Arte poética (1960-1973) (Fragmentos)
Te quiero con la cara lavada, desnuda, más que desnuda, desollada danzando muda, como un rayo de fieltro.
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El mar es una sonaja en tu mano. El cielo, un cascabel en tu pie. Tú, petrificada en silencio, frente a las puertas condenadas.
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Agua: dormido fuego sin memoria. Tierra: lacónico ángel primordial. Fuego: ¡Absoluto júbilo de esplendor iracundo! Aire: vertiginosa piedra en éxtasis. La realidad cierra los ojos y aparece el mundo. Me lleva de la mano como el agua sed lleva labios de Segismundo. En un sueño deslumbrante de signos el mundo deshojo al cerrar los ojos. Mi rostro es todo, todo lo que miro: ¡bello es el mundo! Soy un hombre hermoso. Hay que callarse para que dancen las palabras, la hoja en llamas, la mujer encinta.
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El caballo en el mar la barca en la montaña quémate para que ardan tus palabras la hoja encinta y la mujer escrita.
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Los fantasmas crean fantasmas para no estar solos. Los hombres, dioses. Si no fuéramos ciegos, cantaríamos en la obscuridad, para acompañarnos. A la poesía la erige el tiempo, como erige a las estalactitas. Por fin, a pique, estamos siendo totalidad absoluta indecible en el centro del Tiempo. La coherencia suma de la muerte apabulla. Efímera es la fábula... Abandono el lápiz y abro la ventana. Una mosca quería salirse por el vidrio. Nombrando cosas mi mano cercenada avanza y retrocede como una araña tejiendo sombras incendiando palabras
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El amor siempre llega sólo la vida es verdad. Mis deseos deseo soñar mis sueños. El amor siempre acaba de llegar. El mar se desgañita por cantar como cítara. Porque va a todas partes siempre lo andado deshace. El mar nunca acaba de llegar. Gemelos el mar y el cielo me dicen adiós con tu pañuelo. Cuando las barcas mueren se van al cielo. Marinero sin mar cómo cantar. Siempre el amor acaba de llegar. Toda vida es eternidad nunca la muerte es verdad. Nunca acaba de llegar. Porque el alba se avecina en la que seremos reyes de los Tres Reinos. Porque la noche será vencida cuando cerremos los párpados. Porque viviremos a un tiempo todos el Tiempo. Porque ya no habrá distancias y será presencia un Todo ubicuo y simultáneo de abolido espacio y movimiento. En la súbita rosa resucito eternidad unánime infinita y tensa como un grito. Nada más inútil e imposible que repetir lo que hace milenios rumió el hombre en su noche desmedida. Al cambiar las palabras aunque el hombre no sepa aún en dónde está, nuevo se torna el viejo pensamiento. Se es original como la fuente que con otra agua siempre dice los nombres de la vida.
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La muerte se suicida en mí todos los días. Tú lo sabes, y cuando yo me muera viviré mi vida, como un príncipe de hiedra sobre la torre abolida. El tiempo va muriendo nuestros muertos. Sí, lo concreto y lo cotidiano, lo real y lo macizo, lo que imagino y lo que muerdo. La mujer que soñé siempre la tuve: las palabras encarnan sus sentidos reales, por fin. Por fin ¡reales! Y pierdo pie, pierdo gravitación y pierdo sombra en tales constelaciones de la pérfida noche que me nombra hermosuras divinas de la vida. Entonces, sólo entonces, apenas escribir comienza a dejar de ser mierda.
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