Paisaje
…et la lune apparut sanglante, et dans le cieux, de deuil envelopée je regardai rouler cette tête coupée. Víctor Hugo. Les Châtiments
Viejas encinas clavan visibles garras en la riscosa escarpa de la montaña: parecen vastas y desprendidas patas de inmensas águilas. Sueño que sobre rasa mole, tamañas falcónidas pugnaban por arrancarla y al batir alas perdieron las hincadas piernas con zarpas. Un arroyuelo baja deshecho en plata: resulta filigrana que corre y pasa, que gime y canta, que semeja que arrastra risas y lágrimas. En planicie lejana gramosa y glauca reses vacunas pastan y a trechos braman, diseminadas por la gula y enanas por la distancia. El crepúsculo acaba y el cielo guarda matiz como de gama de luz en nácar. ¡La luna salta, como sangrienta y calva cabeza humana! A través de las ramas sube con pausa: su expresión es bellaca, burlona y sabia. ¡Oh, qué sarcástica la roja, la macabra testa cortada! Al cinto la canana y al hombro el arma, cruzo con poca maña maleza brava, que me señala encuentros con uñadas en las polainas. La sombra se dilata parduzca y áurea, con transparencias de ágata sutil y extraña; asume trazas de humareda que apaga tintas de llamas. El ábrego, con ráfaga fina y helada, sopla, y una fragancia mística y agria cunde; y en marcha sigo con tumefacta y urgida planta. Murmullo de plegarias confusas vaga, y una tristeza trágica me llena el alma. ¡Oh, qué sarcástica la roja, la macabra testa cortada!
|