Cardarelli, Montale, Pasolini, Pavese, Quasimodo, Saba, Ungaretti Selección, notas y traducciones de Hugo Gutiérrez Vega VERSIÓN PDF |
Vicenzo Cardarelli |
Nacido en Tarquinia en 1887. Muerto en 1959.
Publicó dos libros de poesía: Poemas y Nuevos poemas. Hay en su poesía una vaga atmósfera leopardiana. Poeta de jardines en penumbra, estatuas truncas y viejas ciudades cubiertas de hiedra; vivió en el territorio del misterio. |
Abandono |
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Eugenio Montale |
"Oscuro poeta italiano" para los corresponsales de la agencia France-Presse, escribe poesía para buscar la luz. Nacido en Génova en 1896, dedicó su vida al periodismo literario y a la poesía. Recibió el Premio Nobel en 1975 y murió en 1981.
Es Montale un poeta que siente a la vida como un mal irremediable, áspero y violento. Poeta de sencillas experiencias cotidianas, encuentra en las cosas pequeñas las palabras capaces de transfigurarse, tanto para entregarnos la visión del hombre de hoy como para fundar una esperanza ajena a las estridencias, hecha a la medida de lo humano. En su obra resplandece el delirio de nombrar las cosas y el premioso deseo de describirlas para poseerlas. Vive la búsqueda constante de palabras exactas y juega con los ritmos para encontrar la forma de expresar toda la riqueza de sus vivencias poéticas. Sus principales libros son: Las ocasiones, Finisterre, La tormenta y El otro. |
Siete motetes |
Siete motetes |
Sobre el volcán la flor
G. A. Bécquer |
I Sabes, debo perderte de nuevo y no puedo. Como una rienda tirante me sublevan todas las obras, cada grito y aun los resabios salinos que desbordan las piedras de afilar, oscureciendo la primavera de Sottoripa. Región de herrerías y de bosques como selvas bajo el polvo de la tarde. Un largo zumbido de los campos araña los cristales de la ventana. Busco tu señal desfalleciente, la única prenda que me dejó tu gracia. Mas el infierno es cierto. II Muchos años y uno, el más duro, pasados juntos al lago extranjero en el que arden los crepúsculos. Más tarde bajaste de la montaña a contarme de San Jorge y el Dragón. Podría imprimir tu historia sobre el escudo que azota el viento del noreste en el corazón... Y descender por ti en un remanso de fidelidad, inmortal. III Escarcha sobre los vidrios; unidos siempre y siempre separados los enfermos; y sobre la mesa los largos soliloquios con los naipes. Así era tu exilio. Recuerdo también el mío, la mañana en que oí crepitar tras los escollos la bomba bailarina. Y duraron mucho los nocturnos juegos de Bengala: era como una fiesta. De pronto una tosca ala te ha rozado las manos. Ha sido en vano, ésta no es tu carta. IV La esperanza de verte de nuevo me abandonaba; y me pregunté si esto que de ti priva mis sentidos, imágenes en la pantalla tienen el signo de la muerte o del pasado. Encontré en ello, ya desviado e inestable, uno de tus balbuceos. (En Módena, tras los pórticos, un lacayo galoneado apareció con dos chacales atraillados). V ¿Por qué tardas? la ardilla en el pino mueve la cola como tea en la corteza. La media luna hunde su pico en el sol que la muerte. El día está hecho. Un soplo sobresalta al perezoso humo que resiste en el punto que te encierra. Nada termina -o todo-, si tu fulgor abandona la nube. VI Te libero la frente de la escarcha que recogiste atravesando las altas nebulosas; tus plumas laceradas por el ciclón; te diste al sobresalto. Es mediodía: el níspero alarga su sombra negra en la puerta, un sol friolento se obstina en el cielo; y las otras sombras que evitan en el callejón no saben que has llegado. VII ...así sea. Un toque de corneta dialoga con los enjambres en el encinar. En la concha marina que refleja el crepúsculo el volcán coloreado plácidamente fuma. La moneda incrustada en la lava brilla también en la mesa y entretiene los menguados papeles. La vida que parecía enorme es más breve que tu pañuelo. |
Sobre el muro pintarrajeado |
Sobre el muro pintarrajeado que da sombra a las escasas bancas, el arco del cielo aparece completo. Quién recuerda aún el fuego que arde impetuoso en las venas del mundo; -en un reposo frío las formas, opacas, se diseminan. Veré de nuevo mañana las bancas y la muralla y la atareada calle. En el futuro que se abre, las mañanas están ancladas como barcas en el muelle. |
Tráeme el girasol |
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Mediodía pálido y absorto |
Mediodía pálido y absorto bajo el ruinoso muro de la huerta. Escuchar entre ciruelos y retallos secos el llamado del mirlo y el rumor de la sierpe en la hojarasca. En las grietas del suelo en las heridas del antiguo algarrobo espiar las filas de las rojas hormigas que ahora se rompen, luego se entrelazan en el supremo esfuerzo de los seres pequeños. Observar en la fronda el palpitar lejano de un asomo de mar, mientras se alza en las calvas cimas la voz temblorosa de la cigarra; y caminando bajo el sol que ciega, descubrir, maravillado y triste, cómo es toda la vida y sus trabajos, en este continuar, una muralla llena de agudos vidrios de azotea. |
Felicidad alcanzada |
Felicidad alcanzada, se camina sobre tu filo de navaja. A los ojos eres brillo que vacila bajo el pie, tenso hielo que se estrella; mejor que no te toque quien te ama. Si llegas a las almas invadidas de tristeza y las aclaras, tu mañana es dulce y turbadora como los latos nidos. Mas nada paga el llanto de aquel niño que ha perdido su globo entre las casas. |
Pier Paolo Pasolini |
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Cercana a los ojos |
Cercana a los ojos y a los cabellos sueltos El llanto de la excavadora
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Cesare Pavese |
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I La tierra y la muerte Canción I |
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Salvatore Quasimodo |
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Bajo la fronda los sauces Pronto la noche llega Ávidamente alargo yo mi mano De otro Lázaro En el justo tiempo humano Nieve Bajo la fronda de los sauces |
Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
De lejanísimos inviernos, persevera
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Umberto Saba |
Nacido en Trieste en 1883. Muerto en 1957. Sus principales colecciones poéticas son: Mi primer libro de versos y Con mis ojos. Influido por los poetas románticos, su obra es fundamentalmente autobiográfica. Detrás de cada poema está presente una luminosa experiencia vital.
En la casa paterna |
Giuseppe Ungaretti (1888-1970) |
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No grites más San Martino de Carso Tal vez nace Gozo Maldición Te destrozaste Se lleva Lejos Otra noche In memoriam Lucca El puerto sepultado Velación Esta noche Silencio Ironía Era una vez Noche de mayo En la galería Soy una criatura Universo Alegría de los náufragos Dormir Agonía No grites más |
Cesad de matar a los muertos |
San Martino de Carso |
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Tal vez nace |
Está la niebla que nos anula |
Gozo |
Versa, 18 de febrero de 1917
Siento la fiebre de esta luz plena Recibo este día como el fruto que se dulcifica Esta noche tendré un remordimiento como un ladrido perdido en el desierto
Mariano, 29 de junio de 1916
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Roma, fines de marzo, 1918
Versa, 15 de febrero de 1917
Vallone, 20 de abril de 1917
Logvizza, 30 de septiembre de 1910
En mi casa, en Egipto, después de la cena,
Mariano, 29 de junio de 1916
Cima cuatro, 23 de diciembre de 1915
Versa, 22 de mayo de 1915
Mariano, 27 de junio de 1916
Oigo la primavera en las doloridas ramas negras.
Quota 141, 1º. de agosto de 1916
El cielo pone en lo alto
Un ojo de estrellas
Valloncello di Cima cuatro, 5 de agosto de 1916
Devetachi, 24 de agosto de 1916
Versa, 14 de febrero de 1917
Santa María la Longa, 26 de enero de 1917
Morir como las alondras sedientas |