El extranjero La cortina del país natal Libertad de pensamiento Coup d´État
El extranjero
Estuve entre los míos y los míos no me conocieron, procuraron borrarme y oscurecerme, me quisieron negar el breve amor del mundo, el corazón libre y abundoso. Familia, yo os odio, como al espejo que me refleja deforme o engañado. Familia: vuestra felicidad está hecha de halago y de silencio, dulzura y cobardía. Mi alma se afiló con vuestro roce, pero no pudo alumbraros con su luz. Yo me alcé con mi amor contra toda tiranía, me robé una criatura, amada e imperfecta como la patria. Desde hoy en parte alguna soy extranjero. Yo la recibí opaca y deslucida, pero la frotaré con mi alma para que brille, para verme al fin como soy: Sé que soy un mendigo, a los treinta años de mi edad. Orgulloso cómo un mendigo, pobre pero libre. (1995)
La cortina del país natal
Mis amigos demócratas, comunistas, socialcristianos, elogian o denigran La Cortina de Hierro, La Cortina de Bambú, La Cortina de Dólares, La Cortina de Sangre, La Cortina de Caña. Son unos excelentes cortineros. Pero nadie se refiere a la Cortina de Mierda de Mi Nicaragua Natal.
Libertad de pensamiento
I Yo fui durante años, por propia voluntad y estudios, a los archivos de la Santa Inquisición de la Nueva España. Me empantané en herejías y supersticiones, en oraciones mágicas y bailes deshonestos en crímenes cortesianos y judaizantes. Podría superar fácilmente la bibliografía especializada. He visto confesiones y delaciones firmadas con la sangre de los inocentes he visto marcas de fuego en la abierta libertad de los libros, el mal amor, la maldad, la cobardía y el miedo, el falo ofrecido a la Virgen y la dogmática embriaguez. He visto el delirio y la perversión de la fe, el juramento falso y la crueldad, el empecinamiento y la fortaleza. Yo podría contarles muchas historias, como don Artemio de Valle-Arizpe. Pero prefiero callar este borrón puerco de los hombres o sacar una lección de pudor y respeto para el pensamiento de mis hijos. II Y yo que quería escribir lo que me viniera en gana, como un hombre, y ellos me dijeron que eso era pura mariconería, que las ideas debían ser revisadas. Yo les dije que la poesía se escribía con palabras y que la política, sin ideas. Y me dijeron (los muy sabidos) que el tipo ése se pasó la vida abanicándose con los abanicos de Mme y Mlle Mallarmé, y que todo eso me iba a pesar, porque instalarían la dictadura del bien, perfecta e infalible. Y a mi hermana la monja la dejaron desnuda en plena calle y a mis niños les dieron un silabario perfecto, intolerante, sin elogio de la locura. Yo no tengo nada contra los negros ni contra la repartición de la tierra; pero no estoy conforme con la sumisión de las letras negras de la imprenta ni con el despilfarro de balas rojas de odio. El capitalismo está sentenciado. Yo moriré con él, dicen, y muchos más morirán. ¡Pobres de nosotros, y sin haberlo gozado!
Coup d´État
La France, Dieu merci, nʼest pas une république sud-américaine et le besoin ne se fait pas sentir dʼun général de pronunciamento. Guermantes, I, 242-243.
La cosa está que arde. Las ametralladoras no han parado de carcajear en toda la noche. Por más que una radio clandestina habló hasta la madrugada de la estratégica retirada de los valientes conciliocomunistas, hoy ya sólo sabemos de las víctimas de siempre: mujeres, ancianos y niños. Se dice que el Presidente estuvo a punto de pactar con los forajidos –hombre débil si los hay– y que nuestros bragados defensores de la soberanía tuvieron que tomar pacíficamente Radio Bolívar y desde ahí dar al pueblo la información verdadera. Pueblo: los que van a morir te saludan. Nos sacrificaremos por vos, Pueblo. Dentro de unas horas circulará nuestra proclama, impresa rápidamente en xerox por la Embajada. Ahí se explica nuestra patriótica actitud. Hay que sacrificarlo todo, inclusive el honor, por el bien del Pueblo. El Sr. Presidente ha renunciado en favor del Pueblo, es decir, del Jefe de las Fuerzas Armadas. Éste se vio obligado a llamar por teléfono al Presidente y decirle: –Ya no sos presidente. Ahora voy yo. –Y él le contestó malcriado: –No jodás, y ¿por qué?, ¿quién te puso? –Y nuestro Jefe que es muy sincero y expresivo le replicó: –¿Y a vos quién?, ¿la puta que te parió? –Y le colgó.
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