De Imágenes desterradas (1947)
El nombre del tiempo
Del mar sube el murmullo bárbaro, símbolo delator de lo que acaba, huella donde el misterio de la desaparición es prestigio inicial del tiempo, la blancura desierta de lo ausente, delfín hacia dolida tempestad. Al aire asciende el Nombre hombre, aquel que nada niega, y el presagio de un agua que no es agua sino amor, la lágrima infinita de la hermosura ilímite; porque Tú que nombraste el ser de todo ser adviertes la agonía de esa mano amorosa y aromada que acaricia los rostros y los unge: tu purulento resplandor, relámpago caído entre los hombres de buena voluntad, hijo y dueño perenne de nuestro mar morado. Sólo Tú sabes de las olas de los aires de la nada; si el viento ha de caer eternamente convertido en esquirlas y áridos sudores; si habrá de disfrutar la brisa o alma ahora nuestra, al corazón vertida al cuerpo en llamarada al pie en la arena, floreciente en la fe de tu palabra y con la voz por ella circundada.
Pureza en el tiempo
Rosa desvanecida sobre el túmulo, al germinar del tiempo derrumbada en una tumultuosa transparencia. Veo la gloria en ella, pues los días hijos son del espacio donde mueren como el eco infinito de mis ojos. Levanto el rostro, miro los naufragios y mis hermanos muertos en olvido bajo la tierra, mares de tinieblas presintiendo la imagen de la rosa. Mas sobre el polvo viajan como nubes, vientos urdidos en un dulce engaño, incesantes afines a la música nacida de sus manos temerosas. Ignoran su destino, balbucean palabras del amor y así se salvan, son humo adormecido sobre lirios, apariencia tornada movimiento. Bajo la noche larga de sus ojos, ninguno sabe si camina al cielo. No habrá milagro o salvación posible. El párpado, silencio amortajado con el lamento de un deshecho mundo, se abandona a soñar inútilmente y en sí mismo extravía su tristeza, dueño ya de una amarga certidumbre. Si nada me consuela, a solas oigo la premura de ser flor la mirada y el corazón desdicha. Porque nadie buscando la pureza ha sonreído.
Viaje en el tiempo
Más crueles que el amor, el tiempo y el olvido: inmóviles viajeros, dueños de los espacios y amantes de los rostros muertos en la ceniza, cubren de ausencia el mundo y sus continuas lágrimas Larga fue la esperanza, la tarde y el deshielo de cristales ardidos detrás de la ventana: perduraba la vieja fotografía, siempre eufórica de sombra y de grises recuerdos, cuando el amor sabía a oliente eternidad. Más permanecía, más aroma contenido y tacto que en sí mismo guarda su testimonio fueron los besos fúnebres de la amante lejana; todo era persistencia, engaño y agonía hechos de polvo férvido, de virgen consunción. Olas que sobre el viento la muchacha abandona y mundo que en sus ojos salva su doncellez, ruina se tornan luego, descanso mutilado por el viaje sin límites y el inviolable incendio de imágenes que caen desiertas en la arena. La mirada, el amor, los árboles y el vicio, los besos, las estrellas, el ángel de la guarda, víctimas bajo un puente de horror y de silencio, corren de llama en llama, juegan con los adioses y al fin lavan sus cuerpos en sepulcros tranquilos. Las mujeres perdidas luchan a nuestro lado, en vano se defienden de aquello que no existe: la fatiga del hombre dormirá entre sus senos y sombra habrá de ser; cuando la tierra sienta las olas submarinas de sus ojos inútiles. Sobre el tiempo navegan el mundo y el olvido.
Elegía del marino
Los cuerpos se recuerdan en el tuyo: su delicia, su amor o sufrimiento. Si noche fuera amar, ya tu mirada en incesante oscuridad me anega. Pasan las sombras, voces que a mi oído dijeron lo que ahora resucitas, y en tus labios los nombres nuevamente vuelven a ser memoria de otros nombres. El otoño, la rosa y las violetas nacen de ti, movidos por un viento cuyo origen viniera de otros labios aún entre los míos. Un aire triste arrastra las imágenes que de tu cuerpo surgen como hálito de una sepultura: mármol y resplandor casi desiertos, olvidada su danza entre la noche. Mas el tiempo disipa nuestras sombras, y habré de ser el hombre sin retorno, amante de un cadáver en la memoria vivo. Entonces te hallaré de nuevo en otros cuerpos.
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