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Carta matutina
Despertando
—la vena vaciada hundida en la tristeza—, apunté: Reina, flor ninguna la nada. Ningún asunto que llegue a importar se ve, porque ninguno hay. Ni brillo del sol; la negrura de la noche; la serpiente— una nueva hoja, el mundo: apariencias. ¿Es algo realidad... o ser? Nada es. |