Aunque tú no estás, mis ojos de ti, de todo, están llenos. No has nacido sólo a un alba, sólo a un ocaso no he muerto. El mundo lleno de ti y nutrido el cementerio de mí, por todas las cosas, de los dos, por todo el pueblo. En las calles voy dejando algo que voy recogiendo: pedazos de vida mía perdidos desde muy lejos. Libre soy en la agonía y encarcelado me veo en los radiantes umbrales, radiantes de nacimientos. Todo está lleno de mí: de algo que es tuyo y recuerdo perdido, pero encontrado alguna vez, algún tiempo. Tiempo que se queda atrás decididamente negro, indeleblemente rojo, dorado sobre tu cuerpo. Todo está lleno de ti traspasado de tu pelo: de algo que no he conseguido y que busco entre tus huesos.
(de Cancionero y romancero de ausencias)
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