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Apuntes de una modelo
Primer apunte. La fina y joven mujer da un paso y sale de la hoja de una revista de las llamadas femeninas. Es una mujer que me asombra por su extraordinaria belleza y elegancia. Su finura (quiero decir también su cuerpo frágil) y su rostro de rasgos perfectos dentro del tipo caucásico, sus ojos grandes, ligeramente hundidos, de expresión dulce y de color entre gris y azul celeste, remiten sin remedio a las líneas rudas de una fusta. La admirable modelo es sustituida, en la página abandonada de la revista femenina lujosamente editada, por la efigie de Adolf Hitler, que se ve de pie en un vehículo descapotado, vestido con un uniforme militar caqui. Los pantalones, abombados a los flancos; la entrepierna y los costados interiores son de cuero; las botas le cubren las piernas hasta las corvas. Las ropas muestran arrugas del uso reciente. La svástica, sobre un fondo circular blanco, aparece en el brazo izquierdo del Führer, cuya mano está prácticamente agarrada de la hebilla del cinturón. Segundo apunte. La música de rock que viene de las bocinas del tocadiscos es, sin duda, sensual. Lo es tanto como las latas de comida que he visto en la alacena de la cocina o en los anuncios de alimentos, cosméticos, cámaras fotográficas y aparatos eléctricos, entre otras cosas, que llenan las páginas de esta revista. Esto me recuerda las noches cubiertas de anuncios luminosos o los almacenes comerciales que hay en todas partes de la ciudad. O la sensualidad que significa que millones de ratas horaden los cimientos de las grandes ciudades, como ésta, por ejemplo. Pueden destruirse los grandes imperios, pero las ratas sobreviven. La leche que contiene mi vaso está sospechosamente blanca y líquida; cuando la tomo da pasitos frescos sobre las paredes de mi garganta. Un nuevo taco es el hecho con una tortilla de harina, huevo y leche, que envuelve al atún de lata; es al horno, y se llama crepa. En realidad unos son los tacos y otras las crepas; no debí haber dicho “un nuevo taco”. Mi crepa y yo esperamos un programa de televisión, aunque el tocadiscos esté funcionando. El calendario sobre la mesita dice la fecha en que nos hallamos esperando. Tercer apunte. Seis millones de judíos muertos, sabemos todos, seis millones de muertos que no gozaron la gloria de su país. Los muertos también pueden valer dinero, tierras y otras cosas. Es posible venderlos también, como a las mujeres, a los hombres, a los niños. A los muertos igual que a los que no han nacido todavía. El que no enseña, no vende. El pasado y el futuro son los motores. Adolf Hitler y Eva Braun fueron incinerados, es decir, sus cadáveres, por motu proprio. Y todo por la gloria de un país, de un imperio efímero, ahora detestado, hasta por sus descendientes. Cuarto apunte. Aquí nos encontramos en reunión de familia. La perrita, que responde al nombre de Chatis, dormita enroscada en la alfombra, en medio de varios pares de pies, cerca de una pata de la mesa de centro. Pero yo contemplo, mudo por el placer, a la modelo, a la maniquí, como les dicen o les decían los franceses. De vez en cuando me interrumpo para ver a Hitler. Ni uno ni otro habla. Ambos me impresionan. La fotografía en blanco y negro es menos irreal que la elaborada a colores. La de la modelo es a colores y la de Hitler en blanco y negro, pero ninguna es menos que la otra. Quinto apunte. La toda delicadeza y bienhechura no altera en lo más mínimo su firme aspecto de papel brillante, cuando la empujo hacia la mesa de centro. Mi padre cumple sesenta y nueve años; y pienso que tiene muchos años y que yo, a pesar de eso, no lo conozco bien. Ni falta que hace, tal vez. El parentesco no quiere decir nada; lo que pasa es que somos mudos, paralíticos, como la modelo y como Hitler. Por eso tomo, después de mi vaso de leche, un té negro caliente —de lo contrario no me gusta. Se me ocurre, sin embargo, que no hay ninguna diferencia entre la construcción y la destrucción de los imperios. Sexto apunte. El Führer da un paso adelante, con la gallardía que imagino suya, con la autoridad indiscutible que logró imponer, y me ordena con la voz chillona y afectada que he oído en algún documental cinematográfico de su tiempo que no toque a la modelo, porque eso es malo. Séptimo apunte. El Führer se vuelve a equivocar. Tantas equivocaciones dan como resultado la muerte. Levanto las piernas de la modelo, y ella, igual que una muñeca, las mantiene en vilo, la falda del vestido resbala por su propio peso. Arranco una pequeña trusa de nylon bordado. Veo sus piernas largas, delgadas y de piel suave, blanca, sus nalgas perfectas. Abro sus piernas y ella suspira de placer bajo la expectación familiar. No me importa violentar su cuerpo fino; pero me gustaría enrojecerlo, luego amoratarlo, ennegrecerlo, para que luego desapareciera porque, estoy seguro, la familia cree que ese color tan bonito de tan bonita piel es eterno. En poco tiempo la fusta chorrea su sangre que es como la de cualquiera por cierto. Hago que me ame sin proponérmelo. Así lo evidencian sus gritos y las miradas de aprobación y orgullo de la familia. Hasta mi padre me felicitaría, de no ser mudo ni paralítico, como yo, como ya lo dije. Pero yo nada más quiero experimentar el placer de romper una incógnita sobre la modelo. Tengo que ir a fondo, bajo la mirada inquisidora del Führer que levanta la mano derecha y de ese modo se petrifica, con su mirada hacia el cielo, como diciendo perdónalo Señor, no sabe lo que hace: la hermosa modelo muere con varios quejidos de placer en su boca. Qué envidia. Estoy convencido que muere patrióticamente, de que yo actúo siguiendo los designios de la rectitud y la decencia. El Führer es su benefactor y real guía. Gracias a él existen millones de mártires y héroes, como la modelo, por todos los rincones de la tierra. Octavo y último apunte. Si yo tuviera un país, y quisiera que fuera grande y poderoso, el más poderoso, el único... y más... El programa de televisión es postergado para presentar “un programa especial” del Partido, luego vendrá el partido de futbol internacional esperado. Como la modelo dulce y buena muerta por amor a la patria. El “programa especial” fue muy divertido y el partido de futbol es transmitido a colores, mientras la fotografía del Führer permanece en blanco y negro. El tocadiscos se calla. De todos modos recorto las fotografías de él y de la modelo. La revista femenina queda en mal estado. La hago una heroína. A pesar de esto, recibiré los peores insultos de la historia. |