El carillón de los muertos
Home sweet home
Ya pasaron: aquellos días de verdadera agitación. Hay una gotera en el cuarto de la niña, dejó de rezumar (pese a que llueve) (llueve) está ahí la gotera, no rezuma: el Bendito. En casa, hay cinco relojes: detenidos. No obstante el que funciona, espeluzna: son así estas cosas estas noches (lapsos) o la luna a franjas por la persiana o el respaldo en sombras a travesaños de la silla, en la pared (una reja). Sonó el teléfono, no contesta el vecino qué le pasa. Qué habrá pasado: la correspondencia se me fue acumulando asimismo el trabajo asimismo un catar de vinos nuevos o el sonido de la cigarra que es verano: Máximo acaba de telefonear que lo del médico el veredicto estas cosas son así (suceden) indescifrables. Lo de todos los días: iba a escribir otra cosa, se me olvidó. Todo tiene su dificultad pese a que el duelo con pan, mejor se sobrelleva: qué extraña carne somos (carne cuaresma de carnestolenda conocedora carne de continuidad) y somos visitados según la señal su índice su antojo. ¿Aceptemos? Personalmente, yo me niego (claro, es un lujo que me puedo dar yo tengo mi casa) soy propietario de un chalet de ladrillos tejado a dos aguas azotea que si no fuera por los chapapotes los cuartos de casa se nos mojaban. ¿Y? Seríamos peces sábanas recién blanqueadas seres hospitalarios lavados por el agua viva que rezuman las mamposterías (y qué otra cosa tiene uno sino cuatro paredes): bien que reflejan su sombra en la pared las macetas del alféizar la begonia florida sobre la antigua cómoda Shaker del dormitorio con el Cristo mexicano la vaca en lasitud de goma Esa es tu infancia, ¿verdad? Bravo por ti por tus vacas de goma los mugidos del agua en las charcas (bravo) por la quietud del viernes con nuestros charcos de vino tinto al fondo del pozo los cuatro pasos bovinos escaleras arriba camino de la cama por el recodo veremos esta noche el carillón con doce efigies en la torre de Praga. Viva: y que vivan los olores de casa. Ya paró de llover no tiene muertos el campanario sólo yo y mi deseo (sólo yo y mi deseo): el periódico algo revuelto sobre la cama matrimonial (por la ventana la espesura de los sicómoros aunque si mal no recuerdo este mes este mes estamos en febrero) un interruptor da o niega la luz no tengo mayor deseo que mi cansancio los libros en las repisas la saetilla del reloj hacia atrás en noviembre con el árbol en frondas (frondas) del árbol. Mujer, mía: sé somera (huelga decirlo) qué bien te podaron la cabellera, Juana de Arco. Medieval señora: el orden en ausencia o en actualidad es igual a sí mismo como las tablas rasas (después de todo qué inocentes fuimos) de nuestra primera y segunda procreación matrimonial que produjo la vasija y (dentro) la gota espesa de almizcle y aún más dentro el diminuto cáliz matrimonial de la respuesta. Bien que estuvo. Hecho: dos hijas unos cachivaches que sin quererlo se fueron amontonando o la lámpara 1929 (su tulipa, beso) con forma de milenaria seta azul sobre dorado (pasó la ferocidad) (puedo andar: cruzar dos palabras con la Idiota) bonito peldaño que acaba de crujir (supongamos que duermen) (supongamos que la maternidad las arrulló) (entra) (entra) la habitación (nos ajusta).
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