Madrugada
Me despierto de súbito. Mi sangre se despierta y pregunta por ti, por la fiebre que ondula en tus cabellos ebrios, en tu piel. Se desborda el espejo y hecho río corre a buscar tu imagen A esta hora tus brazos serán dos ramas de amoroso sueño de donde brotan flores y hojas dormitan. En el tejado arrullan las palomas. Te persiguen mis cinco lebreles corporales.
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