(En la voz de Amalia) No me enciendo ni me apago, Que estando en penumbra sigo Más que con otros, conmigo, Sin grande gloria ni amago. Esta absurda consistencia No duro me hace ni blando. E inmóvil voy, que volando No se ahueca mi existencia. A ti, minuto pasado, Puedo confiarte el secreto Que guardo tras de mi peto, A todas vistas, velado. No es nada nada mi nado, En este cruel desatino. Y aunque así se cante en fado, No se traduce a destino.
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