La extranjera
—"Habla con dejo de sus mares bárbaros, con no se qué algas y no se qué arenas; reza oración a dios sin bulto y peso, envejecida como si muriera. En huerto nuestro que nos hizo extraño, ha puesto cactus y zarpadas hierbas. Alienta del resuello del desierto y ha amado con pasión de que blanquea, que nunca cuenta y que si nos contase sería como el mapa de otra estrella. Vivirá entre vosotros ochenta años, pero siempre será como si llega, hablando lengua que jadea y gime y que le entienden solo bestezuelas. Y va a morirse en medio de nosotros, en una noche en la que más padezca, con sólo su destino por almohada, de una muerte callada y extranjera".
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