Bipolar
Una mitad se para en las cornisas, asoma las falanges y sacia en ese imán su sed de abismo. La otra mitad hipotecó las rótulas, evita los perímetros, se para en la certeza del aquí. Una se crece en el incendio, ama la muerte como los coleópteros adoran su reflejo en una flama. Otra se dora bajo un sol anémico que sólo sabe conquistar el gris con rachas de amarillo. Una ya te enlazó por la cintura. Otra se tarda en redactar su amor por la escritura. Una pone el olfato y clava el dardo. Manda un mensaje la otra que va de la cabeza hasta las puntas, sigue el rastro, fija el tiro, suelta el dardo: es fiel al instructivo que se adjunta. En el trasluz verdeamarillo de las hojas se pierde una mitad mientras la otra lamenta no ser bosque. Una conoce las alturas, desciende en grandes y pausados círculos, la está peinando el aire y silba nítido. La otra mitad afila el pico, olvida el vuelo porque está quebrando los huesos de la liebre que aún no apresa. Una mitad es voluptuosa y crece como la sed, como un correoso tallo que posterga la flor definitiva. Otra mitad desbroza para andar, se abre un camino pero no lo encarna. Templa sus élitros el grillo para todos, para nadie: se pasma una mitad, la otra lo busca, sigue buscándolo, ansía encontrar la fuente de la música.
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