Invitación a Miss Marianne More
Desde Brooklyn, por encima del puente de Brooklyn, en la mañana espléndida, por favor ven volando. En una nube de substancias químicas, ardientes ypálidas, por favor ven volando al rápido redoble de miles de tambores pequeños, azules, que bajan desde el cielo aborregado por las graderías resplandecientes de las aguas del puerto, por favor ven volando. Silbatos, gallardetes y humo estallan. Las naves se hacen señales cordiales con multitud de banderas que se elevan y se abaten sobre la bahía como pájaros. Entran en escena dos ríos: graciosamente, portan diáfanas, pequeñas, innumerables aguamares en centros de cristal de roca sobrecargados de cadenas de plata. Será un vuelo seguro. Que haya buen tiempo es asunto arreglado. Las olas corren en verso esta espléndida mañana. Por favor ven volando. Ven: con zapatos negros que despidan por las puntas, afiladas un destello de zafiro; con una capa negra de alas de mariposas y de ocurrencias; con sabe Dios cuántos ángeles montados en la negra y ancha ala de tu sombrero. Por favor ven volando. Trae contigo un ábaco, musical, inaudible, y un ligeramente reprobatorio entrecejo y unas cintas azules. Por favor ven volando. Hechos y rascacielos relumbran en la marea; Manhattan, esta espléndida mañana, está empapada en buenos principios. Entonces, por favor ven volando. Montada en el cielo con innato heroísmo, por encima de los accidentes y las películas inmorales, por encima de los taxis y las injusticias de toda especie, mientras soplan los cuernos en tus lindos oídos que simultáneamente escuchan una suave, no inventada música apta para almizcleros, por favor ven volando. Tú, por quien se comportan los más rígidos museos con igual cortesía que el gasta-reverencias ave-macho; a quien esperan los afables leones que descansan sobre la escalinata de la Biblioteca Pública, ansiosos por saltar y seguirte puertas adentro hasta la sala de lectura, por favor ven volando. Con dinastías de construcciones en negativo que se vayan tornando ininteligibles y caigan muertas a tu alrededor; con una gramática que de improviso vire y brille como el plumón de las aguanieves en pleno vuelo, por favor ven volando. Ven como una luz por el cielo blanco y aborregado, como un diurno cometa provisto de una larga, no nebulosa cola de palabras; desde Brooklyn, por encima del Puente de Brooklyn, en la mañana espléndida por favor ven volando.
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