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ESTA CIUDAD ES NUESTRA Tenemos la tierra, porque al cielo hemos negado Lo que sólo el hombre merece en su violencia: El amor levantado como roca en la injuria de toda Patria, para que dioses o criminales seamos un instante Cuando la voluptuosidad y el duelo nos habitan. Tenemos el cuerpo, pues desde el cuarto miserable Donde nos abrazamos sin reposo erigimos una ciudad que es sólo nuestra, Carne cuya obra toca mundo y que el deseo alza a las estrellas: No pertenece a los ciegos seres que se despedazan o se ignoran, Soledades guerreras unidas por la codicia o el tumulto, Apegadas a cosas que no son suyas, sino del tiempo, Mientras nuestro fasto único es incendiar nubes que pasan Por entre los cerros, ponientes rojos como en otoño el bosque, Felicidades extrañas como un lucero en pleno día, Ojos con que descubrimos los mil soles que arden Al mirarnos, sangres que al correr juntas atraviesan El infierno con música que no es de nadie: el alma. Tenemos toda la vida por delante y también toda la muerte. |