Material de Lectura

 

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En las circunscripciones de Circe
Variación sobre Hansel y Gretel
In partibus infidelium
Si oí mi nombre



En las circunscripciones de Circe


Ella me ha hecho perder mis viejos usos
hasta que todos me reputan loco.

Ezra Pound, La Fraisne


I

Lo que debía recordar del mundo
Hallaba prontamente en las formas de su cuerpo
Transfigurado en abismos marinos
En oídos del día
Labios de la noche tendidos en la playa del firmamento

Infatigable yo corría tras sus pájaros
Sus carcajadas
Ya que mis ojos emergieran de la cueva que cava el topo
Ya que despertara sobre la copa
Del ciprés
En múltiples caminatas la rodeaba
Para volver a empezar
Las migraciones
Lamiendo su sal
Y el sol orillaba sus pezones
Tostando al tiesto los ojos con que la descendí
Con que la trepé
Con que la abordé a la alborada
¡La lluvia a cántaros en su piel!

En ocasiones de su voz volvían las memorias
De cuanto supe en las ciudades
Donde me entretuve a descansar
Vastos escombros
Sucesión del derrumbe a la sombra de sus miembros
Ella era un collage de fantasmas
Enloquecer
O regarse por el piso
O saltar por la ventana
Hacia la revuelta
y el deseo
(un dios niño con garras de dios padre
comanda el caos
y enmienda el caos)
y el deseo
Nunca satisfecho con el fin de la obra
Nos volvía al comienzo.


II

Más allá de los dos
No existe límite alguno para transgredirlo

Yo no me ocupo en planear evasiones

Cuido sus chiqueros placenteramente

Maga de cuanto es propicio
Transmuta su figura desde el día hasta la noche

Desde siempre
En la oscuridad la busco
En el rescoldo
En el respaldo
Resuello
Resbalo
Incesante graznido.


III

Desperdiciados
Desperdigados
Pasos donados a la noche
Al juego de dados
Me detengo en los bares
A mojar el bigote en cerveza
En vinagre
Seguido de cerca por viejas porteras
Asciendo escalón tras escalón
Oyendo espléndidos gemidos
Gorgotear de aguas
Roer en maderas
Gran salpicazón de las sangres
Chorros de aire
Trabajos de la carne
Nada hay tan plácido
Como perseguir el ruido de la motocicleta por las avenidas
Nada como dejar caer en el gaznate las ruinas heladas
de la medianoche
Comedor de maní
Comendador y creyente


náufrago

Sea tu vagabundeo hasta el fin
Que aquí me dieron de palos
o allá hundí hondamente el cuchillo
(No importa entrar en precisiones)
y prosigo
Tras los pasos supuestos
Tras el brillo soñado de un impermeable de muchacha
A lo largo del muelle
Verticalmente por las escaleras
Alardeando del macanudo desorden del alma
¿Osarán —me pregunto—
Osarán los cartesianos demonios del Engaño
Tentar en la memoria hasta este límite?

Los faros de los autos me acanallan
Otro menos fuerte que yo
O más avergonzado
Se arrrojaría bajo las ruedas
Yo me sostengo
He venido con sólidos motivos
El que adorne con violetas los ojos de la joven prostituta
Es pura diversión

Lo mismo haría Hamlet para despistar a los curiosos
Pero quizás yo logre arribar a la terraza
(Me venía diciendo
Mientras escuchaba canciones de beodos
A las esposas en batas de dormir)
Y quiera extenderme
a lo largo del suelo húmedo

Contra la oscura indiferencia del cielo de septiembre.


IV

Del otro lado de los eucaliptos
La monja nos abandona
Al extravío

En el delirio
Lívida
Espantada
Blanqueando el viento con su grito de pudor
La monja blanquecina
Punto blanco

monajada

Anonadados permanecemos
Al pie de los altos árboles
índices de qué torpezas
De qué páginas
La conciencia
pudriéndose (en reventazones de naranja)

Y el aullido pesa más que la ceguera y la sordera.


VII

Sahara


La noche se ufana de afanarnos
La mano rasga las vestiduras
Caricia
Hisopo que borra el confín
Del desnudo
Matemática que confunde abismo y cima
En el letargo
Cesa
Cesa la antigua lucha
Urdida entre oxígeno y carbono
Trabazón de las lenguas
Red del olvido
En el perfume de la noche
Aun el apacible olor de las malvas
Se violenta
La mano
En el dibujo de una escritura de fantasmas
Instantánea
Y sólo el silencio de su fin se guarda en la memoria.
 

Variación sobre Hansel y Gretel

 

Mordisqueando el escapulario desciende
parca de palabras
por la escala
rasgada hasta las uñas por la luz del mediodía
viene hasta mí
p u n t u a l
estoy siempre al acecho
soñándola distinta
aceitunada
en explosiones verdes
(y mi hermana
en Sus descuidos
rondará alargando sus dedos dentro de los agujeros
de la pared)
Ella
se llega aletargada
con el lenguaje necio de la espera
(y mi hermana en retraso)

con el lenguaje despoblado de lo que no puede evitarse
(perpetuamente)
y nuevamente vieja la veo venir indistinguible
en la excesiva claridad
adivino:
su cuello ocre
sus pechos de orín
hollín al vientre
sexo oxidado
(ya nada hay que pueda adelgazar mi meñique hasta
aquel punto)
habituado como me encuentro
a verla acercarse por el puente
apoyándose en su herrumbroso cayado
mordisqueando el escapulario desciende
parca de palabras


In partibus infidelium


A Joaquín Hernández


Las negras naves abandonan la bahía
las bodegas repletas del botín
los capitanes
disputan en los puentes las esclavas
atrás
arde la ciudad
cumplido el destino
acabarán donde empezaron
arrastradas por los vientos
y el acompasado golpe de los remos
heme aquí
llegado al cuadrángulo de vidrio
avisoro
diviso
trazo la ruta

partiré de inmediato
hacia los sótanos

bajaré las escaleras en puntillas
la mujer fenicia tiene el sueño ligero
en verano toma limonada en la terraza
en invierno arde la estufa
mas
se queja de la artritis
de la frialdad del lecho
espera carta del esposo
"Cartago
hay perspectivas de buenas inversiones"

cerrará el negocio
y estará de vuelta para la cena
demorará el navio
extraviado entre espejos
mares ficticios
jugarretas son de los dioses
cuesta su cuota de muertos
salir del laberinto
después
el almirante dibujará la travesía
tortuosa
aun a pesar de
Brújula Astrolabio Sextante
serenidad celeste
velas arriadas
nunca me cansaré de constatarlo
aunque acabe por enceguecer
confrontando los mapas
descifrando los códigos

partiré de inmediato

mi novia se impacienta en la casa de enfrente
se aburre con las agujas
nunca acabará sus calcetines
morirá con los pies helados
con los ojos resecos
enloquecida

oh dura memoria que la olvida
en su triste y frío cuarto
arderá en sus labios
la palabra acongojada
rencorosa
cómo llegar mi dueña
dulce
cielo nublado
cómo llegar
la tempestad arrecia
lo reconozco
me comporto a lo fenicio
le escribo cartas muy bellacas
nunca acabará nunca acabará
"vendido el cargamento de moluscos a las tintorerías"
"cambiando mis trozos de vidrio por sus adornos de oro"
"(¿te he hablado de su maravillosa ingenuidad?)"
"si soplan vientos propicios desde el sur"
"navegaré rumbo a la patria"
"tenme listas la tina y las toallas"
"triunfal"
"de vuelta al tálamo"
"de vuelta a los roperos donde hieden viejos sudores"
"entre bolitas de naftalina"

mi novia insomne traga belladona
tras la nave negra
se arroja por los acantilados
nunca acabará

y yo he conversado largamente con la señora Olga
pasará la familia en la playa el verano
se sentarán en la arena
a mojar los pies en espumoso mar
su amiga la señora Elena
ya broncea la piel
caminarán las dos hacia las rocas
después de beber menta en el Yatch Club
añorando años de adolescencia
noches de luna de miel
las dos se abandonarán a la nostalgia
soñando la seducción del joven héroe
campeón de las regatas
los esposos
volverán el sábado
nunca acabarán
correrán hacia las rocas bien entrada la tarde
nunca acabarán

¿regresará para la cena puntualmente?

por el sureste emergen ya los mástiles
y ante la puerta el mendigo Himbad
manos y oídos anhelantes

¿no lo he dicho aún?
pues merece que lo explique con cierto detalle
descubriendo la banalidad de los grandes fines
mi padre reposa su encanecido cráneo sobre mi pecho
su quejido fluye y me recuerda las voces
que yo poseía
antes de cualquier creencia
cuando la cuna era más un territorio
incómodo como toda patria
que un imaginado bergantín

¡mi padre!

cuánto hace que has reverdecido
y has vuelto a enflaquecer
cuánto hace que partes en las tempranas horas
y a la noche vuelves por atajos
todo raído el traje
espantando a los perros
con el bastón y el sonoro carajazo
¡cuánto hace!


sin embargo
¿quién se detendrá en casa
supersticiosamente?
¿quién no arriesgará el pellejo?
en cada pared una acechanza

mas yo podría
jurar que las putitas morenas y rateras
envueltas en volutas y telas baratas
(el puñal en la liga de la media de seda)
cantan para mí
se adornan para mí
son bellas para mí
son cultas para mí
enloquezco de placer con sus encantos

con afrentosa impudicia
santas mártires
azotadas roídas quemadas con hierros al rojo vivo
tocan a arrebato las campanas
en esta tierra de infieles
el calor tuesta los párpados
se ve poco y con dificultad
el aire se vuelve pestífero
¿mas nadie muere ya de peste?
sólo las ratas pasean a sus anchas
y no únicamente por los mercados
los más pobres
acaban comidos por el tifus
la mujer violada
Marilyn Monroe con aretes de bambalina
traga barbitúricos
los más apuestos estrellan sus autos
deportivamente
otros como yo mueren de pie
bostezando
orinando hastiadamente
nunca acabará
pudiera vender baratijas
vender números premiados de la lotería
nunca faltarán incautos
pero me he vuelto respetuoso del azar

negligente

mi padre retorna
convencido de que toda intención es ilusoria
bate su quijada una risa estentórea
cuando se menciona la palabra "esperanza"
viejo lobo de viejos viajes
prefiere quedarse en cama la mañana entera
leyendo los diarios sin interés

yo no he llegado aún a esa edad
propicia para los desayunos con tostadas
y zumo de naranja servidos en bandeja
(costumbres poco sanas)
debo moverme
caminar unas cuadras

veintisiete

sin embargo carezco de distracciones
como de planes

Lo mejor de la ciudade es su cementerio

nadie me quitará de la cabeza

el domingo es una soberbia idiotez
malos hábitos del descanso divino
incorporados a la pereza
de los mortales

copiadas son de los griegos las Venus
culos expuestos al aire oxidante
torneados muslos
envidiables senos
blancos lechosos
centauros fuertes de cascos
pisan el polvo
los cráneos
diosas aladas coronan las tumbas


tufo
estupor

estupro
estropajo

e s t u l t i c i a
¡cuídate de repetir gestos del teatro!
Con asco

arrojo la calavera

lejos
veleidades

¿invocaré los nombres en el polvo?
¿los aciagos terrores nocturnos?

bajo un sol reverberante los cadáveres
flotan sobre las aguas

advertidos por el oráculo
por la profecía del ciego
y no podían evitarlo
terminaban arrojándose enloquecidos por el canto
audaz geometría del salto hacia el vacío

... y usted dice rabino yeerran los griegos
tomará té supongo
galletas con mermelada para usted

pues heme aquí

persona

(máscara y libertad)

mas vagaré entre pillos
por un tiempo indefinido
saltaré también por la borda
encogido en mí mismo como un feto

pez
garfio

garabato
todo sueño de absoluto acaba en la desdicha
todo esfuerzo en olvido

mar de cadáveres el sur
vergonzosamente
ahora soy yo quien hunde la pértiga del bote
apartando los cuerpos que se hinchan
que apestan
impotente
envilecido
nunca acabarán estas aguas viscosas
nunca
¿renegaré de la aventura?
¿o sentado sobre la tumba más elevada
intentaré reconstruir una utopía?

¡gastos heroicos!
los dioses van en huida
perseguidos por el fantasma
de su obra
nadie trocará el fin de la tragedia
no habrán constelaciones que eternicen
el efímero nombre del héroe

¿seguiré mascullando tendido sobre la loza
entre gatos e iguanas que toman el sol?

heme aquí
sin pasadas glorias de familia
errando junto a mercachifles
cruzando zonas de seguridad
con mucho tino

desde el cuadrángulo de vidrio
contemplo la ciudad calenturienta y mortal

me digo

nunca cesará la espera de la joven fenicia
se distraerá cuidando pajaritos enjaulados
repetiré los yerros
la erranza
la ciudad existe por su cementerio
ahora lo sé
Himbad ha tenido que contentarse
soñando la historia de Simbad
todo gesto queda abolido en su retorno
toda meta acaba en el olvido
las naves
acabarán donde empezaron.

 

[Guayaquil, 1974]


Si oí mi nombre

 

Si oí mi nombre fue en antigua cabala
cavando fosas nuevas para cadáveres lejanos
dejados en los puentes sin defensa

rientes mujeres escoltaron el valseo
el entierro

en una noche
más de una vez revolvieron las Termopilas
fugaz es el tiempo gastado en las escaramuzas
y no hay otra realidad del tiempo que no sea el instante

entre dadivosas diosecillas de puerto
abandonado a sus musitaciones
a las mutaciones de una sala baldía
de un cielo de huríes
desencantado
de una buena vez pierde las llaves de la memoria
me dije
no es de la floristería de donde llegan las rosas
no
en las pajareras desplumarán las aves

incurro en la rapiña
discurro
que tremen afuera las máquinas
entre nubes
en cadalsos
que truenen rujan pujen
impulsen sucumban
ronroneantes
mi oreja se presta a las fabulaciones
muero tal vez
tal vez me estoy muriendo en esta ciudad de provincia
a las ocho corren las aldabas
en este cuarto
con el plato de garbanzos
y el garbo
y la radio
revolotean las moscas

¡ah!
roto el encanto
maneja el alboroto a su arbitrio
y si un paso se ha de dar
que sea al acaso
bajo el acoso del azar
que el dedo se deje en la huella
no puesto en la llaga
allega la pluma de pavorreal
a la esquirla
acerca
acerca la llama
al ala de la libélula
y con triquiñuelas
has de pasar un camello
por el ojo de una aguja
o el hilo uncirá retazo a retazo
la página

roto el encanto
maneja el escarnio
y nada o poco ayuda la convicción
la metafísica te encierra en casa
la máscara te da ventajas
y qué decir
un tiempo hubo largo para el ocio
y otro que fue heroico
fatuo
y otro quizás de vino y lecho

tiempos hubo para embarcar en el cascote
aventurar recortes del mundo novedosos
un ruido de tambor
sonando en el corazón del África Negra
¡no!
un tobogán al límite
¡no!
la maldición de las viejas sabidurías
yo sólo sé que me levanto al nuevo día
con mi pereza de angelote rubicundo
ya una mañana caminaba por la ciudad de Brujas
o en otra parte vieron a estribor el humo de tabaco
de nosotros los extraños sentados a la ribera
de un gran río interiorano

eché a andar a bajar y a subir escalinatas
¡cómo están los laberintos de fáciles
de franquear!
y en una tienda de esquina
miré los anaqueles
pero no
yo sé que nada de esa historia
viene saltando sobre estos zapatos de goma

hoy me atrae el jolgorio
de un barrio de putas
al anochecer
el grito de las lavanderas
al mediodía
entre las sábanas
¿y qué me importa aquél
que sollozaba
en medio de la estepa
por la loba que perdía sus huérfanos
en la primera ciudad?
¿acaso me levanté para andar
con cánticos de fraile y el jubón del soldad
y usurpé en la posada el lugar
del fornicador al fin arrepentido
y en la plaza una jornada del verdugo?

ahí
en ei mercado
comprando fruta
oí mi nombre
en la confusión
en vano
en vano
ningún rostro es cabal
en el desván será posible
sorprenderse aún
con más de un descubrimiento
de un fingimiento

a la luz del día
mudo mi linfa
enfático
por una sola vez
en el ajedrez paso de alfil a peón
de máscara a máscara
cáscara
cara que horada una mancha
de tinta

aproxima espermas
en la noche de los gatos pardos
ara en el mar y en la loza
espera del vidrio la multiplicación
de los panes
¿obrará este canto?
¿abrirá un prodigio?
prodigar hijos pródigos que no retornen a casa
prohijar a los huérfanos del carnaval
especular contra los espejos

¿oí mi nombre alguna vez?
alguna voz
¿he edificado una ciudad
escondida en las sierras?
¿llevé grandes piedras a Sagsayguamán?

al otro lado de la isla solitaria del pensamiento
graba la uña: "Francis Drake, pirata isabelino"
y en la cueva de la ensenada
guardan aún los duros camastros apoyados contra la roca
allí donde debieron dormir los fascinantes facinerosos
pero hoy para mí es un sueño espléndido
después de las chanzas y las hazañas
no la piratería sino el carraspeo
de la tristeza holgando por los pasillos

nada
nada ayuda la convicción
aleja los vericuetos de la memoria
pero avanzaremos con la hoguera
arrastrándonos por las dunas
abriendo las brumas a escopetazos
que otros polvos recogerán nuestros abrigos
otras aguas salpicadas

y que traten de pasar
clavos por aldabas aldabas
por puertas puertas
en jaurías jaurías
a cuchillo pueblos exaltados
orquestados
encaramados en sus banderas

¿oí mi nombre?

repiquetean gritos
ecos
altavoces
repiquetean
murmullos
de una mujer a mi costado
en un cuartito azul
en el barrio Aguarico
una mujer reposa a tu costado
mis gigantescos olvidos
tus muertos pasados
la miseria dantesca en
una mujer contigo
tu muerte en la pequeña ciudad provinciana
la muchedumbre afuera y el ruido
que ha abolido de una buena vez
tu nombre.