Luis Cernuda Selección y nota de Carlos Monsiváis
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Luis Cernuda (1904-1963) I “Un poema, afirmó Cernuda, es casi siempre un fantasma.” No en su caso. A quince años de su muerte, su obra sigue actuando poderosamente entre críticos y lectores, tan contemporánea como irreductible a la moda, expresión de una perfecta alianza de maestría técnica y sinceridad poética y personal. Desde los poemas, Cernuda se defendió, se explicó, actuó sus emociones y maldijo, con apasionada sequedad, a sus imposibilidades. Desde su marginalidad, resguardó a su obra y fue fiel a una intensidad que unificó y fundió vida, poesía y proceso cultural. En él todo es autobiografía y, al mismo tiempo, todo es literatura: un poema extiende y subraya —sin regateo ni autocomplacencia— la experiencia personal, y su visión tajante de las relaciones humanas parte de una poética de la desolación. Así, frente a la turbamulta que se precipita a recoger los dones del mundo, ventajas, fortuna, posición, me quedé siempre a un lado, no para esperar, como decía mi hermana, a que acabaran, porque sé que nunca acaban o si acaban, que nada dejan, sino por respeto a la dignidad del hombre y por necesidad de mantenerla. A su vez, la estética nace de la contemplación de un cuerpo joven (lo que puede ser también la ética de la sinceridad: hay que revelar públicamente los deseos para despojarlos de cualquier sordidez). Para Stendhal la hermosura es promesa de dicha; según Cernuda, la poesía se nutre y le da permanencia a la belleza efímera: “La hermosura física juvenil ha sido siempre para mí cualidad decisiva, capital en mi estimación como resorte primero del mundo, cuyo poder o encanto a todo lo antepongo.” (De allí la dedicatoria de La realidad y el Deseo: “A Mon Seúl Désir”.) Pero tal estética desemboca en una limitación personal. Desde muy joven, Cernuda, a fuerza de adorar a los objetos de su deseo, se sitúa en el filo de la navaja entre la lucidez y la autocompasión. Al principio, es la cauda de símbolos clásicos: el marinero, el cuerpo joven recortado sobre la playa, el pastorcito. Después, Cernuda se abandona al tono patético de la vejez que es, en sí misma, degradación:
Mano de viejo mancha III Según Gil de Biedma, Cernuda define su identidad en relación a dos hechos: su condición de poeta y su condición de homosexual. Él se siente siervo de la poesía, alguien tan fatalmente destinado a ese ámbito que no espera más recompensas ajenas a su trabajo:
Gracias por la rosa del mundo. Los libros se suceden: Donde habita el olvido (1932-1933), Invocaciones (1934-1935), Las Nubes (1937-1940), Como quien espera el alba (1941-1944), Vivir sin estar viviendo (1944-1949), Con las horas contadas (1950-1956) y Desolación de la Quimera (1956-1962). En su obra se nota una progresión, no de perfección ni de madurez del personaje y eso lo probará la edición de La realidad y el Deseo que engloba a todos sus libros, sino de sinceridad decantada, la sinceridad como el extremo en que se concilian dudas y seguridades. De allí la extrema importancia de Desolación de la Quimera, resumen eficaz de la obra donde Cernuda elude su devoción incondicional por la imagen y se dedica a contar lisa y llanamente su odio a España y a sus paisanos, sus obsesiones, sus querellas, su amor desafiante y verdadero.
Carlos Monsiváis * (De “Despedida”). |
Cuerpo en pena
Lentamente el ahogado recorre sus dominios
(Un Río, un Amor) |
Estoy cansado
Estar cansado tiene plumas, (Un Río, un Amor) |
Diré cómo nacisteis
Diré cómo nacisteis, placeres prohibidos, (Los placeres prohibidos) |
Qué ruido tan triste
Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando (Los placeres prohibidos) |
No decía palabras
No decía palabras, (Los placeres prohibidos) |
Si el hombre pudiera decir
Si el hombre pudiera decir lo que ama, (Los placeres prohibidos) |
I
Donde habite el olvido, (Donde habite el olvido) |
A un muchacho andaluz
Te hubiera dado el mundo, (Invocaciones) |
Soliloquio del farero
Cómo llenarte, soledad, (Invocaciones) |
La posesión
El cuerpo no quiere deshacerse sin antes haberse consumado. Y ¿cómo se consuma el cuerpo? La inteligencia no sabe decírselo, aunque sea ella quien más claramente conciba esa ambición del cuerpo, que éste sólo vislumbra. El cuerpo no sabe sino que está aislado, terriblemente aislado, mientras que frente a él, unida, entera, la creación está llamándole.
(Variaciones sobre tema mexicano)
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Góngora
El andaluz envejecido que tiene gran razón para su
(Como quien espera el alba) |
Birds in the night
El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso
(Desolación de la Quimera) |
Supervivencias tribales en el medio literario
Acaso él mismo fuera en parte responsable,
(Desolación de la Quimera) |
Respuesta
Lo cretino, en ti,
(Desolación de la Quimera) |
Despedida
Muchachos
(Desolación de la Quimera) |
Epílogo
Playa de la Roqueta:
(Desolación de la Quimera) |
1936
Recuérdalo tú y recuérdalo a otros, (Desolación de la Quimera) |
A sus paisanos
No me queréis, lo sé, y que os molesta Grande es mi vanidad, diréis, Acaso encuentre aquí reproche nuevo:
(Desolación de la Quimera) |