la orilla? Pero cuando tú mueras, Machu Picchu, Dónde me iré, con qué iré, con mi sonrisa Y con mi carne y con mi hueso y con mi casa Y con mi herejía, Y con mi traducir lo del latín gorrión, Y con mi misa, Y con no sé qué porque me llegó tarde el ser Al no ser la hora Al caerse de abajo la vida. ¡Y este no ser nada sino hablar ante el verso!... ¡Y este temblar ante Dios que es la vida! ¡Y este mirarte y muerte, Piedra De allá arriba!... ¡Este sentirse uno Dios ante la propia conciencia Y ante la propia herejía!... ¡Este haberte hecho un humano como yo, Que no era el Profeta de la Biblia, Ni el Hombre de las Nieves, Ni el Gorila!... ¡Este tu ser a mi medida humana, Sin suelo, sin habitantes y con sola tu agonía!
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