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De Amante (1983)
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2 3 III, 1 |
2 Eres vida sin más. Resonar contigo es mi deseo, pero si no me oigo, acepto, acepto, no exijo. He pedido sólo mi parte; tú no me la entregas y yo sobrellevo la escasez. Vivo hasta donde alcanzo. |
3 Soy sólo espectador. Una nostalgia me toma. Como un lamento de la piel. Ella te inició, pero yo deambulo frente a la puerta, aun sabiendo que no me debo a mí. —Ni un solo átomo mío es mío—. ¡Qué penuria en la mano misma del misterio! el misterio voceado en nuestra cara como viento arrasador, nuestro avío, nuestro traje de gala, nuestro camino de regreso, vena que todo lo recorre pulsando, a la mano como tu cuerpo. * * * Cuanto hiciste fue para propiciar el encuentro. Aparta pues de ti la espera. Ahora. Sólo hay aquí, ya, un aquí embriagado en un ya de oro. Te encontrarás de bruces ante ella. La vida a quemarropa. Por fin. En tu cuerpo. La flor inmediata, la única, te esperó siempre. |
III 1 Soy el que observa, registra, anota, (no tengo otra tarea). ¿Quién podría en estos tiempos, entre tantos escombros? Me he puesto a tu servicio, ignoto merodeador. No sé qué tengo de ti, un jirón apenas tal vez, pero me ayuda a estar. Aunque ignoro qué nos separa y a quién dirigirme, me he avezado a este temple; soy metal dócil en la mano de los días. * * * Al que apenas Vive le está vedado tomar la palabra en esta reunión. Es carne de urbe, de historia, de fin. Le toca la parte recia del trabajo. Desde un apartamento de suburbio ve pasar los días como cortinas que se abren sobre tiendas devastadas. No puede sentarse junto a los otros. Su vino es pobre, pero también agradece, también acata, también entreoye, y no espera, le basta este sorbo de existencia que manos inalcanzables llevan a su boca El misterio es insuficiente; lo hechiza, y humilde ante él balbuce a diario las palabras que otro realza en honor de ella y del amante. Sólo quiere una voz sin tretas. * * * No sé quién es el que ama o el que escribe o el que observa. A veces entre ellos se establece, al borde, un comercio extraño que los hace indistinguibles. Conversación de sombras que se intercambian. Cuchichean, riñen, se reconcilian, y cuando cesa el murmullo se juntan, se vacían, se apagan. Entonces toda afirmación termina. Tal vez al más pobre le esté destinado el don excelente: permitir.
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