Nota introductoria
Luis Arturo Ramos (Minatitlán, Veracruz, 1947) es uno de los narradores mexicanos que consolidaron su obra en la década de los 80. Él es parte de una promoción en la que destacan, entre otros, Jesús Gardea, Luis Zapata, Agustín Ramos, Hernán Lara y Alberto Ruy Sánchez. Hay autores que empiezan bien pero acaban por repetirse o debilitarse; otros empiezan con logros modestos y su trabajo va aumentando en calidad y en cantidad. Luis Arturo Ramos no conoció balbuceos. Los cuentos de su primer libro, Del tiempo y otros lugares (Editorial Amate, 1979) eran más que decorosos. Luego entregó su primera novela, Violeta-Perú (Universidad Veracruzana, 1979), y dos años más tarde un nuevo libro de cuentos: Los viejos asesinos (Premia Editora). Tanto en la novela como en los relatos era notable la frialdad narrativa que englobaba la búsqueda formal y la anécdota sugerente y firme en sus propuestas. El ejemplo más claro de esto aparece en Violeta-Perú, donde Ramos juega con el sueño y la vigilia al mismo tiempo que ofrece la atmósfera de los 70, con su desencanto juvenil y su importancia canalizada en una efímera guerrilla. Con Intramuros (Universidad Veracruzana, 1983), Luis Arturo Ramos se lanzó a la novela extensa y de personajes. Si en sus libros anteriores la búsqueda formal y la distancia frente a hechos y criaturas daba la impresión de frialdad, en Intramuros, gracias a la linealidad narrativa y al trazo cordial de los personajes, uno termina por hacer una lectura afectuosa, llena de simpatía y comprensión por los refugiados que llegaron a Veracruz después de la guerra civil española. Precisamente su fascinación por la historia y por el puerto de Veracruz lo llevaron a escribir su más reciente y también más ambiciosa novela: Este era un gato (Editorial Grijalbo, 1988). Allí vemos a un ex soldado invasor norteamericano que regresa a Veracruz para hundirse en sus recuerdos y para respirar una atmósfera impregnada de un neofascismo protagonizado por un grupo de jóvenes. Es inútil decir que el idioma, la composición y la anécdota aparecen tratados magistralmente, como lo hace un escritor hecho y derecho. Pero Ramos es un autor de múltiples talentos: además de traducir textos de la lengua inglesa, escribe ensayos —en 1989 ganó el Premio José Revueltas con un libro sobre Juan Vicente Melo— y cuentos para niños. En este último renglón, ha publicado La noche que desapareció la luna (Delegación Venustiano Carranza, 1982), La voz de Cóatl (sep/Novaro, 1983) y Cuentiario (Editorial Amaquemecan, 1986). Este Material de Lectura ofrece tres cuentos de tres libros distintos y puede dar una idea del nivel de calidad que siempre ha tenido el trabajo de Ramos. Están incluidos en Del tiempo y otros lugares y Los viejos asesinos. El tercer texto proviene de un libro —Domingo. Junto al paisaje— que la Editorial Leega publicó en 1987.
Vicente Francisco Torres
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